A un año de inundarse, El Arenal emerge de la catástrofe

31 enero 2011

Vecinos recuerdan la inundación en su colonia, con el temor de que la zona siga contaminada y el riesgo de que se repita

30 de enero de 2011

Fuente: Excélsior

Por Arturo Páramo

Por la calle corría un río de aguas negras. Esa es la visión recurrente de los habitantes de El Arenal.

El nivel del agua se elevó tan rápido que no le dio tiempo a los habitantes de esta colonia a
reaccionar.

Salvador Méndez, de unos 70 años, apenas pudo desmontar su improvisado sitio de despachador de taxis en el quiosco de la colonia.

“Medí con una cinta métrica arriba de la banqueta, quedó marcado donde llegó el agua, eran 73 centímetros.

“Así estuvo casi cinco días”, explicó Salvador.

Mario sólo pudo salvar las licuadoras de su local de esquimos y jugos. Todo tuvo que ser desinfectado para poder reabrir.

“Vinieron los bomberos con unos polvos químicos a rociar todo, piso, techo, vinieron con mangueras grandes, yo nunca había visto algo así”, relató el juguero.

Irene no pudo bajar las tiras de longaniza de su local en el mercado de la colonia. Toda su mercancía se fue a la basura.

“Llegó la administradora y me dijo: ‘madrecita el agua se nos está metiendo, nos vamos a inundar, a desalojar y
vámonos’.

“Cuando yo salí la corriente del agua ya venía fuerte”, comentó la locataria del mercado del lugar.

Las historias en El Arenal se reproducen por miles.
La paletería tuvo que sustituir todos sus refrigeradores.

Las escuelas tuvieron que ser sujetas a una profunda desinfección en aulas y patios.

Los vecinos perdieron todas las pertenencias que estaban en las plantas bajas de sus casas. Las indemnizaciones alcanzaron para apenas reponer algunas pertenencias.

Aún existen secuelas en las 80 manzanas que fueron afectadas por la inundación.

Roxana reside en una de las viviendas de interés social de la cuarta sección de El Arenal.

Relató que el laberinto de pasillos y andadores inundados eran un campo electrificado, porque los generadores y cables estaban en las aceras y tardaron en quedar fuera de servicio.

Por la calle Xaltocan, donde los vecinos vivieron varios días en las segundas plantas y en los techos, la comida y el agua les era enviada por cubetas amarradas con cuerdas.

Ahora, en la barda que corre a lo largo de esa calle fue pintado un mural en el que se ven imágenes idílicas de personas, caminos, árboles. Algo inexistente en la vida real en esa zona.

Doña Inés dejó tres colchones y una lavadora con un fierrero, a cambio de unos pesos.

La mujer relató que los colchones fueron mojados por las aguas negras, los dejó secar y los lavó con agua y cloro, pero tras un año decidió tirarlos.

La lavadora todavía funcionó unos días después de la inundación, pero también quedó inservible.

La inundación inició la tarde del 3 de febrero, tras una lluvia inesperada.

Luego del desalojo de las aguas, el Gobierno del Distrito Federal reportó que quedaron ocho mil 340 toneladas de desechos, en su mayoría muebles,
enseres y mercancías de las viviendas y negocios.

El cálculo de las autoridades fue de cinco mil casas afectadas y 150 negocios registraron
pérdidas.

Para evitar el surgimiento de epidemias, se desplegaron mil médicos y enfermeras para atender a la población afectada.

Tras el retiro de las aguas, las autoridades anunciaron la realización de 42 obras para impedir las inundaciones en la Ciudad de México.

Excélsior solicitó al Sistema de Aguas y a la Comisión Nacional del Agua información sobre el avance en esas obras, sin embargo, hasta el cierre de esta edición no se entregó información al respecto.

A un año de distancia, la gente tiene visiones diferentes.

Para Salvador, la colonia “se ve igual que antes. Nos echaron un drenaje y dijeron que ya no nos vamos a inundar”.

Mario dice que su negocio no se ha recuperado del todo: “Hasta la fecha sigue así, así, la gente dice que sigue contaminado”.

Lo cierto es que tras la inundación, la delegación Venustiano Carranza y los diputados locales Julio César Moreno y Roció Bautista realizan “ferias de la salud” cada semana en esa colonia, y en las calles se ven patrullas rondando a lo largo del día.