En busca de más alimentos con menos agua

19 mayo 2014

 

Más de 85 por ciento de la irrigación agrícola ocurre con métodos tradicionales como melgas y surcados, con poca eficiencia. Existen también 14 millones de hectáreas de agricultura de temporal, en donde la productividad del agua es casi cuatro veces menor respecto dela superficie irrigada.

Las estrategias para mejorar la eficiencia en distritos y unidades de riego se han concentrado en los usuarios con mayor capacidad económica. Eso debe cambiar. Es necesario que los planes de mejoramiento del riego parcelario se adecuen a las diferentes posibilidades o niveles de inversión, en el entendido de que la tecnificación del riego no obligadamente significa su aplicación vía tubería (como el goteo), sino que debe considerar técnicas tales como la nivelación de la parcela y el trazo de riego, así como la capacitación y transferencia de tecnología a usuarios y uso de gastos unitarios de riego en función de las características del terreno.

Se requiere cambiar el paradigma en el uso agrícola del agua, empezando con una reducción en la demanda del líquido para corregir el sobredimensionamiento de los distritos de riego (creados en torno a presas), así como la sobreexplotación de las reservas subterráneas. Además, se requiere de una transición hacia cultivos con menor demanda de agua, y una reorientación de las inversiones en infraestructura hidroagrícola en el país, para lograr un pleno aprovechamiento de las abundantes aguas en el sureste.

En cuanto al tamaño de los mecanismos para administrar el agua para riego, existen 85 distritos de riego que atienden el 53 por ciento de la superficie total irrigada (6.5 millones de hectáreas), mientras que el 47 por ciento restante corresponden a 39 mil unidades de riego.

Un aspecto fundamental es volver a responsabilizar al Estado, junto con los usuarios del riego, de la rehabilitación de la infraestructura hidroagrícola. Hay que reconocer que la transferencia de los grandes sistemas de riego a los usuarios tal como fue implementada bajo la Ley de Aguas Nacionales –sin mecanismos de apoyo ni la responsabilidad de pagar por el agua desperdiciada- ha resultado en el derroche de 60 por ciento del agua de uso agrícola.

Asimismo, la dotación volumétrica a los usuarios del riego debe adaptarse en función de la disponibilidad en los embalses, de la capacidad de las cuencas hidrológicas y de los variantes regímenes pluviales, con base estrictamente en las recomendaciones y acuerdos de los comités hidráulicos de los distritos de riego.

Es necesaria la revisión de concesiones y su adecuación con base en el uso y propósito del agua subterránea extraída. Para ello, es imperante la determinación de la huella hídrica de los cultivos, para privilegiar aquellos que representan una mayor aportación a la alimentación de los ciudadanos.

El uso de las reservas de agua en el país para fines no esenciales debería ser objeto de la más alta regulación administrativa, dados los enormes impactos ecológicos y sociales que esto conlleva. Y los ahorros que se obtengan por concepto de la mejora del riego parcelario no deberían ser usados para incrementar la superficie irrigada, sino más bien para sobrellevar el déficit hídrico de otros sectores, como la población en zonas urbanas y rurales.

A pesar de la complejidad y diversidad cultural, ambiental y económica en el país, las estrategias de intervención por parte del Estado en lo relacionado con el recurso agua han sido predominantemente con visión mono angular, más que multidisciplinaria, y mono objetivo, en lugar de considerar los objetivos múltiples en las cuencas hidrológicas.

El Plan Nacional Hídrico 2013-2018 contempla “fortalecer la gestión integrada y sustentable del agua”, lo que implicaría la participación efectiva de la sociedad en las decisiones y la planeación del recurso hídrico en las distintas regiones hidrológicas del país. La participación del sector académico-científico será de crucial importancia en el diseño de mecanismos y estrategias para el uso racional del agua.


17 de mayo de 2014
Fuente: La Jornada del campo
NOta de Ignacio Sánchez Cohen Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agricolas y Pecuarias (INIFAP). Representante de la Red Temática del Agua de CONACyT

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