La mitad de la CDMX se inunda, la otra muere lentamente de sed
28 julio 201727 de julio de 2017
Fuente: Forbes
Nota: María Fernanda Navarro
La Ciudad de México es incapaz de hacer frente a los problemas de manejo de agua, los que representan una paradoja: mientras una parte se inunda con una lluvia atípica, cada vez más colonias padecen escasez del líquido.
Con bolsas de plástico amarradas a los pies, los oficinistas de la zona de Polanco trataban de salvar los tacones o zapatos negros. Una tormenta había colapsado las principales arterias de la Ciudad de México, el pasado 28 de junio de 2017.
Los trabajadores de las Lomas de Chapultepec y Constituyentes tardaron hasta cuatro horas en llegar a casa.
La Ciudad de México, con serios problemas de abasto de agua en delegaciones como Iztapalapa, Álvaro Obregón y Tláhuac, se paralizó cuando una lluvia torrencial inundó las avenidas Paseo de la Reforma, Ejercito Nacional, Ferrocarril de Cuernavaca, la línea 7 del Sistema de Transporte colectivo Metro (STC) y la estación Cuatro Caminos.
Simultáneamente, un tsunami de videos de agua turbia que desbordaba las calles de la ciudad golpeó a Facebook y Twitter.
Adentro del Metro, los usuarios reclamaban a autoridades federales y locales por el deterioro del sistema hidráulico.
Expertos y autoridades reconocen que existe una severa crisis en la materia, no sólo en la ciudad, sino en el Valle de México, que está integrado por 50 municipios del Estado de México, 15 de Hidalgo, 4 de Tlaxcala y las 16 delegaciones de la recién nombrada CDMX.
Pero para revertir los problemas de infraestructura hidráulica, entre los que se enlistan la sobreexplotación del acuífero, fracturas en 40% de la red, el desabasto para 8.4% de la población que se asienta la región y la falta de mantenimiento a la red de drenaje, tendrán que pasar 40 años.
Sólo para la renovación se necesitarán 25 años, de acuerdo con la iniciativa de Ley de Sustentabilidad Hídrica, que se analiza desde marzo de 2016 en la comisión de Gestión Integral del Agua de la Asamblea.
Ramón Aguirre, el hombre que gestiona la infraestructura y la prestación de este servicio público desde hace 10 años, prefiere ser realista: “No hay recursos que alcancen para concretar el mayor reto en materia hidráulica del mundo en 25 años”, asegura a Forbes.
La Ciudad de México es una excepción mundial. Se trata de la única urbe fundada sobre la fuente natural de abastecimiento: el lago del Valle de México. Comparada con otras ciudades, la entidad que gobierna Miguel Ángel Mancera no la cruza un río para captar agua de lluvia, ni para abastecer y descargar sus aguas residuales. Por si fuera poco, se ubica a 2,200 kilómetros sobre el nivel del mar.
Bajo esas circunstancias, las principales fuentes de abastecimiento de agua para 22 millones de habitantes de la Zona Metropolitana son los sobreexplotados acuíferos locales, de donde se extrae 68% del líquido; los trasvases del Río Lerma y el Sistema Cutzamala, que juntos suministran 6%; y el reuso del agua, que aporta 7% del total que se utiliza.
El pronóstico es catastrófico, coincide Daniel Salazar, presidente del consejo Ciudadano de Desarrollo Sustentable, y ex diputado local: “Aunque el sistema hidráulico estuvo mal planeado desde su origen, en los últimos años se ha hecho más evidente con las inundaciones que colapsan la ciudad y la escasez del líquido para una buena parte de la población.”
“Año con año el suministro en la red se ha ido disminuyendo. A tal grado que para 2025 se va a contar con 70% del agua que se filtraba en 1995. Esto es dramático porque hay menos agua y más población y con este panorama se podría hablar hasta de hasta problemas de gobernabilidad”, explica Salazar.
La paradoja es clara para la gente de la Ciudad de México ahora que la temporada de lluvia se junto con la escasez, agrega.
“En estos momentos hay zonas de Iztapalapa que llevan días sin agua, y no la tienen porque los pozos cercanos a esta zona están agotados. Estamos teniendo cada vez cercanía a ese diagnóstico en donde la escasez se vuelve grave. La pregunta es: ¿por qué no aprovechamos el agua de lluvia, eso es algo que no nos preguntábamos antes que la escasez no era tan grave”, advierte.
