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El agua, un negocio de pocos y una necesidad de todos

15 de febrero de 2010
Fuente: La Tribuna

TEGUCIGALA.-En las colonias altas de Tegucigalpa y Comayagüela, como en La Nueva Capital el abastecimiento de agua, se ha convertido en un negocio lucrativo, porque no es proporcionada por el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA), sino que por personas particulares que venden el barril entre 25 y 30 lempiras.

El conductor de esta cisterna fue detenido por andar sin registro.

“Nosotros compramos el agua a los tanques que pasan, no sabemos sin son tanques del SANAA, ni sabemos qué agua bebemos, no sabemos si es del SANAA o del río o a saber de ¿dónde? nosotros la compramos y de ahí tomamos”, reconoció María Valladares, madre de siete hijos de la Nueva Capital.

“El barril lo compramos a 30 lempiras y nos dura apenas dos días, a la semana gastamos 120 lempiras. Yo no voy a la laguna El Pedregal, porque allí le sacan carrera a uno y me pueden violar”, expresó la mujer.

Valladares indicó que en esta colonia el patronato instaló la junta de agua y entonces el SANAA les dio unos tanques de abastecimiento, pero con el tiempo la organización se desintegró y quedó una de las directivas vendiendo el agua a través de una pulpería.

“El tanque era de la colonia y vendían el agua a Lps.2.50 el balde; ahora que la directiva se deshizo la pulpería vende a 3 lempiras el balde, pero los tanques los dieron los del SANAA y es mejor que no los recojan, porque entonces no vamos a tener dónde comprar el agua, porque a veces hay semanas enteras que no pasan los carros cisternas”, expuso Valladares.

En esa colonia hay un patronato pero no hay junta de agua y se decidió crearla en diciembre pasado pero no se hizo y ahora la venta de agua sigue en la pulpería.

La situación que pasa María Valladares la sufren miles de familias que se las tienen que ingeniar para sobrevivir, más en tiempo de verano cuando escasea el agua.

Los tanques los instaló el SANAA y ahora están a cargo de una pulpería.

Ellos son parte de la capital desde hace decenas de años, pero son marginados, y si tienen acceso a algunos servicios públicos como energía eléctrica, les cuestan la mitad de sus salarios.

Los dueños de unidades cisternas adquieren a ínfimos precios el agua potable ya sea de la red,  pozos o en ríos. Por ejemplo, en las denominadas Agua Bloque del SANAA compran el galón a 5 centavos o a 225 lempiras la pipa de 2,500 galones y la revenden en los barrios marginales o zonas altas de la capital.

Los comerciantes se aprovechan de la necesidad de las personas, especialmente en tiempo de verano, por eso en las partes altas de la capital venden el barril a 30 lempiras, pese que a ellos solo les cuesta 2.50 lempiras y ganan 1,380 lempiras por cisterna.

El SANAA atiende a 145,000 abonados en la capital e indirectamente a 800,000 personas, pero en muchos barrios y colonias donde no llega la red la gente hace pegues clandestinos.

Miles de personas se encuentran al margen de este servicio, porque viven en lo alto de la ciudad, como en las colonias Villa Cristina, Ulloa, Cantarero López, Divino Paraíso, Los Pinos, Altos de Villanueva y salida a Olancho, cerca del crematorio municipal.

La Alcaldía Municipal el año pasado distribuía barrios pobres a través de seis cisternas privadas, pero esta actividad se redujo al no poder pagar los costos de operación de las unidades y en la actualidad sólo cuenta con tres.

Esquilman a la gente con el agua en los barrios marginales.

El SANAA también cuenta con seis cisternas grandes para abastecer las partes altas de la ciudad, pero desde hace unos años le ha cedido esta actividad a una flota de 600 cisternas privadas, porque los ha autorizado a vender a 800 lempiras la pipa de 2,500 galones, pero se ha sabido que la revenden a un mayor precio.

Las 600 pipas de empresas privadas se abastecen de unas centrales del SANAA situadas en la colonia Divanna, Los Laureles y Toncontín en Comayagüela, para ello deben registrarse debidamente, porque tienen que inscribirse pagando y obtener permisos de operación de la Alcaldía Municipal, Secretaría de Salud y la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente.

Los que compran y revenden agua potable deben portar un rótulo que indique que han sido autorizados por el SANAA, pero producto de esta actividad lucrativa ha surgido una serie de cisternas calificadas como “brujas” o sea sin permiso que distribuyen de pozos y ríos y la hacen pasar como adquirida en el SANAA.

LA TRIBUNA siguió la pista a una de las cisternas que no porta el “stickers” de autorización del SANAA y descubrió que en efecto se abastece de agua de un pozo, situado en una propiedad privada en las inmediaciones del caserío Las Tapias y Mateo.

Personas que estaban llenando la cisterna aseguraron a este rotativo que esta agua es de buena calidad porque es de pozo y venden a 22 lempiras el barril y 600 la pipa a cualquier persona o negocio; además cuentan con los respectivos permisos del SANAA y la Secretaría de Salud, sin embargo en los extremos del vehículo no tenía visible ningún letrero o “stickers” que indique la autorización.

Estos comerciantes del agua, que venden como en una colonia pobre o un negocio, revelaron que a lo largo de la aldea de Mateo hay seis pozos de los cuales se abastecen las cisternas.