Nos comentan que la Secretaría de Economía, al mando de Gerardo Ruiz Mateos, la Comisión Nacional del Agua, bajo la tutela de José Luis Luege y la Semarnat, de la que es titular Juan Rafael Elvira, ya analizan la posibilidad de hacer un programa para cambio de tinacos y algunas cisternas a nivel nacional.

El objetivo: generar ahorros del líquido para contrarrestar la escasez que ya se percibe en algunas zonas ante la falta del financiamiento para la creación de plantas tratadoras.

Todo indica que la estrategia es seguir el esquema que hoy ya se implementa para el cambio de refrigeradores, cuya obsolescencia genera hasta 50% más del consumo de energía en los hogares, que se traduce en un consumo de hasta 30% más que con tecnología reciente. De ahí que los ahorros que se reflejarán serán por demás atractivos.

Situación similar se da en los procesos del consumo de agua. Su escasez resulta una bomba de tiempo y de no atenderse la medicina podría impactar otras áreas, pues se están terminando los mantos acuíferos (hoy sólo representan 5% de las áreas verdes que existían a inicio de los 90), y nada se hace por acrecentarlos.

A ello se suma que no se construyen las suficientes plantas residuales y que cada vez más grandes corporativos deben voltear a ver y a atender sus necesidades de abastecimiento de ese líquido, lo que en su mayoría es satisfecho con tecnología extranjera.

Tal cual pasa con el petróleo y la energía, ah, pero el paternalismo es más fuerte que cubrir de una forma más ordenada y regulada las necesidades que exige la evolución del país y de la economía. ¿Será que lo único que se está haciendo es dejar en manos de extranjeros el manejo y la operación de estos servicios, de forma indirecta, al ser las firmas extranjeras las que pueden invertir en tecnología que les permita generar agua sin tantos costos?

Por lo pronto, dichas dependencias ya hacen uso de la tecnología que puede purificar 30 mil litros de agua al día y a su vez purificar el ambiente de ciertas áreas donde se encuentre dicha maquinaria.

Y qué decir de las inversiones que están entrando del extranjero para colocar en México más de cinco mil maquinarias de reciclaje de agua, aunque definitivamente a esta empresa no le interesa competir directamente con las firmas operadoras de agua embotellada, sino convertirlas en sus clientes.

De ahí que los planteamientos que suenan en los pasillos de la Comisión Nacional del Agua y la Semarnat se refieran a que se establezca una regulación que determine el incremento del consumo del líquido de forma gradual, que se generen multas por su desperdicio y que se vayan sustituyendo sistemas de riegos para permitir el reciclaje del agua.

Pero, sobre todo, que pueda establecerse un programa de financiamiento para que las familias que no han cambiado sus cisternas o tinacos en los últimos diez años, puedan realizarlo mediante programas que financien hasta 50% del costo.

En fin, la propuesta todavía está en análisis, pero, sin lugar a dudas, es más que urgente que se tomen cartas reales en el asunto, porque, de lo contrario, los lamentos de bombas de tiempo nacionales seguirán dándose en el corto plazo.