Francisco Velasco Islas, director del Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio (SOAPAMA) alertó de los “graves problemas” por llegar a la mancha urbana en un tiempo corto derivados de la capacidad de los pozos para abastecer ese líquido a los cientos de viviendas.

“Ese conflicto literalmente está encima de nosotros. Las preocupaciones sobre el presente y futuro del tema ecológico en el valle están relacionadas con los abatimientos registrados en todas y cada una de las noria ciclo tras ciclo”, adelantó.  

En este sentido, dijo, el inconveniente más acentuado desde 2006 corresponde a la fuente denominada La Carolina II, responsable de aportar la mayor cantidad de líquido para la ciudad. “Entregaba el orden de 60 litros por segundo. Sin embargo, comenzó a reportar abatimientos periódicos de entre 40, 50 y hasta 60 centímetros anuales. Pero el año pasado alcanzó los seis metros. Esto habla de un comportamiento geométrico porque no es predecible”. 

Otros pozos con complicaciones muy serias son dos de Infonavit y el llamado Tumbacarretas, añadió. “En esos el decaimiento llegó a los 60 metros en 12 meses. Tiempo atrás ofrecían 25 o 26 litros por segundo; hoy apenas surten seis”. Sin duda, lamentó, frente a ese panorama de intranquilidad local “pocos son los interesados en poner el dedo en la yaga y en llevar a cabo acciones con el fin de recuperar las pérdidas en el medio ambiente de Atlixco”. 

En el Soapama desde tiempo atrás comenzaron a reforestar entre 50 y 150 hectáreas, informó durante una entrevista con este diario. “Pero encontramos deforestadas 400. Entonces es una guerra contra el destino. Una de las posibilidades para contrarrestar esto es sumar a grupos, asociaciones, colegios e investigadores quienes tengan la voluntad y el deseo de poder transformar el escenario.”. 

Por otro lado, y como parte de posibles respuestas, adelantó, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en Puebla (Semarnat), elabora un proyecto sobre la micro–cuenca de Atlixco donde están involucrados los municipios de Tochimilco, Santa Isabel Cholula, Nealtican, San Juan Tianguismanalco, Huaquechula, Atzizihuacán y también Izúcar de Matamoros. “La idea es dejar fuera acciones producto de caprichos y ocurrencias de alguien en especial”.  

Otro de los pasos a seguir, abundó el funcionario, será variar el trato con los comisariados ejidales de esta zona, el cual será en dos vertientes: “Colocaremos dentro de las parcelas árboles maderables con tiempo de madurez después de los siete años. La tarea de la Semarnat consiste en entregarles la mata y pagar una anualidad a los campesinos por cuidar el crecimiento. Y depende del porcentaje de sobrevivencia, es el dinero entregado. Son los llamados servicios forestales. Eso es en la parte alta”. 

En la parte baja, contó, los usuarios agrícolas utilizan entre el 96 y 98 por ciento del agua de los manantiales de San Baltasar Atlimeyaya, ubicados en el municipio de San Juan Tianguismanalco. “De ese afluente obtenemos mil 600 litros por segundo. En época de estiaje, el líquido no alcanza muy buena eficiencia en los terrenos porque llega a los niveles de 20 o 25 por ciento”. 

En el ámbito de los organismos operadores, expresó Velasco Islas, conocen con todo detalle una cifra: “Del total de los volúmenes en los afluentes, apenas el 12 por ciento es destinado a los requerimientos potables. Más claro, el 85 queda en manos de los labriegos”. 

El asunto de los claros límites de la “fábrica del agua” en la zona, aceptó el responsable del Soapama, no únicamente corresponde corregirlo a los campesinos. “Es tarea y obligación también, por ejemplo, de quienes viven de ese recurso como los embotelladores, las compañías de hielo, los centros de lavado de autos, los dueños de hoteles, los comercios y desde luego todas las familias”.