Hidalgo aspira a dejar de ser una fosa séptica

15 diciembre 2008

Fuente: Exoline.com 14 de diciembre de 2008

Raúl Tortolero

Si los habitantes de la Ciudad de México presenciáramos las condiciones en que crecen muchas de las verduras que nos llevamos a la boca, tal vez no volveríamos a comerlas. Sobre todo porque, siguiendo una tendencia de vida más saludable, devoramos ensaladas. Las anteponemos a las carnes rojas, tan insufladas de toxinas.

Pero no sabemos que, especialmente las lechugas y espinacas, pero también los elotes y los frijoles, las coles y los romeritos que nacen en el Valle del Mezquital en Hidalgo son regados con aguas negras. Y son estos mismos fluidos los que inundan plenamente a las alfalfas que engordan a las vacas cuya leche nos venden diversas compañías conocidas.

Son las mismas aguas negras que les enviamos a los hidalguenses desde épocas remotas, revueltas con las pluviales, desde acá, donde vivimos amontonados, y que van a dar hasta esa planicie semidesértica.

Es cierto que a los campesinos del Valle del Mezquital —compuesto por una veintena de poblados en Hidalgo, como Tula, Tezontepec, Atitalaquia, Mixquiahuala, Chilcuautla, Ixmiquilpan y Ajacuba, entre otros— les ha convenido como abono la llegada masiva de aguas negras, malolientes, llenas de metales pesados y de parásitos, pero a un alto costo para la salud, la economía y la ecología. Además, los suelos fertilizados por la materia orgánica, no tienen sustentabilidad, ya que las concentraciones de sustancias dañinas no desaparecen en un día. Triplemente contaminados por aire, tierra y agua, el Valle del Mezquital vive una suerte de apocalipsis ecológico: desde los setentas han sido devastados por las cementeras, la refinería, además de las añejas aguas podridas.

A esta zona de Hidalgo llegan 725 millones de metros cúbicos de aguas negras al año, con una carga contaminante de más de 180 mil toneladas de basura.

Tras varias visitas al Valle —guiado por la activa organización Comunidad y Ecología—, se pueden observar las lastimosas condiciones de vida de los lugareños. Gran cantidad de mujeres lamenta las frecuentes infecciones estomacales de sus críos, los malos olores, sobre todo en los alrededores de la presa Endhó, al oeste del valle, unos kilómetros al norte de otra presa, La Requena.

Los alrededores de la presa Endhó huelen bastante mal en las primeras horas del día. El agua se ve como un espejo negro. Sin embargo, no falta quién pesque algo por ahí y se lo coma. A unos pasos de esta presa, cuyos flujos hacia las muchas hectáreas de parcelas colindantes dejan ver espumas grasientas de detergentes, está sembrado de coles, lechugas y mucha alfalfa.

Este vegetal no es para consumo humano, pero al beber un agua fresca preparada con esta hierba en algún mercado del DF, nada garantiza que no haya estado alguna vez inundada de excrementos. No puede apilarse durante tiempos largos, porque se agusana, según declaran los campesinos. Los acuíferos o depósitos de agua limpia del subsuelo, no parecen haberse contagiado de todo este show ecocida aún, pero uno puede tener sus dudas.

Plácidamente sentado en el parque de Mixquiahuala se encuentra José, campesino de 51 años, quien acepta, sin tapujos, que siembra alfalfa y maíz con aguas negras, porque “es la única que tenemos y además nos genera una buenaproducción”.

A pesar de que se ha vuelto común en las poblaciones vecinas utilizar el agua contaminada que viene del Distrito Federal, José preferiría regar sus cultivos con “aguas blancas”, si las hubiera. Sobre todo, porque al igual que sus vecinos, tiene que competir con productores de otras comunidades, cuya alfalfa es vendida a mejor precio, ya que se cultiva con agua limpia y puede conservarse en buen estado durante meses, mientras que la variedad del Valle del Mezquital sólo resiste 60 días. Tras ese periodo, empieza a llenarse de hongos por los residuos que guardan sus raíces y tallos.

La directora del área ambiental de la Universidad Tecnológica de Tula-Tepeji (UTTT), Lucina de León Rodríguez, destaca que la región del Valle del Mezquital está declarada como una zona de desastre ecológico y los niveles de contaminación de las aguas negras se han recrudecido en los últimos 35 años, y no se diga en los últimos 15 años.

“La salud de la población ha estado expuesta durante mucho tiempo. Pero se debe buscar un esquema integrador para mejorar los suelos. Los mismos campesinos generan muchos desechos orgánicos que dejan expuestos en las orillas de la carretera; camiones y camiones de materia orgánica que pudieran ser aprovechados para mejorar y enriquecer las tierras, deben sumarse y buscar otras soluciones y no sólo esperar la mugre del agua”, señala la especialista.

Al parecer, este sexenio tuvo más cordura que los anteriores al prometer sanear 60 por ciento de las aguas nacionales, y apuntando a sostener la palabra empeñada, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ya trabaja en un megaproyecto integral que ha llamado “Plan de Equilibrio Hídrico de la Cuenca del Valle de México”. Traducción: “Aguas sanas para el Valle del Mezquital”.

El plan es ambicioso… y urgente. Incluye, primero, la construcción de un gran conducto denominado Túnel Emisor Oriente (TEO) de siete metros de diámetro, que va desde Ecatepec, Estado de México, hasta Atotonilco de Tula, en Hidalgo.

