Promesas de agua

04 julio 2016

Dentro de los servicios públicos que una ciudad debe dotar a sus habitantes, el más importante es el agua para consumo humano. Desde que la imperialista República de Roma reprodujo su modelo urbanístico en toda la costa del Mediterráneo y más allá, la infraestructura hidráulica y el abastecimiento de agua se han convertido en el eje de la supervivencia de una urbe. Sin agua suficiente, hoy como ayer una ciudad simplemente no subsiste. Podrá no contar con alumbrado o pavimento, pero el recurso hídrico es indispensable. Y en virtud de ello, se trata del servicio más sensible para la población. Lo normal es que haya agua y cuando todo marcha bien, pocos se percatan de su importancia. Pero cuando no hay, o se presentan fallas en el suministro, empiezan los problemas… y también las promesas.

 

Desde hace años en Torreón y su hinterland se viene hablando del tema del agua con preocupación. Entre los apocalípticos que creen que al acuífero Principal de La Laguna le queda poco tiempo de vida a causa de la sobreexplotación que persiste, y los integrados que opinan que con una serie de acciones concretas y moderadas se puede garantizar el líquido para el futuro, las ciudades del área conurbada han visto cómo se ha vuelto cada vez más caro y complicado dotar del servicio a toda la población con eficiencia. Administración tras administración, la promesa es la misma: que ya no faltará el agua en los domicilios durante el verano. La realidad es que incluso en las épocas de menor demanda se siguen presentando quejas por parte de los ciudadanos.

En este juego de retórica y promesas, el gobierno municipal de Miguel Riquelme no ha sido la excepción. Uno de los principales compromisos que el alcalde priista hizo al inicio de su administración fue el de garantizar el abastecimiento del líquido durante todo el año, lo cual implicaba mejorar el trabajo del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas) y perforar pozos para reponer los que ya tenían un aforo agotado. Y en eso se ha trabajado, o al menos eso es lo que dicen el munícipe y el gerente general del Simas, Xavier Herrera. Que el organismo operador ya no se encuentra en la situación crítica reportada a finales de la administración del también priista Eduardo Olmos, y que hasta la semana pasada se han perforado 16 pozos y siete más están en proyecto. Con estas acciones, según las autoridades, se ha logrado que actualmente se inyecten a la red de agua potable 1,400 litros por segundo, cuando hasta hace dos años la cifra no alcanzaba el millar. El proyecto es cerrar la administración con 1,800 litros por segundo.

No obstante, esta supuesta mayor disponibilidad de agua en la ciudad no se ha traducido en una disminución de las quejas por parte de los usuarios. De acuerdo con el departamento de Atención Ciudadana del Simas, la empresa descentralizada ha recibido en promedio 1,200 quejas al mes en 2016, una cifra superior a la que se registró, por ejemplo, en enero de 2013, cuando se reportaron 1,072. Del total de reclamos presentados en el año en curso, los relacionados con la falta de agua suficiente suman al menos 1,500, es decir, un promedio de ocho diarios.

Ante la evidencia de los datos duros, las autoridades han construido un discurso de negación y evasión para justificar y defender la inversión de 430 millones de pesos que, según dicen, se ha hecho en el sistema. Han culpado a la Comisión Federal de Electricidad por los apagones constantes y a la Comisión Nacional del Agua por el retraso en la entrega de permisos para perforación. No obstante, fuentes de la CFE han informado al que escribe que el número de fallas en la electricidad que reporta el Simas no es cierto, ya que también se presentan en un buen número problemas con las redes eléctricas al interior de las norias, en donde la responsabilidad es del Simas. Y respecto a los permisos, la Conagua ha negado el retraso públicamente.

La ausencia de argumentos sólidos ha obligado al ayuntamiento y al organismo operador a modificar el discurso y a reconocer que las quejas existen. Pero ahora dicen que el problema no es la escasez de líquido, sino la falta de presión en la red hidráulica. Debido a esto y a la alta demanda, dicen, los usuarios cuentan con poca agua en sus casas. No obstante, existen testimonios como el de Estefanía Huerta, de la colonia Residencial La Hacienda, quien comenta que sólo sale agua de su grifo de 6 a 9 de la mañana; o el de Armín Yáñez, comerciante de Plaza Bugambilias, en el Centro de Torreón, quien asegura: "Simas vende aire, es lo que me cobran, el medidor está avanzando, pero no sale agua". Si el sistema municipal y el ayuntamiento han hecho la inversión que reporta el alcalde, y la inyección de agua a la red ha crecido en por lo menos 400 litros por segundo, ¿por qué no se aprecia una mejora sustancial? ¿Por qué las quejas persisten?

La clave para construir una respuesta a estas preguntas puede estar en el siguiente dato: del total de metros cúbicos de agua que el Simas extrae al año sólo factura el 35 por ciento, según cifras de la empresa descentralizada. ¿Qué pasa con el 65 por ciento restante? Hay tres posibilidades: se desperdicia en fugas; se roba con tomas clandestinas, o se regala por cuestiones políticas o por falta de medidores. Ahora bien, si el porcentaje de facturación en bajo, el de cobro es aún menor. El Simas sólo cobra el 22 por ciento del agua que extrae de las norias. Estas dos realidades se traducen en un enorme desperdicio de agua y en una baja disponibilidad de recursos económicos para mejorar la tubería del sistema. Y mientras el Simas no logre resolver estos problemas, de poco o nada servirán los pozos que se han perforado para inyectar agua a una red vieja, ineficiente y operada bajo criterios muy cuestionables.


04 de julio de 2016
Fuente: El Siglo de Torreón
Nota de Arturo González González

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