¡Porque soy tu padre!: agua y autoritarismo

15 diciembre 2010

15 de diciembre de 2010

Fuente: Milenio

Por David Herrerías Guerra

Entonces qué, papá ¿puedo ir?

—No.

—¿Por qué no?

—¡Porque no!

—Esa no es una razón…

—¡Porque soy tu padre, y si me vuelves a decir vas a ver cómo te va…!

Desgraciadamente este diálogo o parecidos son harto frecuentes en las familias mexicanas. Aprendemos desde chicos las formas autoritarias y se van reproduciendo a mayores escalas. Por eso las autoridades no se explican por qué los habitantes de Temacapulín no obedecen y se siguen oponiendo a que se construya la presa que inundará su comunidad centenaria. Los grandes no quieren discutir, la decisión está tomada y expresan a los rebeldes con claridad: ¡Y si me siguen diciendo van a ver cómo les va a ir!

Su manera de decirlo quedó clara en la última visita de los habitantes de Temaca a León. Un poco de historia: cuando en la comunidad empezaron a organizarse para defenderse buscaron quiénes pudieran asesorarlos y encontraron en Guadalajara al IMDEC, organización no partidista que tiene una amplia experiencia en educación popular . Ahí trabaja Marco Von Borstel , mexicano de nacimiento pero con nombre extranjero. Marco se ha comprometido en cuerpo y alma con la comunidad y vino con ellos a León el miércoles de la semana pasada. Caminaban por la calle cuando sorpresivamente los detuvieron agentes de migración, para verificar si Marco era extranjero. ¿Cuándo ha sabido usted que en León los agentes de migración estén deteniendo güeros para ver si tienen papeles? ¿es pura casualidad? ¡Y nos quejamos de los gringos de Arizona! Quizás la diferencia con ese estado de la Unión Americana es que las motivaciones son claramente racistas. Aquí es claro que lo que se buscaba era intimidar a Marco.

Al día siguiente, en la mañana, entraron a casa de Gustavo, un joven abogado, leonés, que se ha destacado en el apoyo a los habitantes de Temaca. Aunque en el estudio de su casa tenía a la vista dinero y otras cosas de valor, los ladrones se llevaron únicamente su laptop y su cámara fotográfica. Todo parece indicar que iban específicamente por esos objetos. Gustavo estuvo entre los organizadores en León de esta visita de los dañados por el Zapotillo. ¿Será casualidad?

A estas cosas se podrían añadir múltiples intimidaciones que han recibido en sus casas los habitantes de Temaca. Cuenta una mujer valiente, María de Jesús García, líder del movimiento de Hijos Ausentes de Temacapulín: “Un día me llamaron quesque los zetas que me van a cortar la cabeza. Yo les digo: ¿qué será mejor, morir porque me corten la cabeza o morirme ahogada?”. Pero según cuenta ella misma, otras personas no resisten igual el acoso del gobierno: “Se acaba de morir una compañera y me dice: —¿qué caso tiene que yo me remedie. Estoy sola y me van a sacar de aquí, mejor me muero antes de que me echen—”.

Los de Temaca tienen argumentos. No se pueden sacar cuentas fáciles para decir que se benefician más personas inundando a la comunidad que salvándola. Porque los 25 años de agua para una ciudad destruyen un patrimonio de 14 siglos, y la vida de sus habitantes. Tienen fundamentos también para decir que hay otras opciones y que además, la solución del Zapotillo es de muy corto plazo. ¿Qué vamos a hacer después? Tienen también razón cuando dicen que los beneficiarios del Zapotillo serán en realidad los grandes agricultores de la región que están exportando el agua de nuestro subsuelo a los Estados Unidos convertida en hortalizas. El 70% del agua que se extrae en el valle es para uso agrícola. Sólo el 26% o menos es para uso doméstico. Eso quiere decir que si regularan los pozos agrícolas y se extrajera sólo la mitad del agua que se extrae, tendría un efecto mayor sobre la recarga de los acuíferos, que el Zapotillo. Los afectados serían menos, y en cosas menos graves, pero esos pocos tienen más peso en la decisión que los habitantes de Temaca. Mucho se puede hacer en el sistema de presas y represas de la sierra o en la captación de aguas pluviales. Hay muchas cosas que los habitantes de Temacapulín quieren decir, pero no hay nadie que se ponga al otro lado de la línea para dialogar. “Es cansado, les hemos dicho de mil maneras” dicen los de allá. La presa va, dicen los de acá. Como si la voz de Temaca fuera el ruido de la lluvia, simplemente los ignoran y anuncian los avances en la construcción. Y si las voces de afuera empiezan a ser molestas, la migra hace su aparición. ¡No interrumpan a sus mayores!.

Pero, aunque los medios resalten más las notas oficiales y pareciera que todo va viento en popa, la lucha por la comunidad de Temaca no se ha perdido. “El perro que no cuida su hueso, pues no es perro” nos dice María de Jesús. ¿Hasta cuándo vamos a dialogar? ¿cuando saquen los machetes?

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