La infraestructura verde es vital para promover el desarrollo sostenible
05 julio 201728 de junio de 2017
Fuente: CAF
Nota: René Gómez-García
Los efectos de la extrema variabilidad climática amenazan con acentuar la sensación de deterioro y escasez del capital natural en la región, por lo que cobra mayor importancia la protección y promoción de la buena gestión de la biodiversidad. Surge entonces la siguiente pregunta: ¿cómo podemos estimular las inversiones destinadas a proteger y mejorar los ecosistemas?
En primer lugar, para proteger los recursos naturales, especialmente los derivados de la biodiversidad como suelos, vegetación, fauna, bosques y agua, es necesario emplear herramientas del siglo XXI, ya que si continuamos usando mecanismos del pasado se perpetuarán las brechas de insatisfacción en los servicios, de costos prohibitivos y aún peor, se exacerbarán los escenarios de degradación de los ecosistemas.
La crisis provocada por la presión del uso de los recursos naturales genera escasez de los productos de estos ecosistemas, intensifica los eventos extremos como sequías e inundaciones, en una muestra del desequilibrio acumulativo entre los componentes geofísicos y climáticos que al mismo tiempo generan costos incrementales en obras y servicios.
Las buenas prácticas nos indican que las mejores soluciones incluyen la aplicación y puesta en marcha de infraestructura verde, por ejemplo a través de la optimización de la retención de agua y humedad en los suelos, el incremento de la cobertura vegetal o la minimización de superficies impermeables en los suelos. Todo esto debería contribuir a restaurar y consolidar ecosistemas que garanticen la humedad en el aire, la recarga de acuíferos y disponibilidad de agua en forma adecuada.
La mala noticia es que, según un reciente informe, América Latina muestra tendencias de aparente deterioro. De todas formas, existen oportunidades para reflexionar acerca de las medidas preventivas y proactivas que se podrían incorporar en la gestión de los recursos naturales, especialmente aquellas relacionadas con la inversión en capital natural e infraestructura verde para la conservación de los recursos hídricos.
Durante décadas, la infraestructura natural (humedales, pastizales y bosques) alrededor de las cuencas que dotan de agua potable a las ciudades cumplían un rol crucial en mantener la calidad del agua y asegurar la regulación hídrica al absorber las lluvias durante periodos de inundaciones y liberarla durante periodos secos. No obstante, la eliminación de estos para dar paso a la agricultura intensiva y a los asentamientos humanos no planificados, dejó a las ciudades rio abajo más vulnerables a los desastres naturales. Invertir en recuperar dichos humedales, pastizales y bosques sería un buen ejemplo de inversión en infraestructura verde. Su relevancia radica no solo en los beneficios ambientales sino también en su capacidad para generar un retorno económico al reducir costos de operación y mantenimiento de las infraestructuras actuales y minimizar la necesidad de continuar invirtiendo en infraestructura gris.
Existen algunos ejemplos exitosos que pueden ser replicables en otras partes de la región. Ecuador, por ejemplo, ha liderado la la vinculación de empresas de agua en infraestructura verde. En el 2008 la empresa de agua de Quito, EPMAPS, creo el primer fondo de agua del mundo: FONAG, el cual sirvió de inspiración para la creación de fondos similares en diversos países. Al 2015, la inversión que han realizado los fondos de agua en ecuador para actividades de protección de sus fuentes de agua asciende a más de 20 millones de dólares (Echavarria, y otros 2015).
En Perú y Colombia también se aprobaron legislaciones ambientales innovadoras que incentivan la inversión en cuencas. En el caso Peruano, además, el Ministerio de Ambiente ha creado un marco legal para fomentar lo que se ha denominado como Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MRSE), que busca financiar la conservación de las fuentes de agua a través del incremento tarifario del agua.
Este marco legislativo ha propiciado la identificación por parte de Aquafondo, en coordinación con SEDAPAL, de una cartera de 9 proyectos por aproximadamente 4 millones de dólares para infraestructura verde y servicios eco sistémicos destinados a la conservación y protección de la cuenca media y alta del rio Rímac.
Estas iniciativas demuestran una clara tendencia hacia la promoción de la inversión de infraestructura verde para la conservación de los recursos naturales, la biodiversidad y del agua potable en Latinoamérica. No obstante, considerando que los operadores de agua en la región invierten tan solo hasta un 3% de su presupuesto anual en infraestructura verde es todavía incipiente.
Para mejorar esta situación, el primer paso que debemos dar como sociedad es el de reconocer los servicios que los ecosistemas y la biodiversidad nos han brindado todo este tiempo de manera gratuita. Es momento de cuantificar y otorgar un valor económico a estos servicios que tanto contribuyen al bienestar y desarrollo de nuestras ciudades. Los incentivos para la promoción de estos proyectos se materializaran una vez identificado el verdadero retorno económico de las inversiones.