No más parches ante el desastre

07 julio 2010

7 de julio de 2010

Fuente: El Universal

Llegó un nuevo periodo de lluvias al país. Como cada año, ocurrirán inundaciones, deslaves, pérdidas de cultivos, ciudades incomunicadas, fallecimientos y desapariciones. Es imposible predecir todas las acciones de la naturaleza y algunas de ellas son incontenibles, pero si ya sabemos que esos desastres no sólo son constantes sino que se incrementarán en el futuro debido al cambio climático, tendríamos que hacer algo más que sólo construir barricadas y confiar en la suerte. Una planeación más inteligente mitigaría los efectos de las condiciones climáticas extremas y al mismo tiempo permitiría aprovechar los recursos que éstas pueden proveer.

México es un país de alto riesgo en la materia. Las mismas características climatológicas y geográficas que le brindan una amplia riqueza natural también lo hacen más propenso a los desastres. Tiene a su alrededor los dos océanos más grandes y su ubicación —justo arriba del trópico— le hace particularmente vulnerable a los huracanes. Por si no fuera suficiente, el país tiene en la costa del Pacífico la placa tectónica de Cocos, lo cual ocasiona sismos constantes, algunos de ellos de alto rango.

Existen avances en la prevención y reacción frente a los desastres naturales. Después de tragedias como la del terremoto de 1985 o el huracán Stan en 2005 se ha mejorado la infraestructura y los protocolos de protección civil de tal forma que las víctimas humanas en algunos casos más recientes se han reducido a cero. Sin embargo, negligencias como la inundación de Chalco en febrero de este año o el fracasado relleno de arena en las playas de Cancún tras el paso del huracán Wilma —en los últimos cinco años— muestran lo poco que hemos avanzado en ponderar el impacto de los desastres naturales a largo plazo, así como las formas más eficientes de lidiar con ellos.

¿Por qué insistir en llevar el agua de lluvia hacia el desagüe en lugar de aprovecharla en un valle de México que pierde aceleradamente su abastecimiento de agua? ¿Por qué seguir rellenando con toneladas de arena las playas de Cancún cuando dicho proyecto, lejos de mostrar resultados, empeora la situación ambiental de la zona? ¿No sería mejor restaurar los manglares que sirven de barrera natural contra los huracanes y así conservar de forma natural la arena? Pareciera que estas cuestiones son desdeñadas por la inmediatez de las políticas públicas de los gobiernos estatales y federal. Se solucionan en el corto plazo los problemas, pero a largo plazo las consecuencias resultan aun peores.

Aprovechar el agua de lluvia o preservar los manglares es menos redituable políticamente que construir carreteras, pero demuestra a la ciudadanía, a mediano plazo, la estatura de sus gobernantes.

Artículos relacionados
Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El crecimiento de las ciudades sin planificación modifica por completo el ciclo del agua.  ¿Cómo podemos incorporar el agua en las dinámicas de la ciudad?  ¿Conoces a las ciudades esponja?   ¿Qué sabes sobre el tema?

¡Pon a prueba tus conocimientos en este tema! ¡Y diviértete!

 Ir a la trivia