Acceso al agua potable y las botellas

12 marzo 2014

  

Ocurrió cuando en una aldea bastante alejada de la ciudad, descansaba después de un safari fotográfico. Subido arriba de una loma polvorienta, observaba los movimientos de la gente, una mujer nativa que cargaba a su bebé de meses de nacido le llamó la atención, se preparaba para traer el agua del día, penosamente, con su bebé en un brazo, cargó el balde y se encaminó al lugar donde lo llenaría con el valioso líquido. El hombre de negocios recorrió con su vista a su alrededor y no vio señales de agua cercanas. En efecto, la mujer tenía que recorrer varios kilómetros de ida y otro tantos de regreso con el balde lleno, y así todos los días.

Pensó en cómo ayudar, cuando llegó a su ciudad de origen le expuso a su socio lo que había visto y lo que él creía que podía ayudar a aliviar la situación de aquellas personas que carecían de agua, incluso para las necesidades más básicas. Su idea consistía en desarrollar una marca de agua embotellada de alta calidad que satisficiera al mercado más exigente, y de tener éxito, destinar cinco centavos por botella vendida hasta completar 10 millones de dólares en el año 2010, a coadyuvar en la solución de acceso a agua potable y saneamiento. Huelga decir que tuvieron éxito, que se hicieron millonarios y que cumplieron con la meta de ayuda; desde luego, esta excéntrica y compleja manera de ver y actuar sobre semejante problemática, no hubiera logrado su cometido sin la actuación decidida de otras fuentes de financiamiento como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Asociación Países Bajos-BID para la GIRH, la Asociación Mundial del Agua (GWP), CARE Internacional y los gobiernos de los países. Los resultados divulgados por la Organización Mundial de la Salud y el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), indican que el 87% de la población mundial, es decir, aproximadamente 5900 millones de personas, dispone ya de fuentes de abastecimiento de agua potable.

Las malas noticias son: que el 13% restante de la población mundial, 1,100 millones de personas, no tiene acceso al agua potable, que miles de personas siguen caminando horas para ir a buscar agua, la cual tiene, casi siempre, una condición sanitaria dudosa y peligrosa, y que esto impide que las mujeres y niños no puedan trabajar e ir a la escuela. Obviamente, esto ocurre en aquel sector de la población más vulnerable y en condición de pobreza.

El otro lado de la moneda de las exitosas y altruistas botellas de agua, es el costo económico y ambiental de su consumo. En el primer caso se comenta que del 90 al 95por ciento del costo de una botella de agua, corresponde a la botella y al tapón.

La contaminación ambiental es aún más costosa, inicia desde la fabricación de la botella, que requiere de grandes cantidades de combustibles como la gasolina. En Estados Unidos por ejemplo, fabricar las botellas que consumen requiere tanta gasolina anualmente como llenar el tanque de un millón de autos, esto sin considerar la enorme emisión de gases de efecto de invernadero responsable del calentamiento global.

Por otro lado, aunque se han iniciado proyectos audaces y agresivos para reciclar el plástico, la mayor parte de éste, va a dar al tiradero de basura o peor aun a la incineración, ocasionado una contaminación aún más peligrosa para la salud pública.

De acuerdo con Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor, México es el primer consumidor de agua embotellada del mundo, en cuatro años la demanda creció 40 por ciento, lo cual provoca un desecho anual de 8 mil millones de envases que tardan hasta 500 años en degradarse. Continúa Calvillo afirmando que las empresas del sector ganan 5 mil por ciento más de lo que invierten.

En este misma tesitura, Coahuila, junto a Jalisco y el Distrito Federal, es uno de los estados con mayor consumo de botellas de agua y ahora que tanto se ha insistido en la explotación de gas shale y petróleo, debiera considerarse que la fabricación de 30 botellas requiere de 3 litros de petróleo y que no es arriesgado pensar entonces, que una forma de ahorrarse petróleo o dejar de gastar en él, es disminuyendo el consumo de botellas de agua.


12 de marzo de 2014
Fuente: El Siglo de Torreón
Nota de Manuel Valencia Castrio

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