El Agua Molesta

29 abril 2010

28 de abril de 2010

Fuente: La Crónica
Por Blanca Elena Jiménez

Desde hace muchos años el Agua vivía en un planeta azul como el color del Agua cuando es abundante y limpia. Aunque por muchos millones de años el Agua había vivido feliz, ahora estaba molesta. Para conversarlo llamó a sus amigos la Tierra, el Sol y el Aire y les dijo: “Saben, estoy molesta. Estoy mucho pero MUY molesta. Me enoja que digan que soy causa de enfermedades, de destrucción y de muertes. Me molesta que piensen que soy más mala con la gente pobre y vulnerable que con la gente rica y poderosa. Me enoja, además, que los gatos no se bañen conmigo y que a pesar de ser de género femenino la gente siempre use un artículo masculino cuando se refiere a mí”. El Aire y el Sol, preocupados, le contestaron – aunque algo tímidamente– que, en efecto, ellos también habían oído rumores sobre los daños que causaba, de lo injusto que ella era y de su falta de presencia en muchas partes. La Tierra, en cambio, le dijo que era bien claro tanto en medios de comunicación como en libros de texto que ella no sólo era culpable de muchas desgracias, sino que además molestaba a la gente. El Aire y el Sol le respondieron a la Tierra que exageraba, pero entonces la Tierra comenzó a relatar ejemplos que demostraban por qué muchos consideran al Agua como una molestia. Por ejemplo, dijo: “Si el Agua no es molesta, entonces por qué la gente la entuba… ¡es obvio que para no verla!”. “Si el Agua le cayera bien a la gente, entonces, ¿por qué la ensucia?”. “Si la gente no pensara que el Agua es floja, entonces… ¿por qué la encierran en las presas y luego la fuerzan a trabajar para producir energía?”. “Si el Agua fuera valiosa ¿por qué el gobierno deja que se pierda en las fugas de las tuberías y por qué la gente, las industrias y los agricultores la desperdician?”… y siguió así con muchos y muchos más ejemplos. Frente a estas evidencias, los amigos del Agua no tuvieron más que aceptar la realidad: El Agua ES molesta.

Preocupados por su amiga, decidieron que para demostrar que el Agua no era una molestia, lo mejor era iniciar una campaña de publicidad para mejorar su imagen. ¡Todos dijeron: “Eso da resultado hasta con los políticos, ¿por qué no con el Agua, que es transparente?”. Esa idea le gustó al Agua, por lo cual se pusieron a trabajar. El Aire dijo: “Ya sé cómo llamar a la campaña, llamémosla la Nueva Cultura del Agua”, pero la Tierra y el Sol recordaron que ese lema se les había ocurrido antes ya a muchas personas, instituciones e incluso a partidos políticos multicolores (que no es lo mismo que de diversos colores). Notaron que el lema, además, se había usado para campañas que enfatizaban lo utilitario del Agua y no su vocación de servicio, sus costos mas no su valor (a pesar de que sus amigos sabían bien que ella jamás se vendía), lo mucho que el Agua faltaba (aun cuando ésta siempre cumplía con sus citas), la importancia de que el Agua fuera privada (a pesar de que en realidad a ella le gustaba mucho hablar con todos) y la necesidad de que fuera un bien público (aunque en realidad el Agua era recatada). Concluyeron entonces que era mejor buscar otro lema. El Sol pensó entonces en usar “el Agua es vida”, pero entonces pensaron que gracias a imágenes recientes difundidas con profusión en medios referentes a inundaciones en diferentes partes del país con Agua sucia y torrentes limpios pero devastadores, resultaría muy difícil convencer a la gente de que el “Agua era vida”. “La gente pensará: el Agua más bien es destrucción”. Propusieron entonces usar un lema académico, por lo que con mucha rimbombancia dijeron: “el Agua es el solvente universal”, pero se dieron cuenta de que la gente diría que ésta no sólo disuelve, sino que también arrastra, suspende y emulsiona no sólo compuestos, sino también contaminantes y, además, que si la dejaban, el Agua arrastraba, suspendía y emulsionaba hasta casas, carros, animales, drenajes edificios y personas, aunque nunca personas corruptas. Se les ocurrió entonces relacionarla con un tema de moda: el cambio climático. Sin duda, gracias a él, el Agua podría hacerse de una buena publicidad. Pero se enteraron que estudios económicos habían encontrado que ésta era causa del 40 al 60 por ciento de los costos negativos de este fenómeno. Así, sería difícil convencer a la gente de que el Agua no era una molestia.

