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Luz al fin: impacto del fracking en el agua

03 julio 2015

 

Hace un par de años comentamos en este mismo generoso espacio, que sospechosamente, para algunos, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, la EPA que conocemos de muchas películas de corte catastrofista, reiteradamente decía que según sus datos, sus análisis y sus investigaciones, no había ninguna evidencia contundente de que la técnica de la fractura hidráulica, la cariñosamente conocida como fracking, estuviera causando o fuera responsable de la contaminación de un solo manto acuífero de las muchas regiones en las que se explota intensivamente en suelo norteamericano.

En aquella ocasión citábamos documentos no sólo de la rama ejecutiva, sino también de Congreso, en que se decía precisamente eso, con un candor impresionante, los funcionarios encargados de realizar las más cuidadosas auscultaciones sobre el tema del gas shale y las técnicas de muy reciente desarrollo para extraerlo del subsuelo, se convirtiera en una amenaza para la salud de los habitantes de las zonas cercanas a las explotaciones, que afectara sus niveles de bienestar al contaminar agua, tierra o aire, o igualmente malo, que perjudicara otras actividades económicas de la gente, principalmente de las que dependen del agua o de la tierra, la agricultura y la ganadería.

Cierto que allá no es como acá, que el Congreso siempre está enfrentado al Ejecutivo, sobre todo si son de distinto partido, allá los legisladores con cierto o alto compromiso con la ecología y la protección al ambiente, responden a sus electores, ¿Cómo?, pues investigando y presionando para que la verdad se conozca. Cuando tocamos este tema por primera ocasión, no había evidencias de nada, como en película de Walt Disney, la extracción del shale sería una operación limpia y sin efectos secundarios… hoy las cosas comienzan a cambiar.

El fracking es una técnica que se ha usado por tan solo una década, es difícil hasta para los gobiernos verdaderamente interesados, determinar su inocuidad para con el ambiente, o calcular el tamaño del perjuicio causado, ahora, si no hay muchas ganas de encontrarle inconvenientes, pues obvio que no se le encuentran.

El 4 de junio de este año marca el inicio de una historia diferente en torno a la fractura hidráulica, y dependiente de ella, del gran conjunto de la industria del gas y aceite de esquisto. Ese día la EPA finalmente emitió un primer boceto de su evaluación sobre los impactos potenciales de las actividades del fracking, las fuentes de agua potable, las noticias, aunque no son completamente malas, tampoco están como para ponerse a festejar, dice el texto del documento que la evaluación, emprendida por requerimiento específico del Congreso, muestra que si bien las actividades de fractura hidráulica en los Estados Unidos se llevan a cabo de manera que no se pueda hablar de impactos extendidos y generalizados en los recursos hídricos, sí existen potenciales vulnerabilidades en el ciclo de vida del agua, que éstas sí, pudieran afectar el agua de beber.

La evaluación siguió el agua utilizada para la fractura hidráulica, desde el momento de la adquisición del líquido, la incorporación de productos químicos en el sitio en que se ubica el pozo, durante la inyección de los fluidos de fracturación, la recuperación del agua de desecho (incluyendo la utilizada y la liberada), el tratamiento y disposición final del agua.

La administración de la EPA señala que se compilaron más de 950 fuentes de información, documentos científicos, reportes técnicos, datos de los accionistas y grupos de interés, entre otros, para tener una visión lo más amplia posible de una situación de interés nacional y hasta mundial.

Entre las vulnerabilidades que encontró la EPA, y que enumera en su reporte que puede usted encontrar en http://yosemite.epa.gov/opa/admpress.nsf/bd4379a92ceceeac8525735900400c27/b5

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02 de julio de 2015
Fuente: El Diario de Coahuila
Nota de Horacio Cárdenas Zardoni