Asegurar el suministro de alimentos para una población mundial creciente

05 noviembre 2007

La agricultura es, a nivel local, el epicentro de diversos sistemas económicos rurales. 

La principal fuente de suministro de alimentos del mundo es la agricultura, que incluye cultivos, ganado, piscicultura y silvicultura. Con una agricultura no controlada se logra alimentar a unos 500 millones de personas; por eso, para alimentar la población mundial actual de 6 mil millones de personas es necesario recurrir a la agricultura sistemática.

Por otro lado, la agricultura es, a nivel local, el epicentro de diversos sistemas económicos rurales. Para producir las 2.800 calorías por persona y por día que requiere una nutrición adecuada, se necesita un promedio de 1.000 metros cúbicos (m3) de agua.

La mayor parte de la agricultura depende de la lluvia, pero las tierras de regadío representan alrededor de una quinta parte de la zona cultivable total de los países en desarrollo. El riego consume alrededor de un 15\% del agua de uso agrícola, ascendiendo a unos 2.000-2.500 kilómetros cúbicos (km3) al año. En los países en desarrollo, la tierra de regadío produjo en 1998 dos quintos del total de las cosechas y tres quintos de los cereales.

Estos últimos constituyen el cultivo más importante, proporcionando el 56\% de las calorías consumidas. Las oleaginosas siguen en orden de importancia.

Los países desarrollados cuentan con alrededor del 25\% de las zonas irrigadas del mundo. Puesto que la población de estos países crece lentamente, la mayor parte del desarrollo en materia de regadíos se ha de llevar a cabo en el mundo en desarrollo, donde el crecimiento demográfico es elevado. El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo (WWDR) proporciona un desglose, país por país, de los indicadores clave del suministro nacional de alimentos.

El riego consume actualmente el 70\% del insumo total de agua. Esta cantidad aumentará en un 14\% en los próximos treinta años, ya que la zona de regadío se ampliará en un 20\%. Hacia 2030, el 60\% del total de las tierras potencialmente regables se encontrarán en explotación. De los 93 países en desarrollo estudiados por la FAO, diez están ya utilizando un 40\% de su agua dulce renovable para regadío, que es el nivel a partir del cual puede tornarse difícil elegir entre la agricultura y otros usos del agua. En Asia meridional se habrá alcanzado este nivel del 40\% en 2030 y en Medio Oriente y en el norte de África alrededor del 58\%.

En cuanto al África subsahariana, América Latina y el este de Asia, por el contrario, la demanda de agua de riego estará situada por debajo del umbral crítico, aunque pueden presentarse graves problemas a nivel local. El agua subterránea poco profunda es una importante fuente de agua de regadío, pero el exceso de bombeo de los acuíferos, la contaminación debida a sustancias agroquímicas y la extracción excesiva de aguas subterráneas fósiles presentan numerosos problemas. Los productos químicos agrícolas (fertilizantes y pesticidas) constituyen en general una causa principal de contaminación del agua, mientras que los nutrientes de los abonos causan graves problemas eutróficos en aguas superficiales de todo el mundo.

Las aguas residuales constituyen una importante fuente de agua de riego, ya que en alrededor del 10\% del total de las tierras de regadío de los países en desarrollo se utiliza este recurso. Esto beneficia directamente a los agricultores donde el agua es escasa, puede mejorar la fertilidad del suelo y reducir la contaminación de las aguas receptoras corriente abajo.

Aunque las aguas residuales deberían recibir tratamiento para ser utilizadas como agua de riego, en países de bajos ingresos se usan frecuentemente en forma directa, sin tratar, con los riesgos que ello comporta en términos de exposición de trabajadores y consumidores a parásitos bacterianos, amébicos, virales y nematodos, así como a contaminantes orgánicos, químicos y de metales pesados. Las cosechas cultivadas con aguas residuales sin tratar no pueden exportarse y su acceso a los mercados locales está restringido, al menos parcialmente. Es probable que el uso de aguas residuales tratadas en zonas urbanas aumente en el futuro para regar árboles, parques y campos de golf.

El comercio de productos alimenticios sigue siendo marginal en comparación con la producción doméstica global, pero está creciendo. Los países en desarrollo importaron 39 millones de toneladas de cereales a mediados de los años setenta. Se calcula que en 2015 esta cantidad aumente hasta 198 millones de toneladas y a 265 millones de toneladas en 2030. El acceso a los mercados de exportación es un factor clave del desarrollo sostenible de las economías de predominio agrícola.

Los costos de desarrollo del regadío oscilan habitualmente entre 1.000 y 10.000 dólares de los Estados Unidos por hectárea. Los costos futuros de inversión total anual en todo el mundo se estiman en 25.000-30.000 millones de dólares, si se incluye la expansión de las zonas de regadío, la rehabilitación y modernización de sistemas existentes y la instalación de depósitos adicionales de agua.

Los efectos positivos de la inversión en sistemas de regadío, sobre todo en términos de reducción de la pobreza y de seguridad alimentaria, son innegables.

En la India por ejemplo, el 69\% de la población que vive en zonas de secano son pobres, mientras que en las zonas irrigadas esta proporción desciende al 26\%.

El uso eficiente del agua de riego, actualmente situado alrededor del 38\% en todo el mundo, debería mejorar lentamente hasta alcanzar un promedio del 42\% en 2030, gracias a la tecnología y a una mejor gestión del agua de riego. Esto ayudará también a aliviar los problemas de enfermedades transmitidas por vector relacionadas con el riego. La reforma indispensable de la gestión del agua de riego –para mejorar los resultados, lograr una mayor equidad en la distribución, en la participación de los interesados y en la eficiencia del uso del agua– está ya en marcha en muchos países, tales como México, China y Turquía. El proceso incluye cambios estructurales y gerenciales destinados a mejorar el servicio a los usuarios del agua de riego, incluyendo en muchos casos una delegación de autoridad a asociaciones de usuarios. No obstante, el progreso es lento y los resultados no siempre positivos.

Más que por causa de una inseguridad relativa al agua, esta situación tiene su origen en conflictos nacionales. La producción agrícola ha crecido más rápidamente que la población mundial en las últimas décadas, y nada indica que esta tendencia vaya a variar. En términos generales, el mensaje que la agricultura trasmite es prudentemente optimista.

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