En Australia, el veto a agua embotellada trae atención a pueblo
04 agosto 200901 de agosto de 2009
Fuente: CEMDA
Nota de: Meraiah Foley
BUNDANOON, Australia – Cuando los residentes de Bundanoon votaron en julio para detener la venta de agua embotellada en el pueblo, nunca esperaron ser arrojados bajo el reflector global.
Con un voto casi unánime en una junta comunitaria, los habitantes de Bundanoon, pequeño pueblo turístico, desencadenaron un debate mundial sobre los efectos sociales y ecológicos del agua embotellada, que ha puesto a la industria refresquera a la defensiva.
Varios funcionarios estatales y locales en todo Estados Unidos han estado retirando progresivamente el uso de agua embotellada en lugares de trabajo gubernamentales en años recientes, al citar una variedad de preocupaciones, entre ellas la energía utilizada para fabricar y transportar las botellas y una erosión de la confianza pública en los suministros de agua municipales. Sin embargo, hasta donde saben los miembros de la campaña, Bundanoon es el primer poblado en el mundo en detener todas las ventas de agua embotellada.
Ubicado en las frías tierras altas al suroeste de Sydney, Bundanoon es un poblado tranquilo de jardines cuidados y típicas casas de campo rodeadas por las fincas de fin de semana de adinerados habitantes de la ciudad. Es la clase de lugar donde los desconocidos inician conversaciones en las bancas del parque a lo largo de la pintoresca calle principal.
De acuerdo con Huw Kingston, propietario de Ye Olde Bicycle Shoppe y un líder de la campaña "Bundy on Tap", la prohibición no inició como una causa ecológica. Comenzó cuando una compañía embotelladora buscó permiso para extraer millones de litros de agua del acuífero local.
Al principio, los residentes se disgustaron por la posibilidad de que camiones cisterna pasaran retumbando por sus silenciosas calles. Sin embargo, a medida que creció la oposición, Kingston comentó que muchos residentes empezaron a cuestionar la idea de acarrear agua en camiones a unos 160 kilómetros al norte, a una planta embotelladora en Sydney, sólo para transportarla a otra parte, posiblemente incluso de vuelta a Bundanoon, para su venta.
"Nos dimos cuenta, como comunidad, de qué se trataba la industria del agua embotellada", agregó Kingston. "Así que circuló la idea de que si no queremos una planta de extracción en nuestro pueblo, quizá no deberíamos estar vendiendo el producto final en absoluto".
Más o menos una docena de activistas se reunió y convocó a una junta comunitaria. De los 356 residentes que acudieron a votar, sólo uno objetó. La prohibición es totalmente voluntaria. Sin embargo, con el apoyo del público, los seis minoristas de comida del poblado han aceptado retirar el agua embotellada de sus anaqueles a partir de septiembre.
La atención derivada ha molestado a la industria, que tiene un valor aproximado de 60 mil millones de dólares anuales a nivel mundial y de unos 400 millones de dólares al año en Australia. Varios grupos de la industria declaran que es injusto escoger al agua embotellada cuando muchos otros bienes de consumo tienen un impacto igual o mayor en la ecología.