Recientemente, el académico fue propuesto para el Comité de Tarifas de Agua, pero todavía no es nada seguro. Según comentó, lo primero que se habría que discutir es cuánto mide el mandato del organismo.

“Empezaría a discutir eso, cuánto mide el mandato del SIAPA, porque el grupo vulnerable es el que no sale en las estadísticas, es gente que a lo mejor no está informada, se movió de su Estado natal porque no puede vivir y viene a Guadalajara, pero hay que darle cobijo humano, dándole al menos el agua mínima”.

En cuanto al abasto de agua a la ZMG, deben tomarse en cuenta tanto las obras “pequeñas”, como las de gran infraestructura, comentó Flores Elizondo durante el informe del Consejo Académico del Agua.

Lo primero que debió hacerse es un ordenamiento de la ciudad, mencionó el académico; es decir, saber a dónde va el agua, cuántos pozos acuíferos se encuentran extrayendo el agua; también se desconoce quién se está llevando el agua y el déficit del líquido.

En las grandes obras, el acueducto Chapala-Guadalajara debe ser el menos discutido, pues servirá como mantenimiento del ya existente.

“No podemos tener tanta agua comprometida en una sola línea, tiene que haber otra de repuesto (…) pero la gente de Chapala necesita una garantía, un medidor, algo que les diga que sólo se están llevando la concesión; se va a pudrir de viejo el acueducto viejo y vamos a utilizar el nuevo, pues sí”.

Más cultura del agua

Por su parte, el investigador de la Universidad Panamericana, Manuel Montenegro, lamentó la falta de cultura de ahorro del agua en la sociedad, lo que provoca que la gente la siga desperdiciando, al no saber lo que vale.

Más que imponer medidas severas, se requiere de hacer saber a la población que el agua puede acabarse.

“Tiene más cultura la gente del medio rural que la citadina, porque el medio rural le suda para tener el agua en su hogar, y esas cubetas que lleva cargando, si se le caen gotas, le cuesta”.

Entre los cambios estratégicos que se busca hacer en el SIAPA, apuntó que debe contar con personal más eficiente, que no haya fugas y que llegue bien a las casas, con suficiente presión. Así, se lograría que la gente valore más el líquido y lo pague.

Fuente: Informador / Thamara Villaseñor

06 de septiembre de 2012