Filipinos claman por agua y alimentos

14 noviembre 2013

 

Varios niños piden ayuda a los ocupantes de los coches que circulan en una zona devastada por el paso tifón ''Haiyan''. EFE

 

Miles de sobrevivientes del tifón que habría dejado más de 10 mil muertos, esperaban ayer agua y comida urgente, el mismo día en que salieron hacia la zona de la catástrofe barcos de ayuda estadounidenses y británicos.

Cinco días después del paso de uno de los tifones más potentes de la historia del país, que iba acompañado de vientos de 300 kilómetros por hora y olas de hasta cinco metros parecidas a las de un tsunami, la ONU teme “lo peor” en las  zonas más afectadas, principalmente las islas de Leyte y Samar, y pidió ayer 301 millones de dólares para ayudar a las víctimas.

“Acabamos de lanzar un plan de acción que se concentra en la comida, la salud, el saneamiento, los refugios, la retirada de escombros y la protección de los más vulnerables […] Este plan requiere 301 millones de dólares”, dijo  Valerie Amos, la jefa de las operaciones humanitarias de la ONU en Manila.

“Tememos lo peor”, dijo John Ging, director de operaciones de la oficina de  coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.

Naciones Unidas habló de un número de víctimas que podría alcanzar 10 mil personas sólo en la ciudad de Tacloban, la capital de la provincia de Leyte, una de las más devastadas.  

En total más de 10 millones de personas, el 10% de la población del país, se ha visto afectada por el tifón y al menos 660 mil personas perdieron su casa.

“El puñado de aviones militares que lleva poco a poco agua potable, paquetes de arroz, latas de sardinas o mantas desde vecina la isla de Cebú a Tacloban, el epicentro del desastre, en la isla de Leyte, trae de vuelta a decenas de espantados habitantes de la ciudad que el supertifón prácticamente borró del mapa”, relata Naiara Galarraga, enviada especial del diario español El País a la devastada Filipinas.

El balance oficial, hasta ayer, es de mil 774 muertos y dos mil 500 desaparecidos, pero todavía se teme que aumente considerablemente porque hay grandes áreas de las que no hay noticias. Ni buenas ni malas. “Hay cientos de pueblos y aldeas a lo largo de cientos de kilómetros con los que la comunicación aún está cortada”, aseguró Natasha Reyes, de Médicos Sin Fronteras.

Un testimonio de Roberto Yabes, hace temer que la cantidad de muertos subirá: “Hubo avisos de advertencia y la gente se fue a los refugios. El problema es que nadie les advirtió de que subiría el agua. Sólo esperaban vientos muy fuertes”, agrega en su crónica la enviada de El País, Naiara Galarraga.

• “¿Dónde está la comida?”

“Aquí no hay nada para nosotros. Ya no tenemos casa ni dinero ni papeles”, dice desesperada Carol Mampas, de 48 años, con su hijo de tres años con fiebre  en los brazos.

“Por favor, digan a las autoridades que nos ayuden. ¿Dónde está la comida? ¿Dónde está el agua? ¿Dónde están los soldados para recoger los cadáveres?”, se  pregunta esta mujer que, como miles de supervivientes, pasó la noche en el maltrecho aeropuerto de Tacoblan con la esperanza de tomar un vuelo para  abandonar la ciudad.

Las calles de la ciudad siguen llenas de cadáveres en descomposición y muchas personas armadas saquean los edificios todavía en pie.

“Necesitamos ayuda. No llega nada”, dijo Aristone Balute, una anciana de 81 años quien no logró subir a un avión para salir de la ciudad. “No hemos comido desde ayer por la tarde”. Balute tenía las ropas empapadas por la lluvia y lloraba.

Para prevenir los saqueos las autoridades anunciaron ayer la imposición del toque de queda y el despliegue de vehículos militares.

“La presencia de policías y soldados […] mejorará sin duda las cosas, pero no se hará todo en una noche”, dijo el ministro del Interior, Mar Roxas.

La lluvia que cayó sobre la ciudad en la madrugada del martes, por  la presencia de la depresión tropical “Zoraida” empeoró  todavía más las cosas para los supervivientes.

“En los próximos días, estén seguros de ello, la ayuda llegará cada vez más de prisa”, prometió el presidente filipino Benigno Aquino, que el lunes declaró el estado de catástrofe nacional.  

Con información de AFP y AP

• Llueve y tiembla

La naturaleza se ensaña con el golpeado pueblo filipino. Los habitantes aún buscan entre los escombros a familiares desaparecidos e intentan hacerse de alimentos, y sobre ellos cae la lluvia que deja la depresión tropical “Zoraida” y para colmo un sismo de 4.8 grados les hace recordar las horas de pánico que les hizo vivir “Haiyan”.

El movimiento telúrico ocurrió cerca de San Isidro, en la provincia de Bohol, a 641 kilómetros de Manila, sin que se tengan por el momento reportes de víctimas o daños materiales.

Para su fortuna, “Zoraida”, sólo fue una amenaza, pues se disipó sobre las islas devastadas por el tifón.

CUMBRE SOBRE CLIMA EN VARSOVIA

Naderev Saño, el delegado que pronosticó catástrofe, en ayuno

VARSOVIA POLONIA.- En la Conferencia Mundial sobre el Clima que se desarrolla en Polonia hay un personaje que se convirtió en protagonista.

Se trata del delegado filipino Naderev Saño, quien el lunes estalló en lágrimas al hablar de la catástrofe por el supertifón “Haiyan” y ayer comenzó una huelga de hambre porque en las reuniones internacionales sobre clima no hay acuerdos contra el cambio climático. Este filipino, además, advirtió hace un año que de no hacer nada habría más calamidades para su país.

Saño ya había impresionado a la audiencia de la pasada cumbre de Doha en diciembre de 2012, cuando interrumpió su discurso con sollozos para pedir un compromiso de todos ante la situación de su país, que había sido golpeado por el tifón “Bopha”: “Mientras negociamos aquí, mientras dudamos (…) la lista de muertos está creciendo”. Su voz se quebró entonces —igual que el lunes— pero pidió al mundo “que abra los ojos a la realidad que afrontamos siete millones de personas”, señala una nota del diario español El Mundo.

Sus palabras resultaron proféticas, desgraciadamente, y el tifón “Haiyan” que ha arrasado parte de Filipinas marcó este inicio de la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático, que arrancó en la capital polaca y donde delegaciones y ONG han advertido de los efectos desastrosos de no tomar medidas para reducir las emisiones contaminantes.

“En solidaridad con mis compatriotas, que luchan para encontrar alimentos voy a comenzar un ayuno voluntario por el clima”, declaró un emocionado Saño, al comienzo de la sesión de apertura.

Se abstendrá de comer durante la conferencia “hasta que no se divisen resultados positivos”, agregó.

Conmovidos por Saño, centenares de activistas de al menos una veintena de ONG presentes en la COP19 de Varsovia iniciaron un ayuno en solidaridad.


13 de noviembre de 2013
Fuente: Informador

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