Las fluctuaciones del nivel freático afectan a la compactación del terreno y a las edificaciones. La ciudad de Murcia lo sabe bien porque a mediados de la década de 1990 sufrió en sus carnes, léase en un centenar de edificios, las consecuencias de unos años terribles de sequía, con el consiguiente descenso del nivel freático, unido a las frecuentes extracciones de aguas subterráneas, lo que dio lugar a asentamientos superficiales del terreno que causaron daños valorados entonces en más de 6.000 millones de pesetas, además de una gran alarma social.

Para evitar que la historia se repita, la Consejería de Obras Públicas y el Instituto Geológico y Minero de España establecieron un convenio de colaboración, que ha dado como fruto el estudio ‘La subsidencia del terreno en la ciudad y área metropolitana de Murcia’, que analiza los efectos del descenso del nivel freático en esta zona desde el año 1997.

El documento establece las pautas necesarias para implantar determinados usos o edificaciones en el área metropolitana de Murcia -una de las mayores de España, puesto que engloba a una población de más de 600.000 habitantes-, lo que permitirá, según manifestó ayer el consejero José Ballesta, que las administraciones locales tengan en cuenta estos aspectos en sus instrumentos de planeamiento para mejorar el desarrollo de sus núcleos de población y conocer «a qué usos se pueden destinar o no determinados suelos».

Los estudios, añadió Ballesta, se han complementado en los últimos tres años con las más novedosas técnicas vía satélite.La directora del Instituto Geológico y Minero de España, Rosa de Vidania, indicó ante un numeroso auditorio que abarrotaba el salón de actos de la Consejería de Obras Públicas, que «con este estudio, la ciudad de Murcia y su entorno metropolitano es el mejor conocido en un tipo de fenómeno que empezó a aparecer a finales del siglo XIX y principios del XX». Agregó que, desde el punto de vista técnico y científico, se recomienda la gestión racional de las aguas subterráneas para controlar este fenómeno.

En sus conclusiones, el estudio indica que «la variación del nivel freático por los bombeos y recargas del acuífero y por la acción combinada de ambas, implica una acusada modificación de las características geotécnicas y al ser éstas las que constituyen la base de cimentación de buena parte de las edificaciones de la ciudad, se comprende que cualquier política de aprovechamiento de recursos hídricos en esta zona deba tener en cuenta el funcionamiento del acuífero para evitar que se repitan efectos negativos».

La jornada técnica de ayer contó con dos partes diferenciadas: la presentación del libro y, posteriormente, la del mapa geológico de España a escala 1:50.000.

En la presentación del libro intervinieron Ramón Aragón, jefe de la unidad del Instituto Geológico Minero de España (IGME), que habló sobre los aspectos hidrogeológicos del estudio; Joaquín Mulas de la Peña, investigador del área de Riesgos Geológicos del IGME, que se centró en aspectos geotécnicos y Antonio Ángel Clemente García, jefe de servicio de Ordenación del Territorio de la Región de Murcia, que trató los aspectos territoriales.

Aragón se refirió a que en estos 13 años se han realizado multitud de sondeos a diferentes niveles. Desde el año 2001 existe una red de control instrumental (compuesta inicialmente por 22 extensómetros y 624 hitos topográficos) que en la fase actual se ha ampliado y mejorado con nueve puntos más. A su vez, se están utilizando, dentro de la Técnica de Control Remoto (TCR) las técnicas interferométricas (INSAR), al igual que en otras partes del mundo (México o California) que sufren este tipo de problemas. Según se puso de manifiesto en las jornadas, los resultados obtenidos hasta el momento corroboran su aplicabilidad para estudiar este tipo de fenómenos, al ser una herramienta eficaz en el control de grandes áreas por la precisión milimétrica que supone y por alcanzar un radio de cobertura del control/coste económico mucho más eficiente que la observación por medio de extensómetros.