Escuelas sin agua, farsa sanitaria

12 mayo 2009

    Ricardo Alemán

Fuente: TabascoHoy.com

Itinerario Político
Publicado:  martes 12 mayo 2009 | 03:04 hrs.

El exclusivo Colegio Tepeyac, donde recibió buena parte de su formación Alonso Lujambio —hoy secretario de Educación—, nunca ha sufrido carencia de agua; sea para los servicios básicos, sea para sus bien cuidados espacios deportivos. Sin agua no hay educación, se dice en esa y otras instituciones.

Acaso por eso —porque nunca se ha parado en una escuela pública de las miles que en todo el país no cuentan con servicio elemental de agua para básicos como lavarse las manos, ya no se diga las que no llegan ni a baños, lo que supone la escuela convertida en muladar—, el secretario Lujambio se aventó una ocurrencia propia de la prehistoria —en realidad una ofensa mayor—, cuando debió responder al problema del agua en las escuelas de todo el país.

Dijo: “Cada escuela debe encontrar el mejor modo de enfrentar el problema del agua”. ¿El mejor modo, secretario? ¿Y la responsabilidad de la SEP? ¿Se habrá dado cuenta el señor secretario de la barbaridad que dijo? ¿Para eso fue llevado a la titularidad de Educación? ¿O piensa que entre los mejores modos de enfrentar el problema del agua están los de colocar “diablitos para el agua”, “ordeñas clandestinas” o, en el extremo, esperar que los niños evolucionen hasta convertirse en camellos humanos para que carguen su propia agua para lavarse las manos y asear los baños?

Está claro que Alonso Lujambio ni entendió el problema que tiene enfrente, y menos supo lo que dijo. Salió al paso con la primera ocurrencia. En México, según la información periodística, 26 mil escuelas de todo el territorio mexicano no cuentan con agua, en tanto que 23 mil no tienen instalaciones sanitarias —ni siquiera fosas sépticas—, mientras que en el Distrito Federal se calcula que 40% de las escuelas no tienen servicio de agua. ¿Qué quiere decir todo lo anterior?

Poca cosa, que millones de niños mexicanos estudian, reciben su formación básica y aprenden los primeros fundamentos formativos en verdaderos muladares. ¿Y cuál es la respuesta del Estado mexicano, en voz del responsable de Educación Pública? Sí, lo más parecido al foxiato: “Que cada quien le haga como pueda”. Dice Lujambio. Todo indica que el titular de la SEP no sabe donde está parado.

No entiende que la mayoría de las escuelas de todo el país están de pie casi de milagro —porque salvo un reciente programa, el mantenimiento no existe—, desconoce que la papelería que utilizan los maestros proviene de las cada vez más escasas “cuotas voluntarias” de los padres de familia, que conserjes, vigilantes o encargados de las escuelas se llevan a sus casas el escaso equipo de limpieza que se entrega, y que el costo del agua y la luz en las escuelas públicas está a cargo de los impuestos de todos, porque no la paga nadie.

La respuesta de un hombre de Estado —como está claro que no lo es Lujambio—, debió ser el compromiso con una escuela pública que cuente con los mínimos sanitarios, como el agua. Los organismos internacionales colocan la carencia de agua corriente en las casas como uno de los signos de atraso y subdesarrollo. El Estado mexicano se empeña en revertir esa situación. Pero existe una brutal contradicción cuando en las escuelas no hay agua. Pero esa es sólo una parte del problema.

El tema de fondo es la deficiente cultura sanitaria de millones de familias, cuyos hijos van a la escuela no a construir la cultura y los hábitos de la limpieza, sino a reproducir la costumbre de la indiferencia a la limpieza. ¿Cómo se le puede pedir a un maestro que enseñe a los niños la cultura de lavarse las manos frecuentemente, luego de ir al baño, de permanecer aseados en la escuela, si en éstas no hay agua, ni baños… pero sobre todo, si la cultura de la indiferencia viene del mismo secretario de Educación, el maestro Alonso Lujambio.

Si Lujambio se compromete a que todas las escuelas del país tengan agua y baños al concluir su gestión en la SEP, y que los programas de higiene y sanidad alcancen estándares de un país desarrollado, habrá hecho mucho por la educación. Habrá desquitado el sueldo. Pero eso es mucho pedir, su interés está en otro lado. Al tiempo.

En el camino

El gobierno federal prepara una agresiva campaña en todo el mundo para estimular el turismo y dispersar los rumores negativos contra México, a causa de la pandemia de gripe humana. La idea es reactivar la industria turística. Pero la promoción se hará en un par de meses, cuando haya amainado la embestida. De lo contrario, será dinero tirado a la basura. Por cierto, en el GDF ya echarán a caminar un programa parecido.

aleman2@prodigy.net.mx
WEBLOG: http://blogs.eluniversal.com.mx/laotra/ 

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