Chile: Lucha por el agua en Bío Bío

18 noviembre 2011

Así se mantendrá la vida familiar y productiva en los campos, evitando mayor migración a la ciudad

18 de noviembre de 2011

Los especialistas mundiales declaran que la lucha por el agua es uno de los enormes problemas que la Humanidad del Tercer Milenio debe asumir como un desafío, con la suficiente proactividad para no caer en situaciones difíciles, que dañen la calidad de vida de las poblaciones y de los países. La provincia de Bío Bío está sufriendo, un año más, por una situación de sequía. Este fantasma vuelve a azotar a villas rurales, con preocupante adelantamiento, lo que hace prever un año complicado.

La mayoría del suelo biobense cuenta con posibilidades de regadío o de aguas subterráneas, con napas que permiten la extracción de agua. Año tras año, se avanza con proyectos destinados a aumentar el suministro de agua potable. El impresionante avance de la electrificación, que ha llegado casi a todos los puntos habitados de la provincia, facilita la tarea, con la posibilidad de activar motores para pozos.

Como lo indicamos en nuestra edición de ayer, la carencia de agua prácticamente no ha dado tregua en varias comunas, ya que las napas de los pozos no alcanzan los niveles desde donde pudieran sacar agua los vecinos, manteniendo sin el preciado recurso para el consumo a varios sectores rurales del territorio precordillerano. Hay lugares donde, recién ahora, aún en primavera, se está produciendo este fenómeno de falta de disponibilidad de agua, ni siquiera para el consumo humano, menos para el riego productivo. Se registra un desabastecimiento que está haciendo estragos en cinco comunas de esta provincia, pero que podría aumentar, porque las condiciones tienden a empeorar, tal como lo sabe el área de Emergencias de la Gobernación Provincial. Informes técnicos señalan que los agricultores deben prepararse para una temporada de precipitaciones escasas. Es una condición que se arrastra desde principios de año.

El invierno, con sus precipitaciones, permitió amortiguar el problema en comunas como Laja, pero el problema se reactivó y al día de hoy, la sequía está en niveles bastante críticos en varios sectores de Santa Bárbara, Quilaco, Yumbel, Laja y Mulchén.

Son centenares las familias afectadas. Responsabilizan a las empresas forestales. Veinte años atrás, llegaba el invierno y tenían agua. Hoy, a pesar del invierno, no se notó la diferencia y la sequía se mantiene, a pesar de todas las precipitaciones, cuentan campesinos.

Comprendemos a los municipios, que se deben a sus ciudadanos, por lo que deben recurrir a sus propios recursos y solicitar apoyo externo, en este caso, al nivel regional. En lo principal, utilizan camiones aljibe, con los cuales se genera un programa rutinario, de llevar el agua, que es recibida en todo tipo de tiestos y envases. Las familias se restringen y esperan un nuevo viaje del camión. Sin embargo, sus sembrados y sus animales sufren esta falta del vital líquido. En algunos sectores, como en la comuna de Santa Bárbara, la Municipalidad ha debido encarar prácticamente todo el año esta situación. Ya se advierten fenómenos asociados a esta sequía, que aunque sea paliada con el sistema de transporte de agua, deben llamar a una priorización generalizada. Se está creando un círculo de pobreza, ya que el campesino vende a las mismas forestales a bajo precio, por los problemas generados ante la falta de agua que le impide producir, lo que propicia la migración a la ciudad, incrementando la pobreza en los sectores urbanos.

La oficina de emergencia de la Gobernación Provincial, que sistematiza la información y la remite a la Onemi Regional, cumple bien su labor. Pero se requiere una intervención mayor, un ataque sistémico a este fenómeno creciente. La generación de un gran plan para una mayor dotación de sistemas de agua potable rural debe apuntarse a estos sectores carenciados. Ha sido muy exitoso el plan general de las últimas décadas en este punto, sin embargo, se requiere un esfuerzo mayor, que se sume a lo ya conseguido. Así se mantendrá la vida familiar y productiva en los campos, evitando mayor migración a la ciudad, con su eco de pobreza y desesperanza.