El Agua, entonces, de veras que se preocupó: “¿qué puedo hacer para cambiar mi imagen? ¿Cómo puedo hacer para limpiar mi nombre?, más aún: ¿quién soy?”. Muy triste se puso a pensar qué podía hacer, o a quién podía recurrir. Y, al igual que mucha gente, decidió consultar en internet. Se encontró (en 0.02 segundos, por cierto) que había miles de millones de asociaciones, redes, programas, blogs y conferencias que hablaban de ella. Decidió hacerse socia de todos, volverse miembro activista y enviar muchas ponencias para presentar en foros. Se involucró a fondo en muchas causas y conoció a mucha gente. Con sorpresa, pronto se dio cuenta de que nadie la reconocía. Todo mundo hablaba de los problemas ocasionados por el Agua pero nadie de ella. Se hablaba de su falta, de su exceso, de su costo, de su fórmula, y de muchas cosas más, pero…, a la vez, nadie hablaba de ella, de su transparencia, de su gusto por la vida, de su integridad, de su solidaridad con los que sufren. El Agua no entendía qué pasaba. En eso estaba cuando le llegó una invitación para ir a un foro mundial en un país de hadas. El Agua se inscribió y después de que los policías la revisaran mucho a la entrada (no fuera ser que llevara una bomba o que estuviera en contra del Agua) así como de dejar su credencial de no elector (no fuera a ser que votara por algo a favor o en contra del Agua), la dejaron pasar. En el foro, el Agua se dio cuenta de que coexistían muchas personas de realidades diferentes y supuestamente interesadas en ella (o al menos eso decían, aunque, claro, pudo haber sido para pasar el control de entrada). Había ahí políticos, activistas, pacifistas, académicos, no estudiosos, ingenieros, sociólogos, economistas, especialistas en medios de comunicación, etcétera. Vio con tristeza que todos hablaban de temas relacionados con ella, pero no de ella. Hablaban además en cuartos aislados, por grupos, de manera que no hubiera el riesgo de que se escucharan unos a otros. Cada uno quería compartir su verdad con quienes ya la conocían, “es más fácil conseguir consensos así”, le dijeron. Perpleja, ella se propuso escuchar a todos. Comenzó a participar activamente en temas como Agua y Desarrollo, Agua y Pobreza, Agua y Género, Agua y Salud, Agua y Cuencas, Agua y Crisis, Agua y Cambio Climático, etcétera. En todas las sesiones vio gráficas, datos y tablas que demostraban, “sin lugar a dudas” (ya que para eso eran las gráficas, los datos y las tablas), que EL AGUA ERA MOLESTA. Encontró por ejemplo que era más sucia con la gente pobre, que causaba más enfermedades en los países pobres y que gracias a un usurpador de identidades, a quien ella jamás había conocido y que se hacía llamar el “Agua virtual”, abusaba de los países que no tenían Agua. Horrorizada, pensó que ella nunca quiso hacer este daño a la sociedad, pero al reflexionar se dio cuenta de que éstos, como muchos otros problemas que se le achacaban, eran causados por algunos pocos miembros de la misma sociedad y por la forma de organización (o desorganización) de los demás. Comprendió así que lo que había que componer era a la sociedad y no a ella. Y, aunque eso la calmó, no le quitó la MOLESTIA, pero ahora por haber cobrado conciencia de que la gente no había entendido sus propios problemas. Decidió entonces volverse mala, inundó pueblos, ciudades y campos de cultivo, enfermó personas, se escondió de sedientos, se hizo inutilizable. De esa forma logró acabar con “sus” problemas. Logró con ello que ya no le pusieran artículos masculinos para designarla y pudo entonces tolerar que los gatos se bañaran sin Agua.

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