Artículo: Basta de la industria del usar y tirar

04 febrero 2009

Fuente: La Gaceta

Miercoles, 4 de enero de 2009

Por: María Ester Veliz 

La Tierra pide auxilio a gritos. Su salvación depende de todos. Cada vez hay más huracanes, ciclones, tornados. Las devastadoras lluvias se alternan con períodos de sequía. Aumentan las emisiones de gas, se consume más energía, el calentamiento global sigue en franco ascenso y el agua potable ya escasea en algunos lugares del planeta.
“Si te quedas sin agua, te quedas sin vida”, reza un dicho uzbeco.
En encuentros cumbre mundiales y en los informes de organismos internacionales que luchan por preservar el medio ambiente y los recursos naturales se viene machacando desde la segunda mitad del siglo XX que dentro de unas cuantas décadas se desatará la “guerra del agua”. Pareciera una profecía apocalíptica o una prospectiva lejana. No es lo uno ni lo otro. Es el futuro que cada vez está más cerca.
Cada año mueren en el mundo por falta de agua potable y de saneamiento básico 2 millones de personas, y el 90% son niños, informa la OMS.
El Foro de Jóvenes Globales de Davos informó a comienzos del año pasado, tras el encuentro, que en 2030 la escasez del agua afectará en mayor o menor medida todo el orbe. La raíz del problema será el aumento de la población, pero fundamentalmente, el cambio de estilo de vida.
En el último medio siglo la temperatura media de la Tierra aumentó entre 0,6º y 0,7º C. “Son sólo décimas”, comenta la gente. Las comunidades científicas de ecologistas responden que parece poco, pero que cada uno de los grandes cambios climáticos y ambientales del planeta demoró millones de años. Si no se hace nada por revertir esta tendencia, dentro de unos años la temperatura media estará 2º C más alta que en la era preindustrial. Entre otras consecuencias, el mar aumentará casi 90 centímetros y desaparecerán algunas ciudades costeras.

Evitar las epidemias
En América del Sur la disminución de las precipitaciones oscilará entre el 15% y 47%, la flora se extinguiría un 40%, los glaciares se irán reduciendo con los deshielos y la productividad de los suelos bajaría alrededor del 15%. Mientras tanto, sigue en pie la tala indiscriminada, la pesca masiva que amenaza con extinguir este valioso alimento, la emisión a la atmósfera de los gases de efecto invernadero (CEI). En este contexto habrá más epidemias, más insectos y otros vectores que transmitirán al hombre enfermedades mortales
La Tierra pide auxilio a gritos. Su salvación depende de todos.
“La población ha crecido tanto, y nuestras tecnologías se han vuelto tan poderosas que ahora poseemos la capacidad de influir en gran media sobre el ambiente”, advierte el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, quien tras perder la disputa electoral con George W Bush hizo de su pasión individual una causa. El ambientalista escribió su tesis “Una verdad incómoda”, que los estudios Paramount la plasmaron en un documental. Plantea que la relación fundamental entre la civilización y el sistema de la Tierra se ha transformado sobre la convergencia de dos factores de base: la expansión de la población, y la revolución científica y tecnológica -que al ponerla al servicio de viejos hábitos como la guerra o la sobreexplotación los recursos naturales- la raza humana ha generado el problema ambiental más grande que ha enfrentado la humanidad, con las referidas consecuencias.
La Tierra pide auxilio a gritos. Su salvación depende de todos. ¿Qué hay que hacer?. Cosas simples, y desde hoy:
Dejar de lado la industria del “usar y tirar”; clasificar, arrojar y tratar la basura en lugares adecuados, lejos de los acuíferos o fuentes de agua; no lavar autos y veredas con la manguera abierta; promover campañas de reciclado de material (por cada tonelada de papel reciclado se economizan 700 litros de petróleo, según Vida Silvestre Argentina); calentar líquidos en un recipiente tapado (se ahorra del 20 al 30% de energía); no dejar la canilla abierta porque en un minuto se derrochan entre 11 y 19 litros de agua potable. Otros 171 litros del valioso líquido se desperdician en seis meses si no se arregla la pérdida de un inodoro. La lista es interminable y todos son hábitos modificables: no tirar la colilla del cigarrillo ni el papel de caramelo por la ventanilla del auto ni el piso, utilizar menos objetos a pilas (o usar recargables); insistir en que las fotocopias se hagan en el anverso y en el reverso de la hoja; opinar ante los medios de comunicación sobre los problemas ambientales que afectan la vida o el estado de salud…
También se debe perder el miedo a denunciar a quienes podan o talan árboles sin control legal y a los que trafican animales. Del mismo modo se debe proceder con los vecinos que diariamente dilapidan miles de litros de agua porque vacían las piletas sin cuidar el líquido vital; y con la empresa que suministra y cobra el agua potable cuando no repare a tiempo los caños maestros u otras roturas que se produzcan en la vía pública.
En síntesis, hay que educar para el cuidado del medio ambiente. El fomento y la internalización de los valores ecológicos empiezan en el hogar, siguen en la escuela y necesariamente deben primar en todos los estamentos del Estado.
La Tierra pide auxilio a gritos. Su salvación depende de todos.

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