Presa del Zapotillo: Agua mala

19 octubre 2010

19 de octubre de 2010
Fuente: Milenio

Mientras unos se ahogan inundados por las presas, en otros lados insistimos en tener nuestra propia alberca. Al tiempo que en algunas zonas de nuestro país se sienten los efectos del cambio climático y las consecuencias de los desórdenes ambientales causados entre otras razones, por la construcción desmedida de presas, en Jalisco y Guanajuato nos queremos sumar a la lista de estados que a aprenden a chapotear con la presa del Zapotillo.

Pero el daño no para en el impacto ambiental que proferirán. Por andarle haciendo favores a Felipe Calderón, Don Juan Manuel Oliva y Richard Sheffield andan firme que te firme papeles para autorizar este tan dudoso proyecto y se echarán a cuestas en la conciencia (o lo que de ella queda), la responsabilidad de inundar tres pueblos de Jalisco a cambio de 20 años de “agua garantizada”.

Desde hace semanas que en este humilde espacio me enterco en recordarle a Don Juan Manuel Oliva, la promesa que noblemente hizo de visitar el pueblo de Temacapulín, Jal., para oír de viva voz la opinión de sus pobladores. No lo ha hecho, no la he vuelto a mencionar por lo menos en estado de vigilia, y temo mucho que deje su reinado firmando proyectos millonarios y pasando por Jalisco en avión.

Como Oliva no va a Temacapulín, que Temacapulín vaya a Oliva. Hace pocos días, a propósito del Juicio de Amparo No. 204/2010, se realizó un peritaje en materia de psicología social en donde se distinguen las afectaciones y posibles consecuencias psicosociales que causan desalojos forzados como el de la Presa del Zapotillo. La primera alteración emocional es el desequilibrio emocional acompañado también por sufrimiento, angustia, tristeza, miedo, ansiedad, desmoralización y dificultades para afrontar la situación, llevando a la población a condiciones de vulnerabilidad emocional y física. “En casos extremos esta situación permanente de estrés y preocupación se asocia a algunas muertes en la población. El grupo más afectado está representado por la población de adultos mayores, que es un grupo importante en la estructura de la población.” Don Juan Manuel: Si se tratara de sus abuelos ¿se atrevería a derramar siquiera una gota de agua?

El estudio pericial continúa: “La prolongación de la problemática asociada al proyecto de construcción de la presa de El Zapotillo y a la amenaza de desplazamiento, por cerca de cinco años, está generando un proceso colectivo de estrés crónico que está ocasionando serias repercusiones en la salud física y mental”. Entre las afectaciones más graves relacionadas con ello, señala el estudio, están enfermedades de carácter sistémico como inflamación crónica, artritis reumatoide, fatiga de las glándulas suprarrenales, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2, depresión, y otras enfermedades inmunosupresoras. Don Juan Manuel: Si se tratara de su familia ¿alzaría los hombros cuando el médico moviera tristemente la cabeza?

El estudio no acaba ahí, desde luego. Es un diagnóstico serio y muy detallado sobre el tema. Las afecciones sociales, señala, no se circunscriben solamente a lo que pudiéramos entender por “salud mental”. Se extienden también hacia rasgos sociales que acusan a cualquier sociedad medianamente equilibrada: su capacidad de decidir por ella misma. La presa del Zapotillo, desde los inicio de su proyecto, ha sido rechazada por casi la totalidad de los habitantes de estos pueblos que, con todo derecho, exigen la oportunidad de ser escuchados. Pero a Don Juan Manuel y a cualquier otro desinteresado por el derecho de las minorías, les puede parecer poca cosa que unas viejitas se esté muriendo de los nervios por ver cómo se ve amenazado lo poco que tiene; o les puede parecer insignificante que todo un pueblo esté presentando cuadros severos de angustia. Ya alguien una vez me contestó “no vamos a detener el progreso por tres macheteros necios”. A esa persona, que bien pudo haber sido don Juan Manuel o Don Richard, les diría: Acuérdense de Temacapulín cuando alguien esté a punto de quitarles la íntima tranquilidad de su propia casa, de sus abuelos y de su tierra. Siempre hay otra salida. Y hablando de intereses del gran capital que hace cortinas para baño…

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