Ciudad de México  (6 noviembre 2008).- Pese a los prometedores avances de las nanociencias y la nanotecnología, que incluyen aplicaciones en campos como la medicina y el medio ambiente, expertos coinciden en la necesidad de dedicar esfuerzos para analizar sus efectos biológicos y ambientales en México.

Durante el encuentro multidisciplinario Nanomex 08, organizado esta semana por la UNAM, funcionarios, expertos y empresarios reconocieron la urgencia de acompañar el desarrollo de la ciencia básica y la nanotecnología en esta área con estudios que permitan medir, por ejemplo, la toxicidad de las nanopartículas o su biocompatibilidad con organismos.

Sólo el trabajo interdisciplinario —de físicos, biólogos, ingenieros, matemáticos, entre otros— permitirá abordar el tema desde este ángulo, aseguraron los ponentes del primer encuentro de este tipo organizado en el País.

Las aplicaciones mostradas por los especialistas mexicanos incluyeron el diseño de ventanas inteligentes para controlar la entrada de luz, el uso de nanopartículas para mejorar la radioterapia contra el cáncer, el desarrollo de nanocatalizadores para la industria petrolera y la aplicación de nanoestructuras para celdas solares, entre otros.

"La ciencia y la tecnología han llegado a tal grado de complejidad que ya no se puede hablar de una certidumbre científica total. La cuestión es ¿Cómo manejamos la incertidumbre y el riesgo?", cuestiona el economista Gian Carlo Delgado, coordinador de Nanomex 08.

"El problema es saber si las nanoestructuras son tóxicas o no, pero estas investigaciones necesitan financiamiento y políticas adecuadas", añade el investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

El campo de aplicación médica es, por razones obvias, el más controversial.

¿Qué ocurre cuando se introducen nanopartículas de plata en el organismo para controlar un virus?, ¿Cómo asimilan las células estas partículas y cómo se degradan? Estas son algunas de las preguntas hechas por los nanotecnólogos.

Jorge Ascencio, del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, con sede en Morelos, trabaja con varias líneas de investigación que van desde la medicina hasta la industria petrolera. Una de ellas incluye un estudio para usar nanopartículas de radionúclidos contra el cáncer, usando radioterapia localizada que permite degradar tumores.

Como parte de su investigación, explicó en un taller impartido previo a Nanomex, se realizan actualmente estudios de biocompatibilidad en ratones y perros para determinar la toxicidad de las nanopartículas.

"En la nanomedicina se necesita aún controlar el tamaño y número de los átomos, la biocompatibilidad y la determinación del tamaño de las piezas, entre otras cuestiones", dijo Ascencio.

La falta de un marco regulatorio y un programa nacional en la materia, ha argumentado Delgado, autor del libro Guerra por lo invisible: Negocio, Implicaciones y Riesgos de la Nanotecnología (UNAM, 2008) propician que este tipo de trabajos se hagan más a voluntad del investigador que por incentivos del sistema de investigación.

"Es más premiada una patente de un producto de la nanotecnología que una investigación sobre el impacto de los nanotubos en el pez róbalo, por ejemplo".

ESTUDIOS NANOTOXICOLÓGICOS

Aunque las aplicaciones en nanomedicina son prometedoras, científicos europeos coinciden en la necesidad de realizar más análisis de la toxicidad de nanopartículas y nanoestructuras.

Un extenso estudio realizado en 2004 por la Sociedad Real de Londres estableció que "la evidencia sugiere que al menos algunas nanopartículas manufacturadas serán más tóxicas por unidad de masa que partículas más grandes del mismo químico", y que "es posible que estas nanopartículas penetren las células".

Recientemente, científicos del Centro Médico de la Universidad de Rochester mostraron que un tipo de nanopartículas son capaces de pasar a través de la piel de un tipo de roedor utilizado para estudiar los efectos de la luz solar.

Según los investigadores, se trata de la evidencia más sólida hasta ahora que indica que algunas nanopartículas son tan pequeñas que pueden atravesar la piel, especialmente cuando ésta ha sido dañada.

"Las implicaciones para la salud de las nanopartículas en el cuerpo son aún inciertas", afirma Lisa DeLouise, autora del estudio.