América Latina y el desafío de cuidar el agua

11 agosto 2011

A través de artilugios legales, América Latina está experimentando un nuevo intento privatizador del agua. Esto sucede principalmente en Brasil y México. Al contrario del resto del mundo, en donde este recurso estratégico vuelve al Estado, la región enfrenta fuertes presiones que amenazan la conservación y socialización del agua dulce. El intento de privatización está ganando terreno en la región, en gran parte porque América Latina posee el mayor volumen de los recursos naturales del mundo y mantiene mayoritariamente el control estatal del agua, que es considerado un derecho humano por la Asamblea General de la ONU.

11 de agosto de 2011

Fuente: Diario Panorama

Por Domingo Schiavoni

Días atrás se realizó en la Universidad Federal de Río de Janeiro el “Seminario Internacional: Panorama Político sobre Estrategias de Privatización del Agua en América Latina”. Allí participaron intelectuales y representantes de movimientos sociales, e invitados de Brasil y de otros 13 países de Latinoamérica, Europa y África. Las conclusiones fueron que en la región existe un acelerado proceso privatizador del agua, bajo la presión de organismos internacionales de crédito y de grandes compañías, mediante diversas estrategias, que no siempre son la compra directa de la empresa nacional de aguas.

Mientras que la política en el mundo se orienta a que este recurso vital y estratégico tienda a permanecer en manos públicas, el intento de privatización está ganando terreno en la región. Tanto en Uruguay en 2004, como en Italia en junio de este año, la población mediante referéndum se pronunció por el control social de los recursos hídricos, con el 60 y 95% respectivamente.

Esta nueva tendencia es posible porque existen métodos encubiertos para lr privatización del agua, según opina Maximiliano Sbarbi Osuna, columnista del portal Observador Global.com. De acuerdo a varios analistas, la concesión de la administración del agua desde los gobiernos centrales hacia a los municipios, es una manera de debilitar las negociaciones a nivel nacional. Existen en América Latina varias empresas estatales de aguas, pero paralelamente algunos municipios han privatizado parte del control que ejercían autónomamente sobre este recurso.

La compra de empresas de saneamiento y el uso que hacen del agua las compañías mineras y los sectores agrícolas es otra forma de traspasar este bien estatal a manos privadas. La venta de agua embotellada, la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales y la administración de represas para la generación de energía eléctrica son otras formas encubiertas de privatización, ya que no sólo se vende la energía, sino el agua que se encuentra en el embalse. Los ejemplos de privatización del agua en América Latina durante la década del noventa produjeron fuertes incrementos de los precios para el Estado, para los consumidores domésticos y pequeños productores agrícolas. Por ejemplo, en Brasil, la ola privatizadora de electricidad trajo consigo un aumento del 400% de las tarifas.

El gigante sudamericano cuenta con el 11,6% del agua dulce del planeta y el 53% de la de América del Sur, por eso no es casual que el seminario se haya desarrollado en suelo brasileño. El gobierno de Dilma Rousseff puso énfasis en el avance privatizador a través del ministerio de Medio Ambiente, que elaboró un informe sobre disponibilidad y calidad de recursos hídricos, que fue presentado por la Agencia Nacional de Aguas (ANA). De acuerdo con el documento, el 90% del agua que se utiliza para irrigación pertenece a manos privadas, aunque el sector de saneamiento se encuentra casi completamente en el Estado.

Sin embargo, las empresas privadas anunciaron que van a avanzar, mediante distintos artilugios legales, sobre el saneamiento y podrían llegar a adquirir un 30% de este sector. Brasil pretende evitar lo que sucedió en la localidad de Santa Gertrudes, en el estado de San Pablo, donde las tarifas se triplicaron en sólo tres meses después de haber sido privatizadas.

Pero esto no ocurre sólo en Brasil. En la ciudad de Atotonilco de Tula, en el estado de Hidalgo, se está construyendo la planta de tratamiento de aguas residuales más grande de México. El Estado suele perder ante estos proyectos, dado que las firmas privadas construyen, sacan provecho de la venta del agua tratada y transfieren las plantas a entidades públicas una vez que la vida útil está por finalizar. Lo mismo sucede con las represas. En Aguascalientes y Guadalajara, las privatizaciones del agua avanzan a través de las construcciones de acueductos, venta de empresas públicas y concesiones por tres décadas a compañías multinacionales, como por ejemplo Aguas de Barcelona. Además, la sobreexplotación de los acuíferos es otro de los problemas que los mexicanos deberán afrontar.

La privatización de los recursos hídricos en Cochabamba, Bolivia, en el año 2000, generó la llamada guerra del agua, ya que luego del acuerdo de venta del servicio, impulsado entre otros por el Banco Mundial, los precios del agua se incrementaron un 50%. Ésto provocó un levantamiento popular y que la empresa multinacional norteamericana Bechtel tuviera que retirarse. Los juicios al Estado todavía están desarrollándose y todo parece indicar que la compañía va a ser indemnizada. En nuestra Argentina, en 2004, el gobierno de Néstor Kirchner le retiró la concesión a la empresa francesa Suez, por “incumplimientos en la prestación de servicios”, lo que derivó en la creación de una nueva firma estatal denominada AYSA. Esta tendencia la siguen Alemania, Francia e Italia, países que han estatizado las empresas de aguas y saneamiento.

En Nicaragua, otro ejemplo, el intento privatizador fue frenado por las protestas de organizaciones sociales frente al Parlamento. El control de los recursos hídricos es tan importante como la administración de la producción energética y alimentaria. Por eso, no debe quedar en el sector privado, sino que los gobiernos latinoamericanos deben seguir la tendencia mundial y socializar la gestión del agua a través de empresas públicas, controladas eficientemente por órganos independientes y más aún en nuestra región, que posee abundantes suministros no renovables de agua dulce.

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