Huella Hídrica: agua que no has de beber… has de vestir

19 septiembre 2012

El pasado miércoles, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), AgroDer y la empresa SAB Miller México presentaron los resultados de un estudio que detalla cuál es el impacto de la Huella Hídrica sobre México y Norteamérica o, en otras palabras, cuál es la cantidad total de agua que un mexicano utiliza en su vida cotidiana, ya sea de forma directa o a través de todos los productos y servicios que consume.
El concepto “Huella Hídrica” (HH) fue desarrollado en Holanda por la UNESCO y es un indicador para el volumen de agua utilizado en toda la cadena de elaboración de un producto. Toma en cuenta factores más allá de los que se encuentran a simple vista, por ejemplo el sitio y estacionalidad en que es utilizada -puesto que no todos los espacios geográficos tienen igual accesibilidad a agua- el agua de lluvia y el grado de contaminación del agua.
“Algo que pretende la huella hídrica es que empecemos a pensar en el agua como pensamos en las emisiones de CO2,” comentó Eugenio Barrios, director del programa de agua de WWF México y Centroamérica. “Así, como hay una huella de carbono hay una huella hídrica. Puede ser aplicado, trabajado y disminuido.”
La elaboración de un producto de consumo, sea una botella de plástico o una camisa, implica una utilización de agua mucho mayor a la que nos imaginamos. Lo que comemos en un día, la ropa que usamos, la energía que consumimos y todos los productos con los que estamos en contacto requirieron agua en distintas cantidades para su creación, producción o generación. Por esto, al comercializar productos, también estamos comercializando el agua que implicaron sus procesos productivos.
De hecho, el agua que vemos físicamente en nuestra vida diaria (aquella que vemos mientras lavamos nuestras manos, los platos, regamos el jardín o tiramos de la cadena del retrete) representa sólo el 4% del total que consumimos. El restante 96%, el que no vemos, es el agua que ha sido utilizada en el proceso de elaboración de productos y desarrollo de servicios.
Así, consumir una simple taza de café involucra mucho más que el líquido en ella. Para crecer el grano se requirió agua, lo mismo que para los procesos de secado, tostado, molido y empaquetado.


Fuente: Animal Político / Emily Gómez Ramsey

19 de septeimbre de 2012

 

 

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