El agua: ¿un mercado emergente para América Latina?

26 mayo 2009

 

El Universal, opinión / 25 de 2009
Javier Santiso

España ha sido un país que apostó por América Latina. En el pasado, sus empresas invirtieron masivamente en el continente y la política exterior española se volcó también hacia Latinoamérica.

Otra prueba de este interés es el recién creado Fondo Español de Agua y Saneamiento para América Latina y el Caribe, impulsado por el gobierno de España con la agencia española de cooperación (AECID) como operador principal y en el cual colaborará el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este fondo, lanzado oficialmente en la Cumbre Iberoamericana del 2007 realizada en Chile, arranca con una dotación inicial de 600 millones de euros y podría estar en el futuro dotado hasta de mil 500 millones de dólares, una cantidad muy respetable.

Tras la reciente reunión anual del BID a finales de marzo en Colombia, vale la pena detenerse en esta iniciativa que confirma de nuevo la importancia de América Latina para España. Con cerca de mil 100 millones de euros de ayuda volcados hacia América Latina en 2007, España es uno de los principales países donantes de la región, justo por detrás de Estados Unidos. En promedio, los donantes internacionales sólo destinan 10% de sus ayudas al desarrollo a América Latina, mientras España destina más del 40% del total de su cooperación.

La creación del Fondo del Agua anticipa lo que es y será uno de los principales retos mundiales. Más allá de la crisis económica y financiera actual, las necesidades derivadas del agua (y de los alimentos) constituyen uno de los grandes desafíos de la humanidad. Esta apuesta también apunta a una de las grandes bazas que posee América Latina: sus recursos hidráulicos. Si bien el agua potable escasea en muchos poblados y ciudades de la región, la paradoja es que, en su conjunto, América Latina posee una de las mayores reservas mundiales de este oro azul.

El objetivo del Fondo señalado es acelerar la expansión de la cobertura de los servicios de agua potable y saneamiento entre la población. Las necesidades en la región son inmensas: Las cifras del BID señalan que alrededor de 85 millones de personas aún no cuentan con acceso a agua potable en América Latina y el Caribe, y más de 100 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento.

Todas estas cifras apuntan en la misma dirección: la necesidad de actuar en este ámbito es alarmante. Otra manera de encarar este desafío es analizar las oportunidades que pueden generar los mercados del agua. La comercialización de esta materia prima es difícil, tanto económica como política y socialmente. Sin embargo, llama la atención el hecho de que América Latina sea una de las regiones mejor dotadas de este tipo de recurso frente a otras, en particular zonas como Oriente Medio o el arco asiático en desarrollo acelerado que abarca a China, Corea y Japón. De ser exportable, América Latina podría convertirse en un gigante mundial para estos mercados, abasteciendo de agua y alimentos a zonas que si bien carecen de agua, poseen activos financieros en abundancia.

Podríamos imaginar un fondo de inversión en sectores directamente vinculados al tema del agua, como el sector alimentario. Dicho fondo podría perseguir objetivos de desarrollo y financieros, es decir, buscar sostenibilidad económica. Ambos objetivos no son antinómicos, como ha demostrado el premio Nobel Mohamed Yunus, el impulsor y padre de los microcréditos. Yunus, de hecho, acaba de crear con su Grameen Bank y Veolia Water, la Grameen-Veolia Water Ltd, para suministrar agua potable en Bangladesh.

La cooperación internacional, en su vertiente más innovadora, impulsa también cada vez más vehículos de inversión y de capital riesgo, como demuestran agencias británicas como DFID y CDC, o la holandesa FMO. A éstas se suman agencias de cooperación o países que fomentaron fondos de inversiones buscando apostar por empresas en países en desarrollo, compaginando objetivos de rendimiento económico con la contribución al desarrollo. La cooperación suiza creó una institución de capital riesgo, SIFEM (Swiss Investment Fund for Emerging Markets), dotada de 300 millones de dólares. Antes, los suecos a través de Swedfund, los noruegos con Norfund, los finlandeses con FinnFund, y los daneses con IFU, hicieron lo mismo. España posee una agencia comparable, COFIDES, que también busca innovar en este ámbito y cuya actividad se podría potenciar.

Por regla general, estos fondos invierten relativamente menos en América Latina que en otras regiones. Swedfund, por ejemplo, dedica apenas 7% de sus inversiones a la región, mientras destina 40% a África. Existe por lo tanto un nicho importante para un vehículo de inversión público-privado que apueste por América Latina, y el sector del agua podría ser una de sus ejes estratégicos y temáticos (unida a otros sectores como alimentos, infraestructuras, o energías renovables).

España también podría dotarse de un fondo público-privado con una vertiente inversora que combinara una doble especialización: geográfica (América Latina) y sectorial (agua). Incluso podría combinar sus recursos y aportes con otros provenientes de empresas privadas. Esta estrategia de combinar recursos públicos y privados fue de hecho la seguida por el Emerging Africa Infrastructure Fund, dotado de 365 millones de dólares y creado en 2002 por el gobierno inglés, junto con las cooperaciones suiza, sueca y bancos privados como el británico Barclays y el sudafricano Standard Bank.

Otras instituciones internacionales o regionales como la Corporación Andina de Fomento, que acaba de aprobar 90 millones de dólares de inversiones en los sectores del agua y de saneamiento a finales del 2008, también podrían participar en este tipo de iniciativas, al igual que el BNDES brasileño, igualmente interesado en proyectos vinculados al agua y saneamiento.

También podrían participar instituciones financieras del Golfo o de Asia, en particular los fondos soberanos, en búsqueda de diversificación de activos e ubicados en países carentes de agua y con la necesidad de asegurarse abastecimiento de alimentos. Recientemente, Kuwait Investment Company invirtió 400 millones de dólares en un fondo vinculado al agua y gestionado por Instrata Capital, una gestora basada en Bahrein. Temasek, el fondo soberano de Singapur, abrió oficinas en América Latina, concretamente en México y Brasil.

Existe, pues, una paradoja latinoamericana: la región es una de las más ricas en agua del mundo —según Naciones Unidas, América Latina concentra 26% de la oferta de agua mundial— pero carece de empresas globales en este sector. Las iniciativas desarrolladas en torno al tema del agua son bienvenidas, pero nos recuerdan que hay que indagar más allá de la espuma de los días, como escribía Boris Vian. Existe un océano de desafíos que enfrentar, y conviene hacerlo con innovación e imaginación.

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