A pesar de haber contribuido poco a ese problema, porque apenas es responsable del 3,5% de las emisiones mundiales de gases contaminantes, el llamado continente negro es considerado como el más vulnerable a persistentes sequías y plagas, entre otros fenómenos.

Datos de la Organización de Naciones Unidas revelen que 15 estados de esa área clasifican entre los 20 en el mundo, en que el potencial de desastres vinculados con el aumento de la temperatura global, es mayor.

Expertos en medio ambiente han afirmado que el futuro de esa región está en juego. De acuerdo con estudios realizados setenta millones de africanos y el 30 por ciento de la infraestructura costera estarán en riesgo por inundaciones debido al incremento del nivel del mar para 2080.

Mientras, el desierto del Sahara avanzará cada vez más, lo que afectará a la agricultura y por tanto, pondrá en riesgo la alimentación de millones de personas, al tiempo que en 2025, unas 480 millones de personas pueden estar viviendo en áreas donde escasee el agua.

Las perspectivas son bien tristes para un continente, paradójicamente rico en recursos naturales pero al cual la codicia y la desenfrenada explotación de las naciones más ricas ha sumido ya en la miseria, lo se que duplicará con los efectos devastadores del cambio climático.

Los países industrializados están en deuda con este continente que reclama porque los responsables del recalentamiento global, entre ellos Estados Unidos, reduzcan de inmediato en 40 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Asimismo, pedirán una indemnización cada año de 67 000 millones de dólares en la próxima cumbre de la ONU sobre Cambio Climático, que tendrá lugar en Copenhague en diciembre y que está considerada como una de las últimas oportunidades para iniciar un serio compromiso con la vida en el planeta.