Mexicanos diseñan un modelo para determinar efectos del cambio climático en las costas
07 junio 20175 de junio de 2017
Nota: Joel Cosío
Fuente: Sin Embargo
El modelo de evaluación de vulnerabilidad de zonas costeras ante amenazas de cambio climático ha sido aplicado para elaborar el Programa de Medidas Preventivas y Mitigación de la Sequía para Baja California Sur, disponible en el portal de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Ciudad de México, 5 de junio (SinEmbargo/Agencia Informativa Conacyt).- Un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) diseña un modelo de evaluación de la vulnerabilidad costera para determinar los efectos del cambio climático.
Este modelo permitirá una medición más precisa de la vulnerabilidad, por microrregión, en diversos ambientes costeros, de esta manera, los tomadores de decisiones podrán desarrollar políticas públicas para el desarrollo de medidas de mitigación y adaptación a eventos catastróficos.
“Proponemos una nueva serie de indicadores ambientales, sociales y económicos que, en conjunto con sistemas de información geográfica (SIG) y de percepción remota, nos permite determinar la vulnerabilidad de zonas costeras a tres amenazas de cambio climático: sequías, incremento de lluvias torrenciales y desborde de arroyos e incremento del nivel del mar”, mencionó el maestro en ciencias Arturo González Baheza, becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para el desarrollo del modelo de vulnerabilidad costera, dentro del doctorado en ciencias marinas y costeras (Cimaco) de la UABCS.
Sesenta por ciento de la población humana, así como ocho de las ciudades más importantes del mundo, está asentado en zonas costeras y áreas adyacentes.
El modelo se fundamenta en la evaluación de la presión, estado y respuesta, así como exposición, sensibilidad y capacidad de adaptación, de las zonas costeras ante eventos catastróficos.
“Existen muchos indicadores sociales y económicos generados por instituciones como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) o el Consejo Nacional de Población (Conapo); sin embargo, hay muy poca información relacionada con indicadores ambientales que nos permiten conocer el estado actual de un sistema ambiental, como la flora y fauna, tipo de cobertura vegetal y del suelo, formas y relieves geológicos, entre otros”, detalló González Baheza.
“Esta información nosotros la obtenemos a partir de bases de datos de imágenes de satélite e índices especiales, como el normalizado de vegetación; por ejemplo, comparamos cómo estaba la vegetación de un año a otro, si ha disminuido o aumentado y si ha variado el tipo de vegetación, lo que nos permite saber si existe algún tipo de impacto por parte de las actividades humanas”, continuó.
El modelo tiene una aplicación más eficiente que un programa de acción climático municipal, estatal o nacional de gran escala, que no favorece la canalización de esfuerzos humanos, recursos económicos e investigación en microrregiones.
“El modelo de vulnerabilidad tiene un alcance inclusive mayor que un programa de acción climática, porque esos programas manejan una escala muy amplia que no permite diseñar estrategias de adaptación a vientos, oleajes fuertes o aumento del nivel de mar en regiones reducidas. Este estudio (modelo de evaluación de vulnerabilidad) sí aproxima esos elementos y se pueden implementar estrategias de adaptación con el diseño de políticas públicas por todas las microrregiones que conforman la costa”, aseveró el director del estudio y diseño del modelo de vulnerabilidad, el doctor Oscar Arizpe Covarrubias, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt, adscrito al posgrado de calidad Cimaco de la UABCS.
El modelo de evaluación de vulnerabilidad de zonas costeras ante amenazas de cambio climático ha sido aplicado para elaborar el Programa de Medidas Preventivas y Mitigación de la Sequía para Baja California Sur, disponible en el portal de la Comisión Nacional del Agua (Conagua)
CASOS DE ESTUDIO EN BAJA CALIFORNIA SUR
Los especialistas han aplicado el modelo de evaluación en tres casos de estudio en Baja California Sur: Región de La Paz, acuíferos en Baja California Sur y Loreto, Baja California Sur, con el objetivo de calibrar el uso de indicadores ambientales, sociales y económicos.
El maestro en ciencias Arturo González Baheza informó que en la Región de La Paz propusieron nuevos indicadores ambientales y utilizaron indicadores socioeconómicos establecidos previamente. Sin embargo, no realizaron análisis estadísticos para definir cuáles indicadores usar y asignarles un peso diferenciado.
“El maestro Arturo González ha localizado microrregiones sumamente vulnerables en torno a inundaciones, como la zona del arroyo del Novillo, en donde está asentada la localidad de Chametla (en la ciudad de La Paz), además de otras áreas muy expuestas a inundaciones, no solo por el aumento del nivel del mar sino por fenómenos meteorológicos como huracanes y ciclones”, mencionó el doctor Arizpe Covarrubias.
“Lo que hacemos es determinar cuáles de estos arroyos tienen mayor potencial de desbordarse en caso de una lluvia extraordinaria, porque las proyecciones de cambio climático mencionan que va a haber eventos más extremos de sequía y lluvias torrenciales”, agregó González Baheza.
En el caso de estudio de los acuíferos de Baja California Sur, utilizaron indicadores obtenidos de la base de datos de treinta y un estaciones climatológicas en Baja California Sur, asimismo construyeron índices compuestos que reflejan el grado en que un acuífero ha estado expuesto a sequías históricas, su sensibilidad derivada de las presiones ejercidas sobre el mismo y la capacidad de adaptarse a estos cambios.
“El estudio de Loreto, Baja California Sur, está en proceso de culminar y se están proponiendo diversos indicadores ambientales que no existen en bases de datos nacionales, ya que se construyeron para una escala local (fina), y con el uso de indicadores socioeconómicos a esta misma escala. Se está utilizando análisis estadístico multivariado para elegir cuáles de los indicadores propuestos son los que más aportan a la vulnerabilidad, para así agruparlos en índices compuestos, asignarles pesos diferenciados y eliminar aquellos que no contribuyan tanto a la variabilidad”, informó González Baheza.
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