Mi historia para la Cumbre de Ciudades de Vanguardia

12 noviembre 2010

12 de noviembre de 2010

Fuante: La Crónica de Hoy

Por Juan José Huerta

Del 16 al 21 de noviembre se realizará en esta ciudad la Cumbre Mundial de Alcaldes y Gobiernos Locales, orientada a “hacer frente a las crisis mundiales con sus impactos locales, contribuir a una gobernabilidad local más eficiente e imaginar las ciudades del año 2030”. Se discutirán temas como vivir, trabajar y moverse en la ciudad, dar forma a la ciudad, innovar en los servicios públicos. En el programa del evento figura también la Cumbre Mundial de Alcaldes sobre el Clima, que se llevará a cabo el 21 de noviembre, con la intención de hacer conciencia sobre el cambio climático.

Por supuesto que la ciudad de México, por su historia, por su importancia y su grandeza, por sus tradiciones y sus gentes, merece el honor de que tales cumbres sean realizadas aquí. Donde entra una fuerte duda es en el grado de compromiso que el anfitrión de las mismas, el gobierno de esta ciudad, tiene con los objetivos declarados de las reuniones, vistas sus evidentes fallas, que se pueden detallar, que desafortunadamente no hacen de esta ciudad una de vanguardia, como pomposamente se declara, sino una muy atrasada en el mundo en materia de gestión urbana y de innovación administrativa. Esto podrá ser corroborado muy fácilmente por los participantes, cuando realicen las programadas “visitas técnicas a la ciudad”, a las que invita el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, “para conocer experiencias de aplicación de políticas públicas (entre ellas) usos del espacio público y el rescate del Centro Histórico, medio ambiente y manejo sustentable del agua” (ja, ja).

Aprovechando desde ya estos eventos, el Gobierno del DF ha estado publicando propaganda en los medios de comunicación donde aparece, junto a retratos de habitantes de la ciudad, una leyenda que dice: “Mi historia forma parte de la Cumbre de Ciudades de Vanguardia”. Bueno, he aquí mi historia, que estoy seguro que muchos capitalinos comparten:

“Moverse en la ciudad, dar forma a la ciudad”. El manejo sustentable para evitar el cambio climático ha de ser una política congruente en los variados aspectos de la ecología pero, ¿qué pasa en el DF al respecto? Cuando en las ciudades de vanguardia hace décadas que se abandonó el modelo de vías elevadas para canalizar el tráfico de vehículos, dados su altísimo costo y su inutilidad, aquí en la ciudad de México se retomó, reforzado, ese modelo: con nula transparencia en cuanto a su financiamiento, se construyó una primera parte del segundo piso al Periférico, que se amenaza con continuar, igual que se prosigue autoritariamente con otro proyecto del mismo tipo, la Supervía Poniente, no importa que los expertos y ciudadanos informados muestren los perniciosos efectos de dichas obras en la afectación de suelos de conservación, en la captación de aguas pluviales, en el paisaje de esta ciudad, llena ya de estorbosas estructuras elevadas para facilitar el uso de vehículos particulares, con el descuido inherente al transporte público.

Sí, aparte algunos proyectos válidos, como el Metrobús, el atraso, la mala gestión, el desorden vial y las corruptelas caracterizan las redes de autobuses y microbuses y el sistema de taxis de la ciudad, con vehículos viejísimos, contaminantes del ambiente, anárquicos recorridos y paradas, y estaciones terminales que son un verdadero asco; la autoridad capitalina, ineficaz para reordenar estos “paraderos” de autobuses urbanos, impulsa la solución fácil de cederlos en concesión a grandes empresas privadas, permitiendo así la apropiación creciente de los espacios públicos para fines de lucro, como también hace con los “bajopuentes” de las vías elevadas, el subsuelo de plazas públicas concesionado para estacionamientos subterráneos o con los espacios de tránsito de usuarios en el Metro, para comercios de todo tipo, ahogado el Metro financieramente con la demagógica política de bajas tarifas, que compromete también su mantenimiento adecuado; incluso, se pretende otorgar una nueva línea del Metrobús a una gran empresa de transporte, en detrimento de los derechos adquiridos en muchos años por dueños de microbuses. Para el gobierno de la ciudad de México, el tema de “invertir en la ciudad” es ceder su administración a la gran empresa privada.

