Aguas con el agua

22 diciembre 2011
22 de diciembre de 2011

Fuente: El Economista

Por Artemio Martínez Ruiz

De acuerdo con estimaciones de la FAO, la agricultura utiliza 69% del agua total extraída en el mundo. Este porcentaje supera los 90 puntos en algunos países áridos. La agricultura ha actuado como usuario residual de agua dulce. Sin embargo, esta situación ha venido cambiando a medida que la población aumenta y cada vez más países se enfrentan al desabasto de agua. La FAO menciona también que, para el 2030, más de 60% de la población vivirá en zonas urbanas que demandarán una proporción creciente del agua extraída del subsuelo.

En México, de acuerdo con un estudio del 2003 de la Comisión Nacional del Agua, casi 80% del agua se destina a la agricultura. En nuestro país, muchos ecosistemas ya están demostrando señales de estrés, que van de moderados hasta severos. Entidades federativas como Guanajuato y Sonora, por mencionar algunos, presentan problemas en el abastecimiento de agua para consumo humano.

La disponibilidad de agua de buena calidad es fundamental para todos los procesos biológicos, para el mantenimiento de la biodiversidad y de los ecosistemas, la salud humana, así como para las funciones primarias y secundarias de la producción.

Los ecosistemas naturales y la agricultura son, con mucho, los mayores consumidores del agua dulce de la tierra. Las apropiaciones de agua procedente de los ecosistemas se han intensificado con el crecimiento de la población, la expansión de la agricultura y la creciente presión para transferir el agua desde las zonas rurales a las urbanas, hasta un punto en el que se considera a menudo que la agricultura pone en peligro la sostenibilidad del ecosistema.

Por tanto, existe la necesidad de equilibrar la demanda de agua, con el fin de mantener las funciones de los ecosistemas y para la producción de alimentos. Hallar dicho equilibrio es particularmente importante en los países en desarrollo, donde la agricultura y el entorno natural son los principales motores del crecimiento económico.

Con programas de tecnificación del riego se han logrado resultados fabulosos en el ahorro de agua en la agricultura. Sin embargo, no basta con aumentar la eficiencia de su uso en las zonas de riego pues, de hacerlo así, sólo se alargaría unos años más la disponibilidad de agua. Además de eso es necesario trabajar en la reposición de los mantos acuíferos y la captación de agua de lluvia, sobre todo, en las zonas de temporal donde existe un gran potencial para impulsar y mejorar la productividad, garantizando la producción de alimentos y la preservación de los recursos naturales.

Artemio Martínez Ruiz es especialista de la Dirección de Análisis Económico y Consultoría en FIRA. La opinión es responsabilidad del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.
amartinezr@fira.gob.mx

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