Los países ricos deben costear lucha contra el cambio climático: ONU

28 noviembre 2007

Brasilia, Brasil (27 de noviembre de 2007).- El mundo desarrollado debe asumir la mayor parte de la responsabilidad y de los costos de la lucha por frenar el proceso de cambio climático, pese a que los países en desarrollo de mayor ingreso no pueden eximirse de la tarea de reducir sus emisiones de gases contaminantes.

Este es el mensaje del Informe sobre Desarrollo Humano 2007 lanzado hoy en Brasilia por los programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y para el Medio Ambiente (PNUMA), que advierte que la contribución de los países menos desarrollados debe hacerse sin causar daños a su crecimiento económico.

“Muchos países de ingreso mediano se están convirtiendo en emisores significativos (de gases de efecto invernadero) en términos agregados, pero no tienen la deuda de carbono con el mundo que han acumulado las naciones desarrolladas y, en términos per cápita, aún siguen siendo emisores pequeños”, afirma el documento.

Asimismo, subraya que “los países desarrollados deben asumir el liderazgo, ya que tienen la responsabilidad histórica del problema”, y además “cuentan con los recursos financieros y las capacidades tecnológicas para aplicar reducciones profundas y prontas en los niveles de las emisiones”.

Equidad, principio básico

Pese a que advierte que “la credibilidad de cualquier acuerdo multilateral dependerá de la participación de los principales emisores del mundo en desarrollo”, el informe señala que, “en función del principio básico de equidad y el imperativo de ampliar el acceso a la energía, los países en desarrollo deben contar con la flexibilidad suficiente para hacer la transición hacia un crecimiento bajo en emisiones de carbono a un ritmo coherente con sus capacidades”.

En este sentido, el documento considera esencial que el tratado sobre cambio climático que remplazará, a partir de 2012, el Protocolo de Kyoto contemple “sistemas de financiamiento y transferencias tecnológicas capaces de derribar obstáculos que impiden la inversión inmediata en tecnologías con bajas emisiones de carbono”.

Además, indica que los esfuerzos de mitigación se fortalecerían con una cooperación destinada a apoyar la conservación y la gestión sostenible de los bosques tropicales”.

En cuanto a la reducción de las emisiones, el documento apunta que el acuerdo debería permitirles a los países en desarrollo alcanzar un tope en 2020, “para luego aplicar reducciones del 20 por ciento antes de 2050”.

Mucho más duras son las recomendaciones para las naciones desarrolladas, que “deberían reducir sus emisiones en por lo menos 80 por ciento, con reducciones de 30 por ciento de aquí hasta el año 2020”.

El documento lanza duras críticas a los países ricos, acusados de no reflejar en acciones concretas sus compromisos y discursos de preocupación por el cambio climático.

Según el informe, “los pobres del mundo y las futuras generaciones no pueden permitirse la complacencia y las evasivas que todavía caracterizan las negociaciones internacionales sobre cambio climático”.

Entre los ejemplos, el documento expone los aranceles dictados por la Unión Europea y Estados Unidos para la importación del etanol brasileño que, al ser producido con base en la caña de azúcar, es “más eficiente para reducir las emisiones de carbono.

“El problema es que las importaciones de etanol brasileño están limitadas por altos aranceles, cuya eliminación generaría beneficios no sólo para Brasil, sino también para mitigar el cambio climático”, puntualiza.

El documento critica duramente los escasos recursos financieros de los países desarrollados para ayudar a las naciones pobres, que son las más vulnerables y que más necesitan ayuda para adaptarse a las consecuencias del cambio climático.

“Según las palabras de Desmond Tutu, ex arzobispo de Ciudad del Cabo, vamos camino a un verdadero apartheid en cuanto a adaptación”, dice el informe, que apunta que el financiamiento internacional alcanza hasta ahora unos 26 millones de dólares, “que equivale a lo que gasta en una semana el programa de protección contra inundaciones del Reino Unido”.

Recuerda que los fondos comprometidos con programas de adaptación suman 279 millones “para ser desembolsados en el transcurso de varios años.

“Aunque es una mejora respecto del compromiso anterior, es sólo una parte de lo que se necesita y representa menos de la mitad de lo que el estado germano de Baden-Würtemberg asignará al fortalecimiento de sus diques de protección”, agrega el documento, en el cual se estima en 86 mil millones de dólares hasta 2016 el monto necesario para un programa de adaptación eficaz en los países en desarrollo.

Obstáculos para ingresar al mercado

El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, propuso crear aranceles sobre importación de petróleo para estimular el uso de biocombustibles.

En un discurso pronunciado durante la ceremonia en la que se dio a conocer el informe, el mandatario recordó que el etanol brasileño enfrenta pesados aranceles que limitan su acceso a los mercados de los países desarrollados.

“Para que Brasil exporte el etanol hay una sobretasa enorme, que casi duplica el precio. Sin embargo, el petróleo comprado de los países productores no paga arancel alguno. ¿Dónde está el equilibrio comercial? ¿Dónde está la voluntad de descontaminar el planeta? ¿Dónde está la voluntad de disminuir el efecto invernadero? Podrían empezar poniendo arancel al petróleo”, dijo Lula da Silva.

El presidente brasileño fustigó, asimismo, la decisión de Estados Unidos de mantener la producción de etanol con base en el maíz, pese a que ya se ha comprobado que es más eficiente sacar el producto de la caña de azúcar, como hace Brasil.

Según Lula, esa decisión demuestra que los gobernantes toman en consideración los intereses político-electorales y económicos internos, y no la grave situación del clima.

“Estados Unidos seguirá produciendo etanol de maíz, porque los que votan en ese país son los productores del grano”, afirmó.

La posición del mandatario brasileño fue apoyada por el director de desarrollo humano del PNUD, Kevin Watkins, quien afirmó que el programa brasileño de etanol reduce el impacto de las emisiones de carbono en la atmósfera y que la producción del producto con base en la caña de azúcar es más eficiente que el modelo estadunidense.

Por: DPA

Fuente: La Jornada

Sitio web: http://www.jornada.unam.mx/2007/11/28/index.php?section=ciencias&article=a02n1cie

 

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