“Trabajar en la ciudad”. Los alcaldes participantes en las cumbres no deberán caminar mucho alrededor de la sedes de éstas para comprobar que en la ciudad de México el comercio informal y las actividades conexas –franeleros, limpiaparabrisas– proliferan e invaden las aceras, las plazas, los jardines, salidas del Metro y de hospitales, paraderos de autobuses, sin que haya autoridad alguna que pueda impedirlo o controlarlo. En muchos lugares se deja esta tarea a los comerciantes establecidos, que no hallan otro recurso que construir grandes “jardineras” en las aceras, que en verdad no dejan establecerse a los ambulantes… pero que tampoco dejan circular a los peatones.

Así, el modo de gobernar es el de la autoridad que no se ejerce, la libertad de dejar a los más audaces hacer lo que quieren; la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial puede denunciar obras de construcción que violan la reglamentación de uso de suelo o cuyos dueños utilizan documentos falsos y la autoridad no las detiene; invasores de terrenos se salen con la suya y lo más que la autoridad llega a hacer es “regularizarlos”. La gobernabilidad también se obtiene con el control clientelar de grupos sociales: a los más débiles, con apoyos monetarios o en especie; a los poderosos, con grandes contratos de obra pública otorgados directamente.

“Innovar en la ciudad”. Grandes desafíos para la ciudad de aquí al año 2030 son el abastecimiento de agua y la disposición de basura de todas clases: residuos sólidos, líquidos, materiales peligrosos, y uno esperaría un trabajo arduo de innovación y de preparación para evitar un colapso y para asegurar la sustentabilidad en ese plazo. Pero no, son modestísimos los proyectos de captación del agua de lluvia para retroalimentar los mantos freáticos, de donde proviene el 66 por ciento del agua utilizada; tampoco se destacan los proyectos de ahorro y reutilización del agua usada, pero sí es muy notable la disminución acelerada, por canalla descuido en su preservación, de los suelos naturales por donde se filtra el agua de lluvia para alimentar esos mantos. Existe una Ley de Residuos Sólidos pero su aplicación está en pañales.

Existe también un atraso evidente en el uso sustentable de la energía en la ciudad y en la contención del cambio climático, pero no se aprecia esfuerzo alguno en el gobierno capitalino para innovar en esta materia, aunque, eso sí, el jefe de gobierno produzca muchas declaraciones al respecto. Se inventan proyectos impresionistas, como líneas de trolebuses “Cero Emisiones” o las “Azoteas Verdes”, cuya ecuación energética dista de ser positiva, los trolebuses, aunque eléctricos, son unidades antiguas, muy pesadas y estorbosas para la circulación de otros vehículos; las azoteas con plantas, porque en una ciudad con escasez de agua y temporada de lluvias limitada a algunos meses, resultará oneroso en energía elevar el agua para regarlas. Sorprendería el cálculo de la contribución al cambio climático de los miles de “topes” a la circulación que sufre esta ciudad.

La planeación urbana se ha abandonado y se gobierna con ocurrencias “absurdas e ignorantes”, como la decisión del Gobierno del Distrito Federal de instalar un elevador en el Monumento a la Revolución, como se queja con mucha razón el presidente de la Asociación Mexicana de Urbanistas, Joaquín Álvarez Ordóñez. Aunque el agua es escasa, se instalan muchas fuentes, que luego dejan de funcionar; o se plantan árboles sin ton ni son y se erigen estatuas o monumentos vulgares que echan a perder la perspectiva de la ciudad.

No se necesita estar de acuerdo con algunas de sus propuestas radicales para reconocer los valiosos esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil, como Klimaforum10 (www.klimaforum10.org), que planea organizar mesas redondas alternativas a las Cumbres de los Alcaldes, con temas como los siguientes: el automóvil y la movilidad urbana; la extracción y trasvase de agua; la pavimentación del territorio; el gigantismo, la verticalización y la terciarización urbana; los megaproyectos urbanos; los humedales, campos de cultivo, áreas ajardinadas, parques, bosques urbanos y el suelo de conservación; la recolección, la transferencia y el confinamiento de residuos; la producción de residuos peligrosos en la ciudad; los gobiernos en la Cuenca de México y el cambio climático.

Seguramente la ciudad de México deslumbrará a los participantes en las cumbres, tal es su grandeza y son muchas las riquezas que atesora, pero las historias descritas allí están, comprometiendo la sustentabilidad a largo plazo de esta metrópoli.

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