Un ejercicio por el agua
13 junio 2007Es necesario valorar el hecho de poder disfrutar del agua para saber conservarla.
Es necesario estar conscientes de que el impacto de las campañas por una mejor cultura del agua es mínimo. ¿Cuántas pueden ser las personas o familias que real mente hacen caso a las recomendaciones para el uso más racional del líquido? Hablamos por supuesto del líquido que puede ser susceptible del consumo humano.
Quizás suene fuera de lugar que hagamos un llamado a pensar en el futuro incierto del agua cuando en estas fechas hemos presenciado incesantes diluvios que nos ponen en jaque en esta capital y otras muchas ciudades del estado y del país. Aunque en ocasiones padecemos sus efectos, tenemos que buscar la manera de aprovecharla.
Es fundamental recordarnos constantemente que, aunque el planeta esté cubierto por las dos terceras partes de agua, sólo uno por ciento es dulce, apta para ser consumida. El 90 por ciento es salada y otro porcentaje es hielo que está en los polos. Y ese uno por ciento debe ser tratada para que su ingesta no sea riesgosa para la salud humana. Además es costoso hacerla llegar a la comodidad del hogar de cada persona y, a veces, imposible.
Ante cifras tan contundentes, sobre todo para una población mundial cuyo crecimiento demanda cada vez más agua, se debe hacer un ejercicio de conciencia con el que debemos prevenir de dónde obtendremos el agua a futuro, cuando ríos, lagos o mantos se extingan o sufran contaminación.
Si el agua escasea, pensemos, ¿de dónde obtendremos más para el consumo?
Quizás ésta u otras generaciones inmediatas ya deben anticipar de dónde vendrá el elemento que cubrirá sus necesidades. Especialmente cuando la depredación del recurso hídrico avanza sin que nos demos cuenta.
En la edición de La Jornada del lunes 14 de este mes, una columna de Carlos Fernández-Vega (página 28) advierte de la excesiva y voraz explotación del recurso realizada por grandes grupos industriales como Lala, Bachoco y Bimbo, con la venia de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), igual que lo hacen Coca Cola, Pepsico y Nestlé, empresas que utilizan el agua en sus procesos industriales o, en su caso, la comercializan.
Hay que valorar que aún tenemos acceso a este elemento, sin embargo, es imposible saber por cuánto tiempo. Más que nunca es indispensable vislumbrar alternativas. En algunas latitudes incluso se recurre al método de captación de brisas, porque ni siquiera hay precipitaciones pluviales.
En tres comunidades del municipio michoacano de Los Reyes, los habitantes de San Antonio, San Isidro y Santa Rosa no tienen acceso al líquido como no lo tiene uno de cada tres personas sobre la Tierra. El suelo no almacena el elemento. Pero el gobierno del estado impulsó una iniciativa novedosa y efectiva que les proporciona un panorama más cierto.
Se trata de tres «cosechadoras» de agua pluvial para consumo humano, proyectos que consisten en la captación de agua de lluvia y su potabilización para que pueda ser consumida sin riesgos. Su costo es relativamente bajo y puede ser una solución para aquellas zonas de la entidad que no poseen cuencas hidrológicas. Pero si hay lluvia, tienen una esperanza de conseguir el recurso hídrico.
Ahora, la misión de la dependencia que vio por esta solución (la Secretaría de Desarrollo Social estatal) tiene la encomienda del gobernador, así lo instruyó públicamente el propio mandatario, de multiplicar este proyecto por todo Michoacán, en aquellas zonas donde no hay pozos ni mantos freáticos para su explotación.
No sería mala idea ir a una de esas comunidades donde la gente tiene que recorrer varios kilómetros para trasladar, al hombro o en bestia, un poco de agua en cubetas o cántaros para poder tener acceso a ella. Puede ser que únicamente de esa forma valoremos que podamos disfrutar del agua y de la comodidad de recibirla en el hogar y entendamos la urgencia de prever.