Uno de los proyectos de desvío del agua más antiguos que sobreviven en China es el Gran Canal, algunos de cuyos tramos datan de hace casi 2.400 años. Éste une Pekín con Hangzhou, a 1.200 kilómetros al sur. Su propósito original era permitir el transporte de arroz. Todavía algunas partes se utilizan mucho hoy.

En el siglo XIX, el canal se deterioró debido al abandono, una gran inundación y el volumen de la contaminación. En los últimos años, se han puesto en marcha varias iniciativas para limpiarlo. Aquí, una barcaza trabaja para la mejora en los alrededores de Wuxi, en la provincia de Jiangsu.

Como el Gran Canal está declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO y, además, es un foco turístico, recibe mucha más atención y más dinero que los demás canales del país, que siguen sufriendo la amenaza de la contaminación debido a los residuos industriales y el aumento de la población de las ciudades.

En 2007, el primer ministro chino, Wen Jiabao, exigió que la calidad del agua potable se considerase una prioridad nacional y un “proyecto del Estado”. Un estudio de la OCDE publicado ese mismo año llegaba a la conclusión de que hasta 300 millones de chinos bebían agua contaminada y 190 millones padecían enfermedades derivadas de esta fuente. En la foto, un trabajador limpia las basuras que flotan en un canal de Pekín en julio de 2007.

Un ejemplo más reciente de los canales chinos es el proyecto de trasvase de agua Sur-Norte, que la desvía del Yangtsé al Río Amarillo a través de canales, lo cual es un alivio para el sur, más húmedo y propenso a las inundaciones, y una ayuda para el norte, que sufre sequía crónica. El proyecto, cuyo coste se calcula superior a 60.000 millones de dólares,  hace realidad un sueño de Mao Zedong, que dijo en una ocasión: “El agua abunda en el sur y escasea en el norte. Si es posible, estaría bien que hubiera trasvases”. Se prevé que para el año 2050 el proyecto, que ha despertado inquietudes entre los ecologistas -por ejemplo, a muchos les preocupa que la contaminación de las vías fluviales del sur, más intensa, se transmita al norte-, canalice más de 45 billones de litros anuales hacia el norte a través de tres rutas distintas.

El canal que aparece en la fotografía forma parte del proyecto de desvío en Yixián, en la provincia septentrional de Hebei. Los agricultores de la zona, como la que figura con su rebaño de ovejas, se enfrentan a graves sequías.

China posee el 20% de la población mundial, pero sólo el 7% de los recursos hídricos, cuatro quintas partes de los cuales están en el sur del país. La cuenca del río Yangtsé es la principal fuente de agua del proyecto de trasvase de agua Sur-Norte. El embalse de Danjiangkou, en la provincia de Hubei, en el corazón de China, es el origen de la vía central del proyecto. En la foto, cuadrillas de trabajadores trabajan en el mantenimiento de la presa de Danjiangkou en 2006.

La presa más famosa de China es la de las Tres Gargantas, situada en el Yangtsé, en la provincia de Hubei. Su construcción batió 10 récords mundiales, con, entre otras cosas, la planta hidráulica y de control de inundaciones más eficiente; la central eléctrica más grande; la de mayor consumo de tierra, piedra y hormigón; la de más cantidad mensual de hormigón utilizada; el mayor volumen de agua vertido de la historia; la de más capacidad de desagüe en caso de inundaciones; y el mayor número de personas (1,13 millones) desplazadas a causa de la construcción de la central hidroeléctrica.

Esta foto muestra el más grande vertido de agua de 2010, tras las devastadoras inundaciones del mes de julio.

Las obras del proyecto de las Tres Gragantas comenzaron en 1994 y duraron más de 10 años, porque el Gobierno no sólo tuvo que construir la mayor presa del mundo sino encargarse del desplazamiento de una inmensa población y afrontar varios tipos de impacto ambiental.

Se suponía que la presa de las Tres Gargantas iba a solucionar varios problemas, entre ellos el control de inundaciones en un sur, constantemente anegado, y la obtención de energía limpia para las ciudades del este, en rápido crecimiento y con enorme dependencia del carbón. Sin embargo, los detractores de la presa dicen que ha causado más problemas de los que ha resuelto, incluidos daños irreversibles en los hábitats de las especies locales y el ecosistema en general.

La presa de las Tres Gargantas es un motivo de enorme orgullo nacional y fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2001; es además una de las grandes atracciones turísticas de China. Los visitantes pueden navegar por el Yangtsé y asombrarse ante el tamaño inigualable de la construcción. En la foto, un visitante camina delante de la presa poco después de ser terminada, en 2006.

