Agenda del Agua 2030

25 marzo 2011

25 de marzo de 2011
Fuente: La Crónica de Hoy
Nota de Leopoldo Mendívil

PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN:

+Los crímenes colectivos no comprometen a nadie
Napoleón

Hay delitos que nunca debieron tener derecho a la prescripción.

Eso le dije a José Luis Luege Tamargo, el director general de la Conagua el viernes pasado, luego de comentar las barbaridades que los mexicanos y nuestros gobiernos hemos cometido con el agua, durante un desayuno que compartió con integrantes de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión,

Sólo me detengo en un dato conocido pero que nunca será mucho repetirlo millones de veces:

El principal desperdicio de agua que comete México ocurre en la agricultura, donde se pierde el 80 por ciento del total anual de ese líquido.

Y digo que esto debió constituir siempre un delito y merecido una pena porque, además, el campo mexicano es la inmensa representación territorial de la peor de las frustraciones de la Revolución Mexicana.

No atribuyo a la Reforma Agraria lo que sigue pasando en el campo, sino a los políticos que en una increíble aberración repartieron la tierra sin preparar a los peones a trabajarla y a administrar su actividad, y sin la menor lógica destruyeron el sistema de producción que los hacendados operaban con eficiencia…

Así cavaron la fosa de un campo técnicamente productivo, economizador del agua, multiplicador de cultivos y no dependiente más que del trabajo de sus dueños.

En cambio, para gloria del populismo la tierra fue repartida hasta el cuarto piso -se decía- del territorio nacional creando así el minifundismo improductivo; se ató a los ejidatarios a la siembra del maíz, del frijol y de unos cuantos productos más con semillas de escasa calidad y menor cantidad y las tecnologías agrícolas más antiguas que había, por lo que nunca fuimos autosuficientes en la producción de los alimentos que la población necesitaba.

Y quedamos condenados a la dependencia alimentaria.

Nunca, por cifras oficiales mexicanas, hemos sabido cuánto eroga realmente el país en importar alimentos, porque la información nacional nunca ha sido confiable. Por eso, desde hace unas tres décadas, mi amigo Emilio España Krauss ha integrado un invaluable archivo del comercio exterior mexicano en alimentos y otros productos, pero con las estadísticas del Departamento de Comercio de los Estados Unidos y le aseguro, presidente, que las diferencias son de rabia contra la eterna mentira oficial.

Y si hablamos de muchos otros usos, o malusos que ha sufrido el agua en el país, daríamos con los mismos motivos para desear delitos sin derecho a la prescripción por los inmensos recursos económicos desperdiciados, por las fortunas malhabidas de muchos políticos y sus empresarios contlapaches, por el criminal desperdicio del recurso hídrico que México poseía y por el engaño constante en que nos tuvieron a lo largo, sobre todo, del siglo pasado.

Contra todo eso, lo pasado, no cabe la prescripción, pero si queremos que México cambie y alcance un estado real de democracia, la ley debe ser efectiva y pareja para todos y en todos los aspectos de la convivencia social.

Anteayer se celebró el Día Mundial del Agua y ayer, aquí en México, fue puesta en marcha la Agenda del Agua 2030, un ambicioso pero necesario, costosísimo pero imprescindible programa de largo aliento tendiente a cambiar, para las generaciones venideras, el lóbrego paisaje de este recurso que la nuestra y las anteriores hemos dibujado.

Tal vez el 23 de marzo del año 2030, frente a la fuente de Tláloc -el dios nahua de la lluvia- en el bosque de Chapultepec, quien sea su sucesor en ese tiempo, acompañado por funcionarios, técnicos, empresarios, ciudadanos, niños y comunicadores se reúnan, como ayer muchos lo hicimos, pero para cantar victoria y declarar ganada la guerra de México por su agua…