El hambre en el mundo crece por primera vez en 14 años debido a conflictos y desastres naturales
18 septiembre 201715 de septiembre de 2017
Fuente: Sin Embargo
Nota: EFE
Roma, 15 septiembre (EFE).- El hambre creció en 2016, por primera vez desde 2003, hasta afectar a 815 millones de personas, la mayoría de ellas en países que han sufrido conflictos y desastres naturales relacionados con el clima.
Las agencias de la ONU para alimentación con sede en Roma presentaron hoy, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), las últimas cifras sobre el estado mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición.
El informe destaca que, tras más de una década de avances en la lucha contra el hambre, el año pasado el número de hambrientos aumentó en 38 millones de personas respecto a 2015 y su porcentaje, equivalente al 11 por ciento de la población, volvió a situarse a niveles de 2012.
De confirmarse las estimaciones preliminares, la comunidad internacional se alejaría así de uno de los objetivos que hace dos años se propuso para 2030, el de erradicar el hambre y la malnutrición.
POR CONFLICTOS Y DESASTRES
El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, apuntó en una conferencia que la seguridad alimentaria se ha deteriorado principalmente en África subsahariana y distintas partes de Asia por el impacto de los conflictos, muchas veces combinados con sequías e inundaciones.
También mencionó que, en algunos países en paz como algunos de Sudamérica, el auge del hambre ha estado relacionado con la ralentización de la economía, que ha restado recursos a los gobiernos, reducido los salarios mínimos y disminuido las redes de protección social.
Por continentes, casi 520 millones de personas no tenían lo suficiente para alimentarse en 2016 en Asia; unos 243 millones en África y 42.5 millones en América Latina y el Caribe.
Según la FAO, dos tercios de quienes pasan hambre viven en países afectados por la violencia, al igual que el 75 por ciento de los 155 millones de niños que tienen retrasos en el crecimiento por la desnutrición crónica, una cifra que descendió en un millón en comparación con 2015.
Ante ese panorama, Da Silva instó a proteger a los más pobres y a combinar la ayuda humanitaria de emergencia con acciones de desarrollo que, además de garantizar su supervivencia, salven los medios de vida de esas personas.
Después de que este año se haya declarado una hambruna en Sudán del Sur y a punto estén de padecer una situación similar Yemen, Somalia y el noreste de Nigeria, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, urgió a los líderes mundiales a ejercer la presión necesaria para poner fin a los conflictos y acabar con el hambre.
“La inseguridad alimentaria global ha aumentado y, con toda la tecnología y toda la riqueza que hay, es una vergüenza”, afirmó Beasley, que reivindicó el trabajo de las agencias de la ONU porque, en su ausencia, los números serían “significativamente peores”.
Por parte del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), su presidente, Gilbert Houngbo, aseguró que en el deterioro han influido “las políticas débiles, una pobre gobernanza y la falta de compromisos sostenidos para actuar”.
Asimismo, destacó la necesidad de invertir con vistas a reforzar la seguridad alimentaria, la resiliencia ante el cambio climático y la productividad de la agricultura en los países donde se concentra el hambre, especialmente en las áreas rurales.
Abordar las raíces del problema y dedicar nuevos esfuerzos para asegurar la paz y la inclusión social forman parte de la receta recogida en el informe de la ONU, que advierte también de la coexistencia entre las distintas formas de malnutrición, incluida la obesidad, que se está extendiendo entre niños y adultos.
RALENTIZACIÓN EN LATINOAMÉRICA
La ralentización de la economía ha influido en el aumento del hambre en América Latina y el Caribe, donde afectaba al 6.3 por ciento de la población en 2014 y al 6.6 por ciento en 2016, lo que suma 42.5 millones de personas.
Así se desprende de las estimaciones realizadas por la ONU en su informe sobre el estado mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición, presentado hoy en Roma.
El subdirector general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Kostas Stamoulis, explicó a Efe que el incremento en la prevalencia de la desnutrición crónica se debe principalmente a la situación en Sudamérica.
Allí el hambre afectó al 4.8 por ciento de la población en 2014, porcentaje que subió al 5.6 por ciento en 2016, mientras que descendió ligeramente en Centroamérica (pasando del 6.9 al 6.5 por ciento en ese mismo periodo) y en el Caribe (del 18.9 al 17.7 por ciento).
Mientras que a nivel mundial la inseguridad alimentaria ha crecido principalmente por el efecto combinado de los conflictos y los desastres naturales, impactando en 815 millones de personas, en Latinoamérica la razón fundamental se halla en la ralentización de la economía, según Stamoulis.
A su juicio, la caída de los precios de los productos básicos redujo los ingresos que de su exportación obtenían algunos países latinoamericanos, que han visto disminuir su capacidad para importar alimentos, lo que ha supuesto un descenso de la disponibilidad total de comida en la región.
“Menos ingresos por exportación significa menos ingresos para los gobiernos, que pueden no ser capaces de proporcionar redes de protección social a la gente para apoyar su alimentación, como habían hecho antes”, afirmó el experto.
Stamoulis precisó que los datos de 2016 son proyecciones que pueden corregirse en el futuro si la ralentización económica termina en esos países y que existen fenómenos que pueden no verse reflejados todavía como, por ejemplo, el efecto final que ha tenido El Niño en el Corredor Seco centroamericano.
Por países, el informe compara la prevalencia de la desnutrición entre el trienio 2014-2016 y el de 2004-2006.
Países de la región donde el hambre ha crecido en ese decenio son Dominica (del 5.7 al 5.8 por ciento), Jamaica (del 6.9 al 8.4 por ciento), Santa Lucía (del 14.2 al 17 por ciento), Belice (del 4.6 al 6.2 por ciento), Costa Rica (del 5.4 al 5.6 por ciento), El Salvador (del 10.7 al 12.3 por ciento), Paraguay (del 11.9 al 12 por ciento) y Venezuela (del 10.5 al 13 por ciento).
El director general de la FAO, José Graziano da Silva, dijo en la presentación que la “mayor preocupación” está en Haití, el país de la región con la incidencia más alta del hambre (46.8 por ciento de la población afectada de media en los últimos tres años), y que en el resto se han dado “fluctuaciones coyunturales”.
“Aumentó el hambre en Sudamérica, que iba adelante en la erradicación del hambre, y hubo una mejora en Centroamérica y el Caribe, que iban rezagados”, según Da Silva.
El director de Programas de Nutrición de Unicef, Víctor Aguayo, dijo que América Latina es reflejo de lo que pasará en el resto del mundo ya que, después de un periodo de crecimiento económico, está sufriendo un aumento también del sobrepeso y la obesidad debido a la mala nutrición de los más pobres y su limitado acceso a dietas de calidad.
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