Pautas para la regulación hídrica: desde los enfoques de derechos humanos y sustentabilidad (UAQ)
24 abril 202324 de abril de 2023
Fuente: Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ)
Coordinadoras: García Gasca, T., Chávez Alegría , O., Romero Herrera, C.E., Carreón Freyre, D.C. y Uribarren Castro, E.
Año de publicación: 2023
La crisis hídrica que vivimos no es, ni de cerca, la que viviremos y la que vivirán las nuevas generaciones. Si no actuamos ahora, irremediablemente llegará el día en que no se cuente con la disponibilidad de agua, iniciará la restricción y el racionamiento, se especulará y se encarecerá el servicio de distribución, el agua potable será cada vez más escasa. De acuerdo con la CONAGUA, el nivel de estrés hídrico es alto para México, con un valor de 47% para los años 2018 y 2019 (CONAGUA, 2021). En 2022, la Red del Agua en la UNAM, pronosticaba que desde hace 50 años el 25% de la población mundial estaría en estrés hídrico (Aguilar, 2022). De acuerdo con datos de esta Red el 80% del agua disponible en las cuencas hidrológicas se utiliza para abastecer la demanda (González-Villareal, 2022). El cambio climático acelera el fenómeno de estrés hídrico ya que las sequías son cada vez más frecuentes, largas e intensas y se estima que para el 2050 podrán afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial, obligando la migración de cientos de millones de personas, generando hambrunas y pobreza (Vähänen, 2020). Para disminuir los estragos de la falta de agua en las cuencas es imperativo llevar a cabo diferentes acciones, definidas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, particularmente los ODS 6, 7, 11, 12, 13, 14 y 15. Las acciones van desde lo individual hasta lo colectivo; cuidando y no desperdiciando el agua, evitando su contaminación, reforestando con flora nativa, respetando las áreas verdes que -además- evitan inundaciones en tiempos de tormentas, restaurando los ecosistemas, entre muchas otras acciones. Todo lo anterior depende, fundamentalmente, de políticas públicas asertivas y de educación. La solución radica en el intercambio masivo de conocimientos, la capacitación, la buena gobernanza y una financiación suficiente.
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