Cólera causa estragos en zonas rurales de Haití, abruma clínicas

03 diciembre 2010

03 de dieimbre de 2010
Fuente: Milenio (AP)

Los casos aumentan aún más en las zonas rurales, como en la pequeña clínica cerca de Limbe. Foto: AP

 

LIMBE, Haití-Muchos temían que la creciente epidemia de cólera en Haití abrumaría a una capital que ya pasa problemas con más de un millón de personas que se quedaron sin hogar tras el terremoto de enero, pero hasta ahora son las zonas rurales las que presencian lo peor de una epidemia que ha matado a casi 1.900 personas desde que comenzó hace menos de dos meses.

Un desfile espectral de enfermos acude a las clínicas rurales, que padecen de personal estresado y suministros médicos tan bajos que apenas podían manejar las necesidades previas a la epidemia.

Una mujer de cabello gris, ojos hundidos y desenfocados por la deshidratación, camina a tropiezos por un camino de tierra recargada en el hombro de un joven hacia una clínica rural tan saturada que se han colocado toldos de plástico en el exterior para darle sombra a decenas de enfermos que ya no caben.

En camino a la clínica, una mujer con cólera yace en el suelo, aturdida, sangrando de la cabeza porque no pudo mantenerse sentada en una moto-taxi que la llevaba por los serpenteantes caminos rurales hacia un centro de tratamiento en la primera fila de la batalla repentina de Haití con el cólera.

Cerca de allí, una niña de 16 meses de edad, llora mientras una enfermera la pincha con una aguja hipodérmica, tratando de encontrar una vena para inyectarle los fluidos que necesita para salvar su vida.

En una clínica de apenas tres cuartos cerca del pueblo de Limbe, en el norte de Haití, un puñado de médicos y enfermeras atienden a 120 personas. El cólera “nos está atacando realmente”, dijo Guy Valcoure, el abuelo de la menor de 16 meses.

Mientras sostiene un vaso de plástico en caso de que su nieta tenga la fuerza suficiente como para beber un poco de agua, Valcoure observa con ansiedad mientras la enfermera intenta en vano encontrar una vena para darle líquidos a la niña por vía intravenosa. Finalmente, el médico consigue hallar una vena en un pie. “Ella va a estar bien”, dice la enfermera a Valcoure.

No todos son tan afortunados. Fue demasiado tarde para salvar a una anciana que fue llevada durante el fin de semana a la clínica en una camilla improvisada con una puerta, dijo el doctor Benson Sergiles, un médico de Cabo Haitiano que fue asignado temporalmente a la clínica. “Empeora cada día”, dice, con los ojos turbios por haber estado despierto toda la noche.

Los expertos dicen que la epidemia ni siquiera ha alcanzado su punto máximo todavía.

El Ministerio de Salud dice que ha habido más de 80.000 casos de cólera desde que se detectó por primera vez a finales de octubre y la Organización Panamericana de la Salud cree que podrían enfermarse hasta 400.000 personas en un año.

Una clínica improvisada de la organización Médicos Sin Fronteras en un gimnasio de Cabo Haitiano atiende a 250 pacientes al día y espera hasta dos o tres veces esa cantidad en las próximas semanas, dijo la doctora holandesa Esther Sterk, a cargo del centro lleno de gente.

Los casos aumentan aún más en las zonas rurales, como en la pequeña clínica cerca de Limbe.

“No creo que estemos ni un poco cerca del final de esto”, dijo el doctor John Jensen, un médico voluntario canadiense que trabaja con su esposa, una enfermera, desde hace casi un mes en la clínica, a unos 20 kilómetros (12 millas) al oeste de Cano Haitiano.

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