Sobreexplotación y fugas, otros problemas
En el informe “Agua Urbana en el Valle de México: ¿Un Camino Verde Para Mañana?” elaborado por el Banco Mundial (BM), se advierte que cuatro de los siete acuíferos que abastecen al Valle de México están siendo sobreexplotados.
La cantidad de agua que se extrae de más al acuífero, asciende a 64.7 metros cúbicos por segundo, que es similar a llenar el estadio Azteca con agua cada día y pese a eso hay un déficit de 25 metros cúbicos por segundo, que es comparable a dos veces el agua que hay en la presa de Valle de Bravo, explica Aguirre.
Las pérdidas físicas se calculan en aproximadamente 17 metros cúbicos por segundo.
Además de generar desequilibrios en fuentes de suministro, provoca el hundimiento de la Ciudad de México y otros municipios, que se calcula entre seis y 28 centímetros anuales, que a la vez generan fracturas (o fugas) en 40% de los 13,000 kilómetros de la infraestructura de agua potable y la pérdida de pendiente en la red de drenaje que tienen una extensión similar.
No es sólo un problema de infraestructura, el BM también advierte que 30% del consumo actual en el Valle de México es ineficiente.
El consumo ideal por persona es de 50 a 100 litros por día, pero los habitantes de la ciudad consumen alrededor de 150 litros días per cápita, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.
Otro foco rojo en el subsuelo de la mega urbe es el drenaje, que además de desalojar las aguas residuales de la población del Valle de México, se encuentra anegado de los deshechos a los que no se les da un manejo adecuado.
“Cuando se hace un diagnóstico del drenaje, éste es más catastrófico que el de agua, pero no existe un plan claro de renovación. Por falta de inversión, por la basura que los ciudadanos arrojamos a la calle y se va acumulando a través de la red, se arrastra hasta la red primaria y es ahí donde vienen las inundaciones, aunado al hundimiento que provoca más problemas”, advierte Salazar.
Captación de lluvia no es la solución
Ramón Aguirre, director del Sacmex, suelta una carcajada al preguntarle si un sistema de captación pluvial ayudaría a disminuir el problema de escasez en la Ciudad de México.
El 28 de junio cayeron en las avenidas Ejército Nacional, Circuito Interior, Periférico Reforma 4,500 millones de litros, dos días después en la delegación Gustavo A. Madero se acumularon 7,500 millones de litros por la tromba que se registró ese día y tres semanas antes cuando se anegaron las principales avenidas del sur de la ciudad por una“lluvia atípica” se registró la caída de 10,000 millones de litros de agua de lluvia.
“El primer problema, si quieres captar el agua de lluvia, es construir grandes tuberías, grandes infraestructuras, tendrías que ver en dónde guardas el agua. Esa infraestructura si se construye estaría sin funcionar 98% del tiempo porque no llueve todo el tiempo en la ciudad. Económicamente no es rentable, sería más barato traer agua del río Amazonas y sanitariamente muy adecuado”, explica.
Además, la calidad del agua que escurre en las calles está contaminada y para quien quiera refutar ese argumento, Aguirre Díaz invita a tomar un vaso del agua que se almacena en un charco y beberla.
Más dinero
Para el 2017, el gobierno entregó al sistema de aguas de la Ciudad de México 12,633 millones de pesos (mdp), mientras que a la Secretaría de Seguridad Pública entregaron 16,399 mdp. El Sistema de Transporte Colectivo Metro recibió 16,473 mdp.
Únicamente para echar a andar el plan de renovación sustentable se requieren 10,000 millones de pesos anuales, aunque Aguirre Díaz, sabe que es poco probable que se asigne esa cantidad sólo para el plan de renovación, por lo que señala que un presupuesto anual de 6,000 millones de pesos al año apoyaría para que en 40 años el Valle de México haya un servicio hidráulico óptimo.
Por ahora, con el dinero que le fue asignado a su dependencia, se contrató a una empresa especializada para elaborar un proyecto de inversión que permita disminuir las fugas mismas que dirá en qué parte de la infraestructura hidráulica se tiene que actuar con urgencia.