Ahora bien, toda esa belleza tiene un precio. El embalse de la presa, que alcanzó su máxima altura en 2008, ha inundado más de 1.000 kilómetros cuadrados de tierra y ha sumergido aproximadamente el 13% del maravilloso paisaje de las Tres Gargantas a lo largo del río.

Para la construcción de las Tres Gargantas fue necesario levantar una enorme ataguía, una estructura que desvió temporalmente el agua de la zona. El dique fue demolido el 6 de junio de 2006; la operación duró sólo 12 segundos, pero fue necesaria una cantidad de explosivo suficiente para derribar 400 edificios de 10 pisos. Antes del estallido, el director general del proyecto, Li Yong’an, aseguró a la población que la explosión no iba a desencadenar ningún terremoto.

En esta foto, unos trabajadores retiran restos flotantes cerca del dique mientras los expertos en demoliciones se preparan para volarlo. Se dice que se utilizaron 192 toneladas de dinamita en 1.700 puntos distintos.

Entre los millones de desplazados por los proyectos hidráulicos de China se encuentran los 22.000 antiguos habitantes del distrito de Gongtan, en el municipio de Chongqing. El pueblo, de 1.700 años de antigüedad, contenía muestras de arquitectura residencial antigua que eran de las mejor conservadas en la región del río Yangtsé. Gingtan quedó completamente sumergido con la construcción de la central hidroeléctrica de Pengshui en el río Wujiang, un afluente del Yangtsé. Se reconstruyó a poco más de un kilómetro de distancia. En la foto, un obrero transporta piedras para reconstruir varias residencias tradicionales el 28 de julio de 2008. Algunas estructuras del pueblo original, como el diaojialou, un edificio tradicional sostenido por columnas de madera, fueron reedificadas en el nuevo, que se abrió a los turistas en 2009.

Aunque es posible que las 320 toneladas de agua contenidas en el embalse de Zipingpu, inaugurado cuatro años antes, causaran el terremoto, el seísmo, a su vez, provocó daños en la presa y abrió varias grietas importantes. Se envió a 2.000 soldados a estabilizarla. Según algunos cálculos, el peso del agua en el embalse representaba 25 veces la tensión natural que ejercen los movimientos tectónicos en un año. El incidente suscitó más preguntas hipotéticas: ¿y si la presa hubiera sufrido todavía más daños?

El Yangtsé es propenso a las riadas, uno de los problemas que, en teoría, los proyectos de control fluvial de China deben ayudar a remediar. En esta foto del 6 de septiembre de 2008, el río se aproximó a la línea de crecida de 25 metros cerca de la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, en el centro de China. Esta parte del país experimenta fuertes lluvias todos los veranos, de ahí que la presa de las Tres Gargantas se diseñara con el objetivo de soportar un nivel de crecidas que sólo se da cada 10.000 años.

La presa se prepara para la posibilidad de inundaciones graves mediante el cierre de sus esclusas de navegación durante el periodo de máximo nivel, lo cual desvía la presión del agua hacia el embalse que está río arriba.

Las inundaciones del verano pasado fueron la mayor prueba para las Tres Gargantas desde su inauguración. El 20 de julio, el volumen de agua alcanzó aproximadamente 70.000 metros cúbicos por segundo, una de las riadas más rápidas en más de 10 años. Las autoridades se apresuraron a evacuar a la población de las zonas que podían sufrir inundaciones, colocaron sacos de arena en las orillas del Yangtsé y drenaron los embalses. Las lluvias tuvieron un volumen excepcional; en 2010, la cuenca del Yangtsé tuvo unas precipitaciones un 15% por encima de la media.

En la foto, un obrero limpia escombros de varios edificios derribados por las inundaciones en Wuhan el 27 de julio.

A pesar de las medidas de control de inundaciones prometidas por las presas, las riadas de 2010 y las avalanchas de lodo posteriores dejaron al menos 1.200 personas muertas o desaparecidas. La presa de las Tres Gargantas se llenó de islas de restos flotantes; en algunos puntos, la basura era tan espesa que la gente podía ponerse de pie sobre ella. En la foto, unos trabajadores limpian escombros en Wuhan. Las crecidas causaron más de 22.000 millones de dólares en daños y suscitaron algunas preguntas incómodas sobre si la locura constructora de presas en China -que pretendía sentar las bases del futuro crecimiento económico del país- estaba, en realidad, poniéndolo en grave peligro.

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