Desoyeron también advertencias extranjeras en Tabasco

20 noviembre 2007

Ciudad de México (20 de noviembre de 2007).- En el problema de las inundaciones en Villahermosa, Tabasco, pesaron más las restricciones presupuestales o el deficiente manejo de los recursos que obligaron a diferir hasta tres años las obras de protección para el control de los desbodamientos, que las advertencias sobre las graves consecuencias que se podrían presentar si quedaban inconclusas, por lo que el capítulo de más anegaciones en esa entidad no está cerrado.

Todos desoyeron las advertencias, pese a tener en sus manos, desde 2003, modelos de simulación matemática ISIS Flow de las empresas Sir William Halcrow & Partners Ltd. y HR Wallingford Ltd., para el pronóstico de inundaciones y presentación de manchas de inundación en la entidad, sobre todo en las zonas urbanas como Villahermosa.

Dichos modelos detectaron con mucha antelación que los sectores más afectados serían los correspondientes a viviendas (de diferente nivel socioeconómico), zonas agrícolas, vialidades urbanas e interurbanas, planteles escolares, unidades médicas, y otros (entre los que destacan las zonas ganaderas, atención a la emergencia, suministro de agua potable, electricidad y comunicaciones, entre otros).

La información del modelo matemático dio cuenta que una inundación mayor a la que se presentó en 1995 y 1999, cuando las autoridades de Protección Civil estimaron pérdidas cuantificables superiores a los 3 mil millones de pesos, y podría traer daños severos a la región en caso de presentarse, tal y como ocurrió.

Costos de los daños

La atención por damnificado en el momento de la emergencia se cuantificó en mil 180 pesos (en 2003); una hectárea ganadera inundada tendría un costo de pérdida inmediata de 644 pesos; un kilómetro de infraestructura carretera dañado, 547 mil 812 pesos; una hectárea inundada de infraestructura de CFE y Pemex, 3 mil 217 y 68 pesos, respectivamente.

Además, una hectárea inundada de infraestructura de agua potable y alcantarillado, 9 mil 259 pesos; el costo de abastecimiento de agua potable por damnificado, 558 pesos; una hectárea inundada vial urbana, 20 mil 702 pesos; una de infraestructura recreativa y comercial urbana, 7 mil 72; una de industria de la construcción, 3 mil 591; y, una de infraestructura y operación hotelera, 5 mil 894 pesos.

A ello habría que agregar que una hectárea de infraestructura y productos en central de abasto se cuantificó en 126 mil 750 pesos; daños a mobiliario, equipo, vehículos, inventarios e inmuebles industriales por hectárea, 118 mil 974 pesos; daños por hectárea a mobiliario, equipo, vehículos, inventarios e inmuebles comerciales, 9 mil 930; daños por hectárea a mobiliario, equipo, vehículos, inventarios e inmuebles de servicios, 6 mil 465; y, pérdida de utilidades por hectárea inundada, 5 mil 418 pesos.

Desoyen alertas

Las subdirecciones General de Programación Regional Frontera Sur de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y Técnica de Gerencia de Estudios de Ingeniería Civil de CFE habían reportado a sus superiores constantemente que “el peligro de inundación en la ciudad de Villahermosa y zona conurbada”, estaba latente y que los daños no sólo serían cuantiosos, sino que detallaron un escenario catastrófico, el cual finalmente se presentó.

En el informe final del proyecto Evaluación Socioeconómica a Nivel de Factibilidad del Proyecto Integral para la Protección contra Inundaciones de la Planicie de los ríos Grijalva y Usumacinta (PICI), cuya copia posee EL UNIVERSAL, quedó claro que este programa fue diseñado exclusivamente para la construcción de bordos, canales y otras obras hidráulicas, cuya finalidad era proteger a las zonas bajas de la planicie tabasqueña, en especial, a la ciudad de Villahermosa y su zona conurbada.

Los modelos de simulación matemáticos contratados demostraban que “a pesar de que el escurrimiento del río Grijalva está prácticamente controlado antes de entrar en la zona de la llanura, gracias a los grandes almacenamientos de las presas La Angostura y Malpaso, el peligro de inundación en la ciudad de Villahermosa, así como en otras zonas urbanas y rurales en el estado de Tabasco, está presente y que los daños potenciales se han incrementado por el crecimiento urbano descontrolado, por el incremento de la erosión en sus partes altas y por el cambio de uso de suelo con fines productivos y de comunicación, en zonas que en forma natural permitían la regulación y el drenaje de las crecientes”.

Estas circunstancias, añade el documento, afectan particularmente a la ciudad de Villahermosa y a la zona del centro del estado, donde en los últimos años los niveles máximos alcanzados han rebasado las condiciones críticas, aun cuando los fenómenos meteorológicos no han presentado condiciones extremas y sin considerar un evento extraordinario que pudiese provocar el derrame en la presa Peñitas, tal y como ocurrieron el pasado miércoles 31 de octubre.

Como quiera que sea, las obras que debieron empezar en 2003 y concluir en 2006, no se concretaron y será hasta 2008 y probablemente 2009, cuando estén terminadas, lo que evidencia que en materia de inundaciones en Tabasco, el capítulo todavía no se cierra.

Por: Noé Cruz

Fuente: El Universal

Sitio web: http://www.eluniversal.com.mx/estados/66701.html

 

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