Un nuevo deslizamiento reaviva el pánico en Río de Janeiro
08 abril 2010* Las víctimas se elevan a 153 y los equipos de socorro creen que puede haber más de 200 personas sepultadas
08 de abril de 2010
Fuente: El País
Un nuevo deslizamiento de tierra a última hora de ayer en la favela Morro de Bumba, ubicada en el municipio Niteroi, ligado a Río de Janeiro a través de un largo puente que atraviesa la Bahía de Guanabara, ha sepultado un conglomerado de 60 viviendas y se calcula que unas 200 personas aun podrían estar atrapadas bajo el barro y los escombros. Según el cuerpo de bomberos, es prácticamente imposible que pueda haber supervivientes.
Se trata del último episodio de un rosario de tragedias que desde el lunes azota el Estado de Río de Janerio, bajo lluvias torrenciales, enormes inundaciones, deslizamientos de tierra y derrumbamientos de casas. Como siempre, la peor parte se la llevan los más pobres, y en Río los pobres viven en las favelas.
Tras esta desagracia, el saldo de víctimas mortales sube a 153, pero lo previsible es que esta cifra aumente considerablemente en los próximos días. De hecho, las esperanzas de encontrar cuerpos con vida en el Morro de Bumba son tan escasas que los equipos de rescate ya están trabajando con palas mecánicas y no manualmente.
Según la alcaldía de Niteroi, las casas afectadas fueron construidas sobre un antiguo vertedero, de manera que al recibir la avalancha de tierra y agua las viviendas se hundieron en un amasijo de desechos y fango. Las imágenes aéreas impresionan: en un cerro poblado de vegetación se distingue una gran lengua de tierra que se ha tragado parte de la favela.
Durante las primeras horas tras el siniestro, los bomberos lograron rescatar 56 personas con vida, entre ellas ocho niños de una guardería que funcionaba en la zona. En todo el estado de Río, más de 160 heridos de diversa gravedad se han contabilizado desde el lunes y unas 15.000 personas han tenido que abandonar su vivienda. Diversos barrios de la capital -principalmente los más pudientes- recobran poco a poco su ritmo de vida habitual. La preocupación se concentra ahora en las favelas donde sigue existiendo el riesgo de derrumbes, ya que la tierra continúa húmeda.
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