El proyecto prevé también la construcción de seis plantas de tratamiento. Una de ellas, la de Atotonilco de Tula, en Hidalgo, recibirá las aguas que envíe el TEO a este estado para someterlas a un proceso de limpieza. El resto, se ubicará en el estado de México.

Como los actuales ductos de desalojo de aguas del DF ya están saturados y necesitan reparaciones serias, el TEO servirá para evitar desastrosas inundaciones en la Ciudad de México, que quedaría “sin movimiento”, oponiéndose al lema de su gobierno. Las aguas negras colmarían sobre todo el Centro Histórico, ocasionando pérdidas humanas y económicas terribles.

El Valle de México exporta sus aguas residuales al Valle de Tula por dos sitios: al oriente, por los túneles de Tequixquiac, donde descarga sus aguas el Gran Canal. Al poniente a través del Emisor Central y el río El Salto, y a futuro, por el nuevo Túnel Emisor Oriente. En la actualidad, la cuenca del Valle de México presenta uno de los índices de tratamiento de aguas residuales más bajos del país (seis por ciento), lo que genera contaminación y un grave desequilibro hídrico.

Por ello, la Conagua está concentrando gran parte de sus esfuerzos en construir una planta de tratamiento en Atotonilco, Hidalgo. Un problema menos que tendrán en todo en Valle del Mezquital será el de las aguas pútridas, con todo su lastre de enfermedades gastrointestinales y dérmicas, sus desechos sólidos, parásitos, metales pesados y fetidez.

Juana Sánchez es vecina de Mixquiahuala. Se dedica a las labores del hogar y reconoce que la contaminación del agua es el principal problema al que tienen que enfrentarse los habitantes de la zona, pues su hijo de seis años se enferma frecuentemente del estómago. Argumenta que se debe a las “chucherías” que come en la escuela y a que las aguas “frescas” que venden en las tienditas no es líquido de garrafón y el agua “potable” sale negra y maloliente.

En cambio, los tres hijos de Sara Rodríguez nunca se han enfermado gracias a que lava las verduras con agua purificada y además les pone “Microdyn”. Para garantizar la salud de su familia tiene que ocupar hasta tres garrafones al día ya que todo lo que se come en el pueblo es sembrado con y “lavado” en el río contaminado de Tezontepec, lo cual puede verse a simple vista con una visita al lugar, asegura la ama de casa.

Mixquiahuala es una población de 45 mil habitantes. Se nutre del río Tula. Salvador del Castillo, ex director de Ecología del municipio, reconoce que es una necesidad urgente construir una planta de tratamiento de aguas residuales en la región. Con tristeza recuerda cuando ese río “era una maravilla”. Sin embargo, ahora se mantiene contaminado por las aguas que vienen de México. Es indispensable llevar a cabo un programa de rescate ecológico para mejorar la imagen de la región, ya que actualmente algunos lo llaman “el valle de la caca”, lamenta el ex funcionario.

La planta de Atotonilco daría respuesta a estos cuestionamientos. Se situará en la zona de El salto —Atotonilco de Tula, Hidalgo— para tratar los 23 metros cúbicos que se descargarán a partir del año 2013 en esta zona y será la más grande de este país y de América Latina. Y una de las mayores del mundo, junto con una de Boston, otra de Washington y una más que edifican ahora en China.

Tiene como fin limpiar las aguas que se exportan en las descargas del poniente, ya que actualmente se utilizan sin tratamiento en el Valle de Tula para el riego de cerca de 90 mil hectáreas y sólo en la región viven 700 mil habitantes, 300 mil de ellos subsisten de la agricultura. La construcción de esta planta permitirá cumplir con la normatividad establecida en lo que se refiere a las descargas que son vertidas a los cuerpos receptores de aguas nacionales, así como con las condiciones particulares de descarga establecidas para el Estado de México y para el Distrito Federal.

La capacidad de la planta de tratamiento Atotonilco representa más del 55 por ciento de las aguas residuales exportadas del Valle de México en época de secas y coadyuvaría al logro de la meta fijada por el actual gobierno de tratar el 60 por ciento de las aguas para el 2012.

La directora de Ecología del municipio de Tula, Hidalgo, Claudia Zamora Lira, destaca que la construcción de una planta de tratamiento de la envergadura de Atotonilco representará grandes beneficios para la comunidad de la zona, ya que hay comunidades asentadas cerca de los cuerpos de agua contaminados, lo que ha generado padecimientos como infecciones intestinales y alergias.

Aunado al tema de salud, la contaminación también es muy grave. Muestra de ello son las siete mil 600 toneladas de basura que el municipio de Tula ha sacado de los ríos en dos años, sobre todo plásticos. Sólo en el transcurso del año son dos mil toneladas retiradas, que se suman a otras dos mil toneladas que ya están separadas de los caudales, aunque no han sido dispuestas en el basurero municipal.

La respuesta a este problema sería el reciclaje, pero nadie quiere llevar a cabo tal empresa, ya que los plásticos que son recuperados están muy sucios, lo que eleva el costo del procedimiento. Al contar con una planta de tratamiento, en un proceso inicial la materia sólida se queda atrapada y los residuos ya no llegarán a la región, destaca la funcionaria.

La Conagua también está trabajando en la construcción de cinco plantas más en el estado de México: El Vaso del Cristo, en Tlalnepantla, la segunda junto a la presa Guadalupe en Nicolás Romero, la tercera es la Berriozabal, en Tepotzotlán, al poniente. Al este y norte de de la capital estarán la cuarta y quinta, en Nextlalpan y en Zumpango.

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