Las tensiones a lo largo de la frontera entre EEUU y México van en aumento, pero en este caso, no están impulsadas por la migración, sino por el agua.
Un tratado de 80 años de antigüedad obliga a ambas naciones a compartir las aguas de los ríos Colorado y Río Grande. Recientemente, la grave sequía y el calor extremo dificultaron la capacidad de México para cumplir con sus obligaciones.
Los agricultores tejanos, gravemente afectados por la falta de lluvias, se sienten cada vez más desilusionados por el retraso de México en el suministro de agua.