Pactos por el Agua
16 agosto 201716 de agosto de 2017
Fuente: El Colombiano
Nota de: Ricardo Lozano
Ante la multiplicación de conflictos sociales, económicos y ambientales en el territorio por inseguridad jurídica y técnica en la interpretación y aplicación de políticas, instrumentos o normas de sostenibilidad, las autoridades territoriales, sociales, ambientales o empresariales han encontrado en los pactos voluntarios entre ellas la solución a todos estos problemas. Uno de los ejemplos exitosos de estos acuerdos es el establecido en la cuenca del río Manizales. Otro ejemplo que debería inspirar la estrategia nacional para el diseño de políticas nacionales es diseñar las directrices nacionales desde instrumentos exitosos de los territorios hacia Bogotá, es decir, de abajo hacia arriba.
Manizales es cuna de la prevención de desastres en Colombia. Allí la academia, profesionales y todos sus habitantes a partir de las lecciones aprendidas de las tragedias del pasado han luchado para evitar que las vulnerabilidades y riesgos relacionados con el agua aumenten su posibilidad, a pesar de las manifestaciones actuales de deslizamientos y avalanchas en sus barrios más pobres. Por ello no nos debe sorprender que en esta ciudad se geste otra de las grandes propuestas para el desarrollo sostenible del país.
El Pacto por la Cuenca del río Chinchiná es liderado mayoritariamente por mujeres de Corpocaldas, Aguas de Manizales, la CHEC de EPM y el Comité Intergremial de la región, cuyo objetivo es contribuir a la recuperación de la quebrada Manizales, a través de la generación de un trabajo conjunto con el sector industrial basado en el Plan de Acción Integral -PAI- de la quebrada Manizales, donde se firman acuerdos a través de un nuevo modelo de ciudadano corporativo.
Este modelo de relacionamiento local público-privado tiene tres objetivos fundamentales: gestión del riesgo de desastres y vulnerabilidades sectoriales y económicas como en la minería, producción más limpia con metas territoriales y conservación de áreas de interés ambiental, a través de la creación del banco de buenas prácticas en los sistemas de producción y la implementación de un Plan Padrino que identifica iniciativas exitosas empresariales en la gestión integral del agua.
Este pacto tiene ya establecidos proyectos y programas para la ordenación y manejo de ese territorio, aprobados por las autoridades ambientales encargadas de estos temas, ha identificado adicionalmente de manera transparente las limitaciones que tienen hasta hoy y los retos para el futuro.
Como retos se identifican que las finanzas de las actividades que buscarán esta sostenibilidad y mejorar el relacionamiento en la cuenca es el más importante, por eso proponen la creación de un fondo mixto del agua, alimentado por el sector privado y público. Ante los graves problemas de contaminación, como reto técnico se proponen darle claridad a las metas de descontaminación del agua y suelos para ser cumplidos por todas las industrias. Administrativamente, se tiene claro que los ritmos y las culturas de las entidades privadas y públicas no son los mismos, y allí estará el gran desafío.
Por ahora la región cuenta con que todas las entidades firmantes de la iniciativa participan activamente y están comprometidas en la continuidad del proyecto, con estructura interna y secretaría técnica que movilice las metas establecidas con el aporte de profesionales técnicos y económicos, y cuya primera fase terminará en 2019.
La prevención de desastres, a pesar de la vulnerabilidad de las cuencas del departamento de Caldas y especialmente en sectores como la minería y demás actividades productivas a través de planes de producción económica sostenible, la caracterización de las actividades que generan contaminación en el agua en cada una de las empresas de la zona industrial y la recuperación de la conectividad ecológica de la microcuenca, son las grandes metas actuales.
Las lecciones aprendidas de tantos años de contingencias serán el marco para evitar que se repitan y contribuyan a la articulación entre actores institucionales y comunitarios que viven en la quebrada con el propósito de gestionar de manera integral el desarrollo de todos. Ante los graves conflictos por el no reconocimiento del otro, los pactos firmados en mesas de diálogo voluntarios están mostrando una nueva luz para la política pública nacional.
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