“La revolución del agua pasa por la tecnología”

19 mayo 2017

El presidente de Waterkeeper Alliance, Robert F. Kennedy Jr., confía en que las nuevas soluciones, cada vez más baratas y eficientes, pronto garantizarán el acceso universal a este recurso.

Robert F. Kennedy, presidente de Waterkeeper Alliance, en un hotel de Madrid.rn Foto: Jaime Villanueva, tomada de El País

El título de héroe del planeta, tal como le definió la revista Time, solo es una etiqueta para los medios. Para el estadounidense Robert F. Kennedy Jr. (1954) lo realmente importante es que cualquier persona en cualquier lugar pueda disfrutar del derecho al agua limpia. El presidente de Waterkeeper Alliance, una organización no gubernamental que reúne a más de 300 entidades en unos 40 países, es consciente de que esto suena un poco utópico, pero está convencido de que la tecnología pueda originar una verdadera revolución.

El abogado medioambiental ha trabajado en diferentes temas relacionados con el medioambiente, apoyando a distintas comunidades indígenas en América Latina y en Canadá en las negociaciones para proteger sus territorios de los abusos de las empresas, entre otras tareas.

El sobrino del expresidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy viajó a España para firmar este martes un acuerdo pionero en Europa para su organización, mediante el cual se compromete con las autoridades de Ourense a contribuir a la protección de uno de los ríos de la provincia gallega.

Pregunta. ¿Se necesitan héroes para salvar el medioambiente?

Respuesta. Lo que se necesita es que el sistema económico funcione como debe funcionar. Es decir, que premie al comportamiento correcto, o sea, la eficiencia, y que castigue las malas prácticas y el despilfarro. Si alguien contamina, no es por culpa de capitalismo de libre mercado.

P. ¿Es el agua el nuevo petróleo?

R. Este recurso ya se ha convertido en causa de guerras y conflictos sociales y creo que esta tendencia se mantendrá. Las guerras en Libia, Ucrania y Siria, por ejemplo, están íntimamente vinculadas con su escasez. Disponer de menos agua se traduce en cosechas menos seguras. El cambio climático exacerba este cuadro, ya que provoca que las precipitaciones sean más difíciles de prever y pone en riesgo la seguridad alimentaria de los campesinos.

P. Esta situación no es exclusiva de los países menos desarrollados…

Se necesita un sistema económico que premie al comportamiento correcto, o sea la eficiencia, y que castigue las malas prácticas y el despilfarro

R. En California, por ejemplo, hay conflictos en relación con la gestión del agua y los estadounidenses han tenido que modificar de manera significativa sus hábitos. Las luchas que tienen como protagonistas a los pescadores o los campesinos serán cada vez más intensas. Es un asunto muy serio: sus vidas y sus bienes están en peligro. En la región occidental de EE UU, que es muy seca, hay un dicho: el whisky es para beber y el agua es para luchar.

P. Un informe publicado esta semana por Amnistía Internacional ha revelado que cada vez más defensores del medioambiente son victimas de violencia, especialmente en América Latina. El 49% de los activistas asesinados el año pasado trabajaban sobre tierra, territorio y medio ambiente. ¿Por qué se les teme?

R. Es una lucha por el control de los recursos. Por un lado está la naturaleza y por el otro, individuos poderosos que quieren acaparar esta riqueza y privatizarla. Por definición, los ríos, los bosques, la fauna… son bienes comunes. Es así desde los tiempos antiguos. Ya lo establecía el Código Justiniano. Pero hay empresas que contaminan y que, además, pueden enriquecerse mucho en el proceso. Esto suscita rabia y violencia entre las personas. El éxito de la lucha que llevamos adelante desde Riverkeeper Hudson [la organización en la cual Kennedy ejerce de abogado en jefe] para devolver el río Hudson a los lugareños y llevar a juicio a los que contaminaban nos empujó a crear la alianza. Ahora contamos con 320 miembros en 38 países. Muchos de nosotros corren peligro. Hay una fatua en contra de nuestro colaborador en Bangladesh. Circulan muchas imágenes de su cabeza cortada en la red. En EE UU, los defensores del agua son continuamente víctimas de ataques.

P. Países como India o Nueva Zelanda reconocen a los ríos el mismo estatus legal que a las personas. ¿Qué implica esta decisión?

R. Como abogado, me parece muy interesante. Suena como una poesía, pero es difícil entender cómo hacerla cumplir. Desde un punto de vista teórico, no encaja bien en las concepciones que tenemos en occidente de los sistemas legales.

P. Aunque en las últimas décadas se ha incrementado de manera notable el número de personas que tienen acceso a agua limpia y potable, aún existe una marcada desigualdad. Uno de cada cuatro niños en el mundo estará viviendo en zonas con un acceso a este recurso extremadamente limitado como consecuencia del cambio climático, según las previsiones de Naciones Unidas. ¿Aún estamos a tiempo para revertir esta tendencia?

R. Una buena parte de los problemas de escasez de agua está vinculado con el cambio climático. No obstante, el actual presidente de EE UU, Donald Trump, sostiene que el calentamiento global es un engaño. No creo que pueda pensar realmente que no sea cierto. Generar un debate sobre este fenómeno es crucial para reaccionar.

Si se prohíbe el agua embotellada, los niños acabarán bebiendo refrescos azucarados

P. Usted dijo en las redes sociales que su país se encuentra en una encrucijada y que 33 años de su trabajo han sido desmantelados en tan solo unos días. ¿Cómo piensa contraatacar?

R. Nos protegeremos por las vías legales. Los votantes de Trump le siguen apoyando en todo lo que hace, pero el resto de estadounidenses están horrorizados.

P. Usted participó de manera activa en la lucha para la defensa del agua potable en la ciudad de Nueva York, un caso que a menudo se cita como uno de los mejores ejemplos de pago por servicios ambientales. ¿Cree que se ha generado conciencia de que, pese a que el acceso al agua sea un derecho, hay que pagar por ello?

R. Los neoyorquinos son conscientes de que hay que pagar por los servicios que reciben. La pregunta es si se está pagando por su valor real.

P. La mayoría de agua embotellada en EE UU proviene de zonas áridas. Al mismo tiempo, uno de cada cuatro sistemas de agua del grifo no es seguro para la salud. ¿Cómo se sale de esta situación?

R. Es un tema peliagudo. Queremos evitar el uso del plástico, pero en muchas de las zonas en las que trabajamos es peligroso beber del grifo. Si se prohíbe el agua embotellada, los niños acabarán bebiendo refrescos azucarados, con todas las consecuencias negativas que esto acarrea para su salud. La solución consiste en limpiar las reservas públicas, pero esto no ocurrirá de la noche a la mañana y mientras habrá que seguir consumiendo agua embotellada. La revolución pasará por la tecnología verde.

Estoy muy preocupado por el planeta que dejaré en herencia a mis hijos: menos especies animales, suelo árido… Y esto se traduce en empobrecimiento para ellos. Pero hay algo que me hace ser optimista: el potencial de la tecnología. Las nuevas soluciones son cada vez más baratas y, al mismo tiempo, más eficientes. Si conseguimos que los avances sean lo suficientemente asequibles, todos podrán disfrutar de su derecho a agua limpia en cualquier lugar del mundo.

19 de mayo de 2017
Nota: Tiziana Trotta
Fuente: El País

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