Yucatán.- En esta temporada vacacional, paseantes que visitan la zona centro del Estado han manifestado su inconformidad porque varios cenotes, de los muchos que se han improvisado como paradores turísticos, han presentado evidentes niveles elevados de contaminación y mal manejo.

Entre otras cosas, debido a que los dueños de cenotes aprovechaban desde hace varios años esas cavidades como sumideros de sus granjas porcícolas y vertedero de desechos.

Varios de los paradores turísticos que aprovecharon los cenotes como vertedero se los adjudicaron Gabriel Cabrera Pech, Pedro Cabrera Carvajal y José Clemente May Echeverría.

Los nombres de los cenotes son: Santa Rosa, San Antonio, y Santa Cruz, conocidos en la zona porque no han cumplidos con la normas regulatorias de las autoridades vigilantes del ramo.

Según se averiguó, las dependencias regulatorias son Semarnat, Profepa, Seduma, INAH, Secretaría de Salud, Turismo, IMSS, Protección Civil, INCAY y Conagua, entre otras.

Incluso, a decir a los pobladores, debe intervenir la Procuraduría Agraria por la presumible invasión de terrenos que viene realizando Pedro Cabrera.

Los susodichos “dueños” de cenotes incumplen con la Manifestación de Impacto Ambiental, señalética, liberación del INAH, información de la calidad del agua de los cenotes y, muy importante, el equipamiento y capacitación para los primeros auxilios de los visitantes.

Los turistas entrevistados hacen un llamado a las autoridades para que metan mano en este “fétido” asunto para poner en cintura y se regule esos cenotes y se llame a cuenta a sus presuntos propietarios.

Los cuerpos de agua en Yucatán, como son sus cenotes, son especialmente cuidados por las autoridades federales y locales, y su uso y conservación deben estar estrictamente regulados porque son la reserva hidrológica del Suresta del país, Por tanto, la supervisión y los diagnósticos de su calidad deberían ser permanentes.