¡El agua que usamos no es un desecho!
04 mayo 202024 de abril del 2020
Los retos hídricos que parecían ser una amenaza a futuro son cada día más cercanos y evidentes. Más allá de adoptar tendencias que vayan dirigidas al ahorro del agua, es necesario realizar un cambio importante de paradigma en cuanto a la gestión de la demanda, es decir, reducir el consumo, reusar, reciclar y reutilizar el recurso.……. Esto implica pasar de una economía lineal, en la que el agua se consume y se desecha, a una economía circular, es decir, una economía reparadora y regenerativa.
A últimas fechas se han desarrollado diversas tecnologías que ayudan a tratar el agua que ya ha sido utilizada para algún fin agrícola, industrial, comercial o doméstico. La finalidad de tratar el agua es separar física, química y/o biológicamente los contaminantes adicionados a la misma para poder hacer uso del recurso nuevamente o para regresarlo a los cuerpos de agua sin afectar la vida acuática. A estas formas de tratamiento se les conoce como procesos unitarios.
Los procesos unitarios que se llevan a cabo en estos sistemas de tratamiento se van complejizando según el uso que se le desee dar al agua tratada. A continuación, enlistamos tres pasos en los que se agrupan diversos procesos para tratamiento de agua.
Primer paso (tratamiento primario): se lleva a cabo de manera física por separación, flotación, cribado, entre otros y se conoce también como pretratamiento. Un ejemplo de esto son, las fosas sépticas.
Segundo paso (tratamiento secundario): se completa por acción de microorganismos (bioquímica) o por procesos fisicoquímicos -adición de sustancias químicas que atrapan contaminantes – y normalmente están asociados a reacciones de coagulación-floculación, las cuales sirven para remover los contaminantes disueltos en el agua. Algunos ejemplos de este tipo de tratamiento son: humedales artificiales, lodos activados, filtros percoladores, contactores biológicos rotativos, reactores biológicos secuenciales, entre otros.
Tercer paso (tratamiento terciario): consiste en un pulimiento final para remover nutrientes, desinfectar, reducir de microcontaminantes o sustancias coloidales). Un ejemplo de esto son los purificadores domésticos de agua.
Existen grandes descubrimientos e investigaciones relacionados con la búsqueda y la implementación de nuevas tecnologías de tratamiento de agua a nivel mundial. Sin embargo, existen factores que impiden su aplicación, como la falta de recursos y la voluntad política para aplicar las normativas asociadas al problema.
Entre los principales beneficios de estas soluciones se encuentran: la preservación y conservación del agua; la reducción de contaminantes en los cuerpos de agua superficiales y subterráneos (acuíferos); la prevención de enfermedades causadas por microorganismos patógenos o parásitos presentes en el agua y, por supuesto, la disponibilidad del recurso en todos los hogares.
Es importante aclarar que la adopción y la implementación de nuevas tecnologías en el ámbito rural y urbano requiere de un proceso de acompañamiento y capacitación permanente para conocer los riesgos que existen al no tener soluciones de saneamiento básico y crear consciencia sobre el cuidado, buen uso y mantenimiento que requieren las existentes.
Desde hace algunos se ha propuesto nombrar a los tratamientos de agua residuales como instalaciones de recuperación de los recursos hídricos, Water Resource Recovery Facility (WRRF), con el objetivo de que los sub-productos de los tratamientos de agua sean aprovechados para la obtención de energía, la recuperación de nutrientes, el aprovechamiento de los lodos y biomasa producida, etc, para operar instalaciones de una manera sustentable.
Uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos para la implementación de sistemas de tratamiento con tecnologías de última generación es la falta de interés político y la poca importancia que se le da al tema hoy en día. Al no vivir directamente los efectos de la escasez y de la contaminación del agua, se olvida el impacto y la relevancia del problema.
En México, Centro y Sudamérica no existe una legislación clara ni una cultura del tratamiento de agua a nivel residencial, principalmente en zonas rurales que no cuentan con sistema de drenaje. Por otro lado, los altos costos en la construcción de plantas de tratamiento centralizadas se han convertido en verdaderas murallas para los usuarios finales, quienes no se sienten motivados para la adquisición e implementación de soluciones para un mejor uso del agua.
Para afrontar estos desafíos, los investigadores y especialistas apuntalan a que el futuro de las WRRF debe estar dirigido al menor uso de energía eléctrica, al cumplimiento de la legislación en materia de aguas con precios competitivos, y al aprovechamiento de los sub-productos de los procesos.
Las soluciones ya existen, ahora es importante que como usuarios del recurso, reflexionemos sobre la importancia de exigir el tratamiento del agua que usamos y la aplicación de la legislación correspondiente, así como tener más consciencia de la cantidad de agua que utilizamos al día. El cambio lo hacemos todos.
Especialistas que participaron en la elaboración de esta columna:
Rodolfo Reyna Velarde, doctor en biotecnología y Jefe de Investigación e innovación para agua para beber y sistemas de tratamiento en Grupo Rotoplas.
Liz Arango Muñoz, ingeniera ambiental, maestra en ingeniería de aguas residuales y jefe de saneamiento en el área de Investigación e Innovación en Grupo Rotoplas.