Buscan en la Antártica microbios que depuren las aguas negras de las ciudades
25 febrero 2013
“La Selección e Identificación de Consorcios Microbianos con Actividad Metanogénica y Acidogénica a Baja Temperatura para Aplicación a Digestión Anaeróbica Siprofílica” ciertamente suena a una sofisticada investigación. Pero Lèa lo explica de manera sencilla y didáctica: “estamos desarrollando el tratamiento de las aguas residuales con bacterias”.
“Es un proceso muy interesante, el problema es que funciona a 37 grados, mientras que la temperatura de las aguas residuales en las ciudades europeas o en el sur de Chile, por ejemplo, es mucho mas baja. El proceso de calentarla supone un costo enorme”, afirma la investigadora.
Acompañada de su ayudante, el chileno Daniel Valenzuela, Lèa recoge muestras de sedimentos depositados bajo una fina capa de hielo, en Isla Rey Jorge, donde estos días ha recalado la 49ª Expedición Antártica Chilena.
“Buscamos esas bacterias en fuentes naturales, donde la temperatura siempre se mantiene baja. Este tipo de microorganismos se han encontrado en algunas zonas del Ártico y en Rusia, pero no en la Antártica”, explica. “La idea es buscar sedimentos en zonas húmedas con una capa superior de hielo o nieve que facilite la digestión anaeróbica, porque las bacterias que producen metano no funcionan en presencia de oxígeno”, agregó.
Según esta doctora francesa, que lleva año y medio trabajando en Chile, “descubrir bacterias de esa naturaleza en un medio como el antártico permitiría tratar las aguas residuales de zonas frías del mundo, donde la temperatura promedio es de diez grados”. Pero además, apunta su ayudante, las bacterias deben metabolizar la materia orgánica de las aguas negras a gran velocidad, porque los volúmenes de líquido a tratar son muy grandes y el proceso no puede ralentizarse.
A diferencia de otros científicos que participan en la Expedición Antártica Chilena, este equipo de investigación no busca una sola especie de bacterias para aislarla y cultivarla en el laboratorio. “Nosotros buscamos un consorcio, una comunidad microbiana con cientos de especies diferentes que trabajan interactuando unas con otras”, explica la doctora Cabrol, quien se muestra optimista sobre los resultados que pueda arrojar el trabajo de campo.
“Tengo mucha fe en las muestras que tomamos ayer (en isla Rey Jorge), porque había mucha materia orgánica de los lobos de mar y eso es una fuente de nutrientes para las bacterias. Además, en los pozos de agua se veían burbujas, y eso indica que está saliendo gas de la capa de sedimentos”, detalla.
Para una bacteria de este tipo nutrirse con la materia orgánica que hay en el suelo antártico o hacerlo con los desechos humanos es exactamente igual, porque involucra los mismos procesos metabólicos.
Tras la toma de muestras en distintas partes del territorio antártico y la realización de análisis preliminares, a Lèa Cabrol y su equipo de la Universidad Católica de Valparaíso, le aguardan tres años de trabajo en laboratorio antes de saber si estos grupos microbianos finalmente sirven para el objetivo que buscan.
25 de febrero de 2013
Fuente: Prensa Antártica
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