Biodiversidad y educación ambiental
09 mayo 2018Redacción: Agua.org.mx
La biodiversidad en un sentido amplio se refiere fundamentalmente al número, variedad y variabilidad de los organismos vivos. El término puede aplicarse a la variabilidad genética dentro de una especie, a diferentes especies o a los diferentes ecosistemas en una región. Y abarca también la forma en que cambia de un lugar a otro y con el paso del tiempo[1]
Aproximadamente el 70 por ciento de la diversidad de ecosistemas, especies y genes de nuestro planeta se concentra en sólo 17 países (algunos plantean incluso que en 12) a los que se ha llamado países megadiversos. Pero la distribución de la biodiversidad es aún más irregular; existen en el planeta sitios con características que han permitido que la evolución ocurra sin muchos impedimentos, lo cual favorece la aparición de nuevas variedades y especies.
México ocupa el cuarto lugar entre los países megadiversos[2], aún cuando se ha sugerido que faltan por describir 3.3 veces más especies de las que hasta ahora conocemos[3].
Nuestro país presenta serios problemas de contaminación atmosférica, basura, deforestación, erosión, contaminación de suelos, ríos y lagos; y muchas veces pasa inadvertida por la población la desaparición de especies.
Conservar la biodiversidad no sólo obedece a una cuestión ética o de conciencia ambiental, tiene que ver también con el bienestar social que genera por los beneficios directos e indirectos –servicios ambientales- que el equilibrio ecológico trae para la los seres humanos en temas como alimentación, salud, economía, paz, entre otros; baste citar como ejemplo el hecho de que en México el turismo en áreas naturales protegidas, genera una ganancia mayor a 550 millones de dólares anuales[4].
La educación ambiental juega un papel muy importante en la manera como la sociedad entiende su relación con la naturaleza y el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas con la finalidad de formar hábitos orientados al desarrollo sustentable.
Retomando el modelo de la Pirámide para la acción de AtKisson Group[5] se pueden plantear preguntas básicas para orientar nuestra acción: ¿qué está pasando?, ¿por qué sucede? ¿qué se puede hacer? y ¿cómo hacerlo? Con lo anterior se puede hacer una llamado a la acción con objetivos más detallados.
El desarrollo de la conciencia sobre los problemas ambientales implica no solo la transmisión de conocimientos y la adquisición de competencias, sino también la puesta en marcha de procesos colaborativos y reflexivos acerca de las actitudes, los valores y la participación activa en cada uno de ellos, para generar un aprendizaje significativo e interdisciplinario.
En este contexto, los modelos educativos actuales deben proporcionar información y conocimientos respecto a temas ambientales, impulsar la formación de valores, brindar nuevos enfoques para analizar los problemas ambientales y sus consecuencias, así como aportar alternativas para su solución.
Los beneficios ambientales tales como mitigación de inundaciones y sequías, mantenimiento de zonas costeras, actividades recreativas, purificación de agua, servicios de sumidero, así como mantenimiento de la fertilidad del suelo, son temas que deben orientar el quehacer de la educación ambiental para hacer más comprensible la responsabilidad de la sociedad en el cuidado de los ecosistemas. Trabajar en ese sentido permitirá hacer más evidente el papel primordial que juega la biodiversidad y la gestión del agua en nuestra vida cotidiana y asumirnos como parte integral de los ecosistemas.
La pérdida de la biodiversidad está fuertemente asociada el desconocimiento del ser humano respecto al medio que le rodea. La educación ambiental es una herramienta que puede vincular ambos conceptos. Es un deber aprovecharla.