La contaminación emergente del medio fluvial

21 junio 2013

El estudio de los contaminantes emergentes se encuentra entre las líneas de investigación prioritarias de los principales organismos dedicados a la protección de la salud pública y medioambiental, tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA), o la Comisión Europea. Son compuestos de distinto origen y naturaleza química, cuya presencia en el medio ambiente no se considera significativa en términos de distribución y/o concentración, por lo que pasan inadvertidos y nunca han sido regulados.
Las drogas de abuso y sus metabolitos se encuentran presentes en las aguas desde hace décadas, pero es ahora, en la actualidad, cuando se han empezado a cuantificar sus niveles en el medioambiente, reconociéndose como contaminantes potencialmente peligrosos, que pueden ocasionar daños en los ecosistemas. A esto ha contribuido el desarrollo de nuevas técnicas analíticas (p. e. la cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas, LC-MS), que permiten determinar concentraciones muy bajas de estos compuestos (?g-ng/L) en matrices muy complejas como son las muestras medioambientales.

Mediante las técnicas analíticas se ha podido determinar la presencia de drogas de abuso y sus metabolitos en cuencas internacionales, como en Italia, Alemania, Bélgica, Gran Bretaña o Croacia, o nacionales como en Cataluña, Valencia o Toledo.

Otra particularidad de estos compuestos, es que debido a su elevada producción y consumo y a la continua introducción de los mismos en el medio ambiente, no necesitan ser persistentes para ocasionar efectos negativos. La UNODC (United Nation Office of Drugs and Crime, 2012) ha publicado recientemente el Informe Mundial de Drogas de 2012, indicando que en 2010, alrededor de 230 millones de personas por todo el mundo (5% de la población comprendida entre los 15 y 64 años de edad) han consumido drogas de forma ilícita al menos una vez en 2010.

La condición ilegal de la mayoría de estas sustancias impide la regulación de su venta y el control de sus residuos, pudiendo llegar al medio ambiente por diferentes rutas. Los residuos de las drogas de abuso persisten en la orina de sus consumidores y se incorporan a la red de aguas residuales, llegando a las estaciones depuradoras de agua de forma inalteradas o como sus principales metabolitos. Recientemente se ha demostrado que los sistemas de tratamiento convencional, basados principalmente en el uso de microorganismos, resultan inadecuados para destruir de forma efectiva este tipo de compuestos orgánicos, debido a su compleja estructura molecular y a las bajas concentraciones en las que se encuentran.
Debido al riesgo ecotoxicológico potencial de las drogas de abuso en los ecosistemas es necesario eliminarlas de las aguas fluviales y como solución a este problema la aplicación de procesos no biológicos, como procesos de oxidación avanzada (MOA), se han ido extendiendo en los últimos años. La eficacia de estas técnicas está basada en la generación de radicales hidroxilo, los cuales actúan como un potente agente oxidante de los compuestos orgánicos, pero aún no se ha logrado la degradación completa de estas sustancias.

Por todo ello, es importante la investigación sobre este tipo de procesos que permitan degradar las drogas de abuso presentes en las aguas residuales urbanas que llegan a las depuradoras. Además, sería interesante estudiar la posibilidad de integrar estos procesos en las operaciones normales de las estaciones depuradoras, por lo que el coste relativo de los procesos debe ser tenido en cuenta.


21 de junio de 2013

Fuente: iAgua.es

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