Cada mañana abrimos la llave para lavarnos, llenamos la cafetera con agua y limpiamos los vasos del desayuno antes de guardarlos. Las plantas necesitan su refrescante ración diaria; mientras que en la cacerola hierve el almuerzo. Bebemos uno, dos, tres, cuatro vasos de agua y no nos preocupamos por la cantidad; y si estamos en la calle, en las tiendas rara vez faltan las botellas y garrafas.
Pero, ¿se imagina que al abrir el grifo no saliera agua? ¿O que en los comercios no quedaran botellas? Sin este “oro líquido” transparente, no podríamos vivir, pero, ¿la cuidamos y valoramos?