EL ROLLO DEL AGUA PARA EL DESARROLLO: UN DESASTRE ECOLÓGICO LOCAL, NACIONAL Y GLOBAL GARANTIZADO…

14 junio 2007

UN DESASTRE ECOLÓGICO LOCAL, NACIONAL Y GLOBAL GARANTIZADO…

Quinta Declaración en el proceso Hacia Otra Visión del Agua de ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México.

El tema AGUA PARA EL DESARROLLO del IV Foro Mundial del Agua, Una Garantía de Destrucción Ecológica Local y Global, y de Descomposición Social.

En una contundente confirmación de sus propósitos eminentemente financieros, el Cuarto Foro Mundial del Agua, México 2006, establece como el primer punto de su agenda AGUA PARA EL DESARROLLO. Y es que las utilidades de las empresas multinacionales y la propia viabildiad y buena operación del Banco Mundial, dependen de la superviviencia de su viejo evangelio del desarrollo que preconiza la mera creciente construcción de carreteras, presas, canales, puentes y otras obras de infraestructura, como trasvases, aeropuertos o pasos a desnivel, distribuidores viales, etc. y también de más escuelas, hospitales o bibliotecas, no siempre necesarios y muchas veces sin presupuesto para su adecuada operación y mantenimiento, que pueden llevar a los países como México a empobrecerse, para seguir financiando con su endeudamiento la perenne bonanza económica de los países ricos. Con ese engaño de un desarrollo indiscriminado, el Banco Mundial y los grandes inversionistas mundiales recomiendan a los países en desarrollo proyectos, políticas y legislaciones que serían rechazados en los países desarrollados, por lo oneroso y, sobre todo, por su notoria nocividad contra la Naturaleza y para el equilibrio social.

Desde su introducción, al inicio de la posguerra -por el presidente Truman de los EUA, en enero de 1947- la idea del desarrollo de los países, en sustitución de la vieja idea decimonónica británica del progreso, constituye una visión del mundo que impele a los países menos industrializados a copiar o tratar de emular a los países poderosos y a considerar como inaceptable o degradantes a las prácticas de subsistencia tradicionales o vernáculas y a cualquier otra forma de vida que no sea la establecida por los países desarrollados que detentan la hegemonía mundial.

En las últimas cuatro décadas ¡vaya si hemos aprendido lo que significa en la práctica el desarrollo!, y tal como lo entienden para el agua los tecnócratas gubernamentales, los empresarios voraces, las torres de marfil de las universidades y las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el BID y el FMI; desarrollo ha significado en los hechos la destrucción y envenenamiento de arroyos, humedales, ríos, lagos, lagunas y mares; ha significado la explotación abusiva de los manantiales y los mantos acuíferos hasta agotarlos, la tala irrefrenable de los bosques y la muerte de los suelos y de la diversidad de plantas y animales;  pero, también significa  la deportación en masa y el desarraigo y la aculturación impuesta de los pobladores originales de la región en desarrollo;  igualmente significa el tan grave endeudamiento externo, el empobrecimiento brutal y la pérdida total de hecho de la independencia de los países en vías de desarrollo, de sus regiones y comunidades.

Respecto al agua, ¡el desarrollo! entraña premisas tan aberrantes como las siguientes:

  • El agua puede ser entregada en cualquier lugar y en cualquier cantidad siempre que exista el financiamiento adecuado para la tecnología necesaria, como, por ejemplo: Trasvasar agua de una cuenca hidrológica natural a otra es sólo un asunto de precio: el agua no tiene un lugar propio, determinado por imperativos geográficos ni ecológicos (pasando por alto que existe una matriz local del agua lograda en miles o millones de años);  no importa la relación entre la cantidad de agua en cierto sitio y el equilibrio ecológico que ello determina y condiciona.
  • La gestión del agua puede ignorar los parteaguas naturales y ser “nacional” – las aguas nacionales de nuestra legislación- multinacional o planetaria: por lo tanto, las decisiones sobre el agua no necesitan sujetarse a una escala de acción, como el manantial, el pozo, el arroyo o la cuenca, ni menos a la participación de sus habitantes aledaños, para ya ni hablar de sus ecosistemas.

Los financieros desarrollistas afirman que:

  • Las fuentes del agua pueden ser monopolizadas: el agua no es un bien común –lo que internacionalmente se conoce como un commons- sino un vulgar bien económico cualquiera, una mercancía más; y así,  el derecho al agua es sólo un problema de buen servicio; los derechos de agua son distributivos, no hay derechos de participación ciudadana o comunitaria en el reparto del agua.
  • El agua es un bien escaso pero con abundante oferta en la Naturaleza.

En un mundo lleno de limitaciones de agua, donde sólo las necesidades diagnosticadas por los financieros no están sujetas a límites,  es a todas luces una aberración el decir que el agua puede ser traída a cualquier lugar en cualquier cantidad requerida. Pero, con este criterio bárbaro crecen ciudades como la Ciudad de México, zonas industriales como las de Arizona en EUA y agriculturas como la de la Laguna en México o la de Israel. Se niega de esta forma la inherente limitación de agua de cada lugar y su pertenencia a e inclusión en matrices locales y culturales. En estas premisas tecnocráticas del desarrollo se encuentra el origen de las emergentes guerras del agua y del empobrecimiento de las comunidades y los pueblos